viernes, 24 de marzo de 2017

BAÑO DE SANGRE VOL. XIX: “AFTERMATH”

 ¡Dominguers! ¿Qué tal anda vuestra relación con la muerte?

Hay quien la teme, quien la venera y quien la desea. Pero también existe gente que siente una absoluta indiferencia hacia todo lo relacionado con ella. Existe quien prefiere no pensarla, pero también quien no sabe sentirla, lo cual a veces puede resultar peligroso.

Se ha hablado de ella largo y tendido en literatura, cine, teatro, música… y es que la muerte es tan anciana como la vida. De mil y una formas, a través de una disparidad tremenda de sensibilidades, miles de autores han dedicado sus obras a La Parca y todas las emociones, sensaciones y pensamientos que la rodean.



En mis adorados, añorados y probablemente mitificados años 90, Nacho Cerdà (el perpetrador de ese atentado contra esas multisalas frías y sin alma que siguen ayudando a cerrar nuestros cines de toda la vida llamado Phenomena, toda una reivindicación en forma de sala de cine que, si no conocéis – que lo dudo – ya estáis tardando en visitar) presentaba al mundo su trilogía de cortometrajes sobre la muerte, destacando entre ellos su segunda entrega Aftermath, que es ya una pequeña pieza de culto para los amantes del gore. En ella, Cerdà nos muestra la cara más oscura, truculenta y perturbadora del ser humano a través de los ojos del trabajador de una morgue con unos gustos algo particulares, puesto que cuando nadie le ve se dedica a sacarle punta al lápiz con cadáveres aún calentitos, no sin antes machacar y mutilar los cuerpos. Por si la necrofilia y el desfile constante de perrerías (esta frase cobrará un nuevo sentido para vosotros cuando acabéis de ver el corto) que nuestro querido e hijoputesco protagonista (magníficamente interpretado por Pep Tosar, un clásico de la ficción televisiva catalana) les hace a los cuerpos no fueran suficiente, no contento con ello se dedica a tomar instantáneas del momento y otras cosas bonitas con las que ya os toparéis...


¿Puede un cadáver, un cuerpo inerte, sufrir la deshonra y la degradación? ¿O ya es solo un recipiente vacío? Esta y otras preguntas nos plantea Cerdà en éste incómodamente realista cortometraje en el que la necrofilia es protagonista.

Técnicamente los encuadres, la iluminación… están estudiados al dedillo, con la simetría como gran protagonista y esos característicos zoom in y zoom out que nos conducen a través de los pasillos del depósito (repelús pensar que por esos pasillos han circulado los cadáveres de algunos de mis familiares… reconocí enseguida los subterráneos del Clínic en algunos planos, si mi memoria gráfica no me falla). Pero si algo cabe destacar de entre todas las bondades técnicas de la cinta, ese es el brutal y sorprendente trabajo de la mítica compañía DDT Efectos Especiales, quienes 12 años después se harían con el Oscar a mejor maquillaje por su trabajo en El Laberinto del Fauno del magnánimo Guillermo del Toro, y que han trabajado con realizadores como Jaume Balagueró, Álex de la Iglesia y un larguísimo etcétera, afianzándose como la empresa de efectos especiales pionera en España e introductora de materiales que antiguamente solo se podían localizar al otro lado del Atlántico. Animatronics, prótesis, máscaras… y moldes de cuerpos enteros como los de los cadáveres de Aftermath, los cuales dotan al cortometraje de ese espeluznante realismo, son muestra de un trabajo de artesanía solo al alcance de muy pocas y privilegiadas manos. ¡Larga vida a los efectos artesanos y larga vida a DDT!


Recordad, aquellos que sufráis de astenia primaveral, haceros unas buenas rayas de polen por la mañana. La mejor defensa siempre es un buen ataque.


HAIL SEITAN!

Óscar Lladó

No hay comentarios:

Publicar un comentario