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viernes, 3 de noviembre de 2017

BAÑO DE SANGRE VOL. XXXI: “THE BABYSITTER”

Ay, la adolescencia… qué edad tan mágica, ¿verdad? Una vida por delante, un mundo por
descubrir (y ganas de comértelo, claro). Todas las sensaciones y emociones se multiplican por infinito. Es la edad de “las primeras veces”, de los sueños (que no planes) de futuro, en la que todo es posible y todo está por hacer, como diría aquel. Qué bonito, ¿eh?

Y luego llega la vida y, salvo que seas uno de los pocos afortunados, aplasta tus expectativas poniéndote la boca en el bordillo a lo Edward Norton. Así que, vamos, al final lo que prevalece tras la adolescencia son los gustos, pasiones y aficiones que has adquirido durante su transcurso. Y, obviamente, el cine de terror no iba a ser menos.

La infancia y pre-adolescencia son etapas clave para que germine la semilla de la pasión por el género, pero en la adolescencia es cuando las preferencias comienzan a aparecer y a convertirnos en esos cabrones criticones y selectivos que somos a día de hoy, pero está claro que durante el transcurso nuestro criterio pasa por periodos digamos… cuestionables. Por lo menos en cuanto a algunos títulos se refiere.



El concepto de terror adolescente, muchas veces ligado al slasher, cubre en realidad un amplio espectro de subgéneros con un denominador común: la juventud de sus protagonistas, casi siempre adolescentes (proximidad) o universitarios (proyección de futuro cercano). Títulos tan dispares como Jovenes y Brujas, Scream, Carrie o El Diablo Metió la Mano entran sin duda en esta categoría, cada una a su modo, y han protagonizado innumerables sesiones particulares para adolescentes repletos de acné y hormonas alteradas.

Las comedias de terror, como la ya mencionada El Diablo Metió la Mano, suelen ser elecciones predilectas para este público y muchas veces la calidad de los productos es más que dudosa. Por eso, cuando aparece una comedia de terror teen como The Babysitter, la cual recuerda por lo fresco de su propuesta a la entrañable The Final Girls, bien realizada y con una trama que consigue ser original a partir de la utilización de recursos clásicos reformulados, es una alegría para los que disfrutamos de este subgénero con un bol de palomitas gigante y una bebida fresca.


La historia nos presenta a Cole, un pre-púber que debe ser el único niño de su edad al que siguen dejando con una canguro, lo cual no supone en absoluto un problema para él, ya que su canguro es la guapa, divertida y enrollada Bee (interpretada por la actriz emergente Samara Weaving, a la cual podéis ver también en Mayhem con su paso por festivales). Lo malo es que, aparte de todo eso, Bee rinde culto al diablo y, junto a sus estereotipados amigos (la animadora, el quarterback, el negro graciosillo y la amiga con pinta de artista alternativa) necesita realizar sacrificios humanos para hacer realidad sus deseos más profundos. 

La nueva producción de Netflix ha resultado ser una de las sorpresas inesperadas del año, una película que remite a esos míticos exploits en VHS que alquilábamos del videoclub para ver con los amigos, pero en la era digital. McG, director y productor de éxito en Hollywood, ha sabido adaptar a la perfección ese concepto, con todo lo bueno y lo malo que comporta. Y es que, si bien estamos hablando de un producto estiloso, visualmente atractivo y con elementos simples para ir a tiro hecho, suficientes para captar nuestra atención durante algo menos de 90 minutos, esta suerte de Solo en Casa vs Noche de Miedo de la era Netflix cuenta con numerosas carencias y excesos que la dejan en ese terreno (nada deleznable) del entretenimiento sin pretensiones ya que, pese a su ligera incorrección política, cuesta usar la palabra film para algo que está tan estudiado y medido para determinados targets. No nos engañemos, esto no es una película: esto es un producto, y no hay nada malo en ello. Porque en el cine, como en la vida, hay demasiados colores y sabores como para escoger solo uno.

¡Larga vida al palomiteo sangriento! 


