Esta película de 2012 bielorrusa dirigida por Sergei Loznitsa es una adaptación de la novela homónima de Vasil Bykau y fue nominada a la Palma de Oro en el Festival de Cannes el mismo año.
La narración se sitúa en 1942 en el territorio bielorruso (aún URSS) ocupado por el ejército alemán, momento en que los alemanes se enfrentaban a una fuerte resistencia de los partisanos y la población local. Los partisanos sospechan que Sushenya, el protagonista, colabora con los nazis y deciden capturarlo y llevarlo al bosque para dispararle como a un traidor. Entonces caen en una trampa alemana y Sushenya decide cargar a cuestas con uno de sus captores partisanos para salvarlo. Se trata de una historia que cabalga entre lo bélico y lo ético y pone en cuestión el sentido de la guerra y las decisiones que una persona se ve obligada a tomar debido a las circunstancias límite. La historia no es tanto las consecuencias de esas decisiones que determinan el destino de los personajes, sino los eventos inesperados que se desarrollan como resultado de esas decisiones.
De hecho, la película es un relato de su "via crucis". De inmediato recuerda al príncipe Myshkin en El Idiota de Dostoievski (Sushenya constantemente es llamado idiota), pero más pertinente es el recuerdo del burro Balthasar en Au Hasard Balthasar de Bresson. Balthasar es el testigo inteligente pero mudo de los sufrimientos de la humanidad que lo rodea, y también una víctima. De hecho, la insistencia de Sushenya en tratar de llevar al herido Burov a sus espaldas hace de él, como Balthasar, una bestia de carga.
Técnicamente es una película impecable, el uso del sonido es vital ante la ausencia de música y los largos planos y la falta de diálogos recuerdan mucho al cine de Andrei Tarkosky. Además, hay un continuo uso de flashbacks que van construyendo a los personajes a medida que avanza la película.
En una situación en la que no hacer nada es colusión, donde ser salvado de la muerte se ve como la colaboración con el enemigo, donde la traición y la sospecha son más fuertes que la lealtad y la solidaridad, no hay espacio para la virtud. Esta sombría visión del mundo se hace eco de la oscuridad de My Joy, pero en esta película, la cinematografía de Oleg Mutu es brillante y aguda, luminosa. Hermosos bosques rodean a los personajes pecadores; La ironía del bello mundo en el que la fealdad humana ocupa un lugar central.
Os dejamos con el trailer:
Margot
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