HAIL SEITAN!
Óscar Lladó

viernes, 6 de octubre de 2017

BAÑO DE SANGRE VOL. XXIX: “CRUEL SUMMER”

Con el festival de Sitges ya a pleno rendimiento, es el momento de invitaros a no olvidaros de esos festivales de menor formato, como es el caso del Festival de Cine de Terror de Molins de Rei. Al igual que en Sitges, pero con una oferta más reducida que posibilita ver el máximo de películas posible y no tener que descartar apenas nada (salvo que sea por horarios), sus programadores trabajan para ofrecer la mejor oferta de producciones recientes que navegan por los diversos subgéneros del terror y el fantástico. Allí descubrimos el año pasado, entre otras muchas joyitas, una pequeña (pero que muy pequeña, tanto que apenas cuenta con distribución fuera de su Gran Bretaña natal) maravilla que, personalmente, me cautivó y se coló entre mis listas de lo mejor del año. ¿Su título? Cruel Summer, dirigida por el dúo de realizadores Phillip Escott y Craig Newman. 


Basada en una historia real ocurrida en Sheffield, Cruel Summer nos cuenta la historia de Danny (Richard Pawulksi), un chico autista que va a pasar un relajante fin de semana acampando y pescando en el lago… si la rabieta de Nicholas (Danny Miller) y sus dos amigos Calvin (Reece Douglas) y Julia (Natalie Martins) se lo permiten.

Pudiendo recordar en cierto modo a Eden Lake, la ópera prima de Escott y Newman nos sitúa a priori en el terreno del survival, pero el espectador rápidamente se dará cuenta de que se encuentra ante un drama en toda regla: crudo, directo y sin florituras ni adornos. Con una construcción pausada de los personajes que se desarrolla durante más de la primera mitad del metraje, sirviendo de crítica a cierto sector de la juventud británica (aunque extrapolable a prácticamente cualquier país del mundo), conseguimos empatizar con algunos de ellos y odiar profundamente a otros para, en su tramo final, contemplar horrorizados su explosión dramática. Destacar en este aspecto, a parte del trabajo de guion, las convincentes interpretaciones de sus cuatro jóvenes protagonistas.


Su banda sonora, llevada a cabo por el compositor de cine y TV Josef Prygodzicz y que incluye también colaboraciones del rapero Verb T de Four Owls (quien además cuenta con un pequeño cameo como el dependiente de un ultramarinos), es para un servidor lo más destacable de Cruel Summer, puesto que con su suave, atmosférico y hasta en ocasiones onírico sonido contrasta con la dureza y crudeza de la trama y su desarrollo. Una apuesta arriesgada con un resultado más que convincente.


En definitiva, una pequeña joyita independiente que, desgraciadamente, pasará desapercibida por estos lares más allá de su paso por festivales. Si tu inglés te lo permite, tienes una edición británica en DVD (sin subtítulos, ni siquiera en inglés) por unos pocos pounds en Amazon UK… ¿A qué esperas para hacerte con ella?

Y recordad, en estos días que estéis a tope por Sitges, no usar colirio jamás, prescindid del café y, si podéis, no durmáis nada. La enajenación mental y la irritación ocular hace que el fantástico sea mucho más disfrutable.


HAIL SEITAN!

Óscar Lladó

lunes, 19 de junio de 2017

BAÑO DE SANGRE VOL. XXIV: “VERANO ROJO”

¿Recordáis esa época, a finales de los noventa y principios de siglo, en la que empezaron a surgir slashers por todas partes tras el éxito de Scream o Sé lo que Hicistéis el Último Verano? Hasta por estos lares se estrenaban títulos como El Arte de Morir, Tuno Negro, Más de Mil Cámaras Velan por su Seguridad y un larguísimo etcétera, inundando cada año las carteleras comerciales. Independientemente de su resultado en taquilla, echar la vista atrás provoca una sensación entre el alivio (odio esa manía de explotar algo hasta la saciedad además de que, seamos sinceros, la mayoría de las propuestas no destacaban precisamente por su calidad…) y la rabia. Y es que la gran mayoría de producciones nacionales de género fantástico cuentan hoy en día con un estreno limitado en cines, y la gran mayoría de veces ni eso. Pero en fin… nada nuevo bajo el sol.

Hablando de sol, ahora llega esa época en que la gran mayoría de los humanos ocupan su tiempo libre en remojar sus cuerpos lozanos en las playas del país. Los que la tienen, claro… los que no, abandonan el interior para invadir las ya de por sí repletas costas. Y claro, hay algunos locales a los que eso no les sienta nada bien… como a los antagonistas de Verano Rojo, largometraje inaugural de la presente edición del festival Sant Cugat Fantàstic. Un survival a la mediterránea llevado a cabo gracias al esfuerzo de su equipo y al crowdfunding que consiguieron sacar adelante, el cual cuenta con un resultado que evidencia su falta de presupuesto, pero que aprovecha sus recursos sabia y eficazmente para ofrecer un producto final convincente y muy entretenido. En él se nos cuenta la historia de dos parejas madrileñas que viajan a Mallorca donde, cansados de las aglomeraciones y de los guiris, deciden ir a buscar una pequeña y poco concurrida cala que uno de ellos conoce. Por el camino, en lo más remoto de la isla, se toparán con una familia que no tiene intención de dejarles ir. 


 Con un primer acto que podría haberse resuelto con la mitad de metraje y un acting flojito por parte de sus protagonistas (mis únicas pegas serían estas, sumadas al hecho de que me gustaría haberme encontrado con diálogos más trabajados y menos dejados a la improvisación), la película tarda en arrancar pero cuando lo hace es de forma convincente. Sin riesgos, siguiendo un esquema clásico repleto de referentes e influencias, la historia se desarrolla aumentando progresivamente el nivel de la cinta, incluidas las actuaciones de sus protagonistas, las cuales parecen mejorar considerablemente precisamente cuando la dificultad de sus papeles es mayor que en el primer acto.

  
Sus partes gore están muy bien aprovechadas, con efectos prácticos y un uso muy limitado de VFX que le da ese toque añejo el cual, junto a su fotografía con ese tono sureño quemado y varios pequeños homenajes, recuerda en más de una ocasión a La Matanza de Texas, solo que en esta ocasión en vez de acento de redneck, los antagonistas tienen un cerradísimo acento mallorquín que su director Carles Jofre aprovecha inteligentemente para ofrecer pinceladas de humor, además de darle con él ese enfoque local/regional que diferencia a Verano Rojo de las decenas de productos similares que surgen cada año. Porque sí, estamos hablando de “sa matança de Texes” en muchos sentidos, pero el equipo ha conseguido crear una identidad especial que la hace destacar por encima de propuestas que, homenajeando a los clásicos del género, se quedan en refritos de refritos.  


 Cabe destacar el magnífico trabajo que ha hecho el compañero Joan Vilà con la banda sonora, la cual suena tremendamente orgánica, sin olvidar su idoneidad para el proyecto. Joan la ha clavado con una banda sonora que nada tiene que envidiar a producciones que multiplican el presupuesto de este proyecto por 100, además evitando los odiosos jumpscares, usando golpes de efecto sutiles que no quedan forzados, demostrando una vez más que es uno de los jóvenes compositores de bandas sonoras más a tener en cuenta en este país.  

 Esta clase de proyectos solo se consigue que tiren adelante con dos cosas: un par de huevos/ovarios y muchísimo amor por el género. Se nota que al equipo de Verano Rojo esto les sobra. Toda la suerte del mundo para ellos en esta andadura. 

¡Nos vemos estos días por Sant Cugat, dominguers! Ni se os ocurra acabaros los frankfurts de tofu del bar de enfrente si no queréis sufrir mi ira asesina.  


HAIL SEITAN!

Óscar Lladó

viernes, 16 de junio de 2017

3er Sant Cugat Fantàstic - Día 1

¡Muy buenas Dominguers!

Ayer dio comienzo la 3ª edición del Sant Cugat Fantàstic, un festival dedicado al cine fantástico y de terror. Como nosotros no nos perdemos ni una, estuvimos ahí dándolo todo en un primer día corto pero intenso.


Tras el tradicional acto de presentación para la prensa con catering, muchas caras conocidas, photocall y apretones de manos, nos acercamos al cine para coger nuestras entradas y así poder disfrutar de uno de los eventos más importantes de un festival de cine. La sesión inaugural.

La noche la abrió el corto Hoy me ha pasado algo muy bestia de Iván Mulero, un trabajo inspirado en el universo de superhéroes urbanos creado por Daniel Estorach, que en lugar de adaptar una trama concreta de la obra, ha decidido enfocarlo como un preludio de un futuro proyecto de largometraje sobre éste "Justiciero del Post-it".


Un trabajo técnicamente bonito, bien ejecutado y con alguna que otra escena de acción que nos deja con la miel en los labios esperando a ver algo más de éste héroe underground.

Tras las tollinas y la fantasía, vino el terror de la mano de Verano Rojo de Carles Jofre. Un slasher made in spain de bajo presupuesto, que nos pone en la piel de un grupo de jóvenes en edad de procrear que, mientras disfrutan de unas vacaciones en Mallorca, se topan con una familia de locos que les harán las mil y una perrerías.


Sangre, algo de tetilla, tensión y mucho gamberrismo, son algunas de las cosas que Verano Rojo nos ofrece. Una película que pese (a mi gusto) sobrarle algo de metraje, se defiende bien y nos enseña que con poco presupuesto y muchas ganas, se puede hacer una peli resultona y entretenida.

Y hasta aquí el primer día del Sant Cugat Fantàstic. ¡Haceros con unas entradicas los que podáis y venid a disfrutar del buen cine!

Aquí va el vídeoresumen de la jornada de ayer:


viernes, 2 de diciembre de 2016

BAÑO DE SANGRE VOL. AGÁRRAMELA QUE ME CRECE: “EDEN LAKE”

¡Qué pasó bañistas!

Pasado el furor del Festival de Molins, tengo que reconocer que he estado a puntito de dedicar esta nueva entrega de Baño de Sangre a alguno de los títulos proyectados en él. Pero hace un par de semanas revisioné uno de los filmes más jodidamente crudos de lo que llevamos de siglo. Una patada en la boca que te deja con el regustillo a sangre durante horas.

No es ningún secreto, gozó de cierto éxito y éste ha ido aumentando con los años, pero ya sabéis que en Cine Domingo y particularmente en Baño de Sangre hacemos lo que nos sale de los mismísimos huevos y lo mismo os traemos un clásico, como una película conocida o algo que no conocen ni en su casa. Semoh asín.

¿Cuántas veces os habéis tenido que aguantar las ganas, por no ir a la cárcel, de soltarle un guantazo a algún niñato insolente y maleducado? Seguro que alguna vez os habéis visto en la situación, habéis tenido que morderos la lengua, meteros las manos en los bolsillos y seguir caminando intentando no prestar atención a lo que el engendro en cuestión esté diciendo. A ti o a quien sea. 


Pues ahora imagina que estás de retiro romántico con tu pareja intentando estar tranquilo en un lago, y una panda de niños rata no deja de dar por culo y, encima, te vacilan. Tú te tragas tu orgullo (de nuevo, por no ir a la cárcel) y vuelves junto a tu pareja, esperando que se vayan y llegue la paz. Pero entonces una serie de acontecimientos llevan a que los niños rata se conviertan en unos salvajes desalmados que van a convertir tu escapada romántica en un puto infierno. Más o menos así podríamos resumir Eden Lake, si no fuera porque ésta es una de esas películas con una lectura mucho más profunda detrás, ya que saca a relucir una preocupante y escalofriante realidad respecto a la educación que algunos “padres” (por llamarles de alguna forma, ya que no es lo mismo ser padre que haber echado un polvo) dan a unos hijos sin respeto, límites ni conciencia. ¿Sabéis esos casos en que el profesor llama a los padres porque el alumno da problemas y no sólo se ponen de parte de su hijo, si no que encima agreden al profesor? Pues algo por el estilo… pero a lo bestia.


Una lección magistral de cómo construir una historia en la que la tensión va in crescendo de una forma brutal y aplastante, de esas que se escudan en el “esto me podría pasar a mí” para hacernos empatizar con sus personajes. Pero si por algo destaca el guion de Eden Lake, es por esa sensación de creer saber todo el rato lo que va a pasar, pero encontrarte con un desarrollo totalmente diferente a cómo lo imaginas que explota en un final aplastantemente desolador.

A nivel técnico, aun habiendo pasado ya 8 años desde su estreno, es un ejemplo de cómo hay que rodar un survival ambientado en un bosque. Predominan los tonos fríos, la iluminación natural está inteligentemente aprovechada y la artificial no chirría en ningún momento. El entorno está cuidadosamente seleccionado para que nos creamos el desarrollo de la historia y, desde luego, la actuación de su protagonista Kelly Reilly roza el excelente, sin desmerecer el trabajo del resto de actores, incluso los secundarios (lástima que el papel del bueno de Thomas Turgoose, más conocido como “el chaval de This is England”, no tenga más protagonismo).

Hasta la fecha me sigue pareciendo de los trabajos más destacables que el género ha dado en lo que llevamos de siglo. Un ejemplo de cómo coger una premisa aparentemente sencilla, dotarla de un potente mensaje social y crear un producto altamente disfrutable que te mantiene pegado a la butaca, con la rabia y una sensación de impotencia creciente acompañándote durante hora y media.

Así que ya sabéis. Si no queréis criar a unos pequeños Hitlers, no tengáis miedo a soltar una hostia a tiempo si es necesaria. Educad a vuestros hijos en la cultura del miedo a la zapatilla, que mirad lo sanos que hemos salido todos nosotros. Esquivarla nos dio reflejos y agilidad física y mental, soportar la hostia de esos zuecos con taconazo que usaban las madres de antes mejoraba nuestra resistencia y, al final, nos hacía mejores personas. La zapatilla es una metáfora del amor materno.


Y esto es todo hasta el próximo Baño de Sangre, y no me puedo despedir sin recomendaros una experiencia que cambia vidas: id al paki de la esquina, comprad un café de esos envasados que hay que agitar como un cosaco para que el azúcar se mezcle, poneos una gabardina por encima y esperad en la puerta de un colegio, preferiblemente un parvulario, a que las madres lleguen para dejar a los niños. En ese preciso momento, colocaos el café a la altura de la pelvis por debajo de la gabardina para no coger frío en las manos, y seguid las instrucciones de uso del café: “agitar enérgicamente”. Ese café envasado es una basura, pero si seguís estas sencillas instrucciones, os sabrá a gloria. Es mucho mejor que ese café que os ofrecerán en comisaría.

HAIL SEITAN!  

Óscar Lladó

viernes, 7 de octubre de 2016

BAÑO DE SANGRE VOL. 10 – “IDILA”

Queridos y queridas bañistos y bañistas, una semana más os traemos vuestra dosis de sangre, y con esta van 10 (si no contamos los especiales). ¿Qué mejor ocasión que ésta para hacer una reseña “especial”?

Hace ya algún tiempo que quería hacer una reseña en la que no os recomiende una película, si no que más bien os evite verla. O, por lo menos, que os prepare para saber a qué os vais a enfrentar, porque somos de la opinión que uno no puede juzgar sin conocer. Aunque la experiencia lleva a saber, sin necesidad de ver más que un minuto de tráiler y el póster del film, qué puede valer la pena ver o qué será una pérdida total de tiempo. Luego están aquellos a los que les va la marcha y, aun sabiendo que probablemente se vayan a tragar un bodrio mayúsculo, se lanzan a la carretera. A tope y sin frenos. Y ahí, amigos míos, es donde entra un servidor.


Por lo general suelo salir contento de cualquier festival, puesto que mantengo las expectativas bajas, la mente abierta, dejo los prejuicios en el coche y veo todas las películas desde el prisma que deberían ser vistas. Es decir, que veo cada película como lo que es, y no espero una obra con la calidad técnica de, qué se yo… Mulholland Drive, si estoy viendo un slasher.

El pasado mes de Julio, en nuestro querido Sant Cugat Fantàstic, al saber que me iba a enfrentar a una tarde de survivals en entornos rurales con la chilena Sendero y la eslovena Idila, hice el ejercicio de rigor para dejarme llevar y disfrutar de la masacre… pero fue difícil. 


Idila es la primera película de terror rodada y producida íntegramente en Eslovenia y, a pesar de ser relativamente disfrutable si uno ignora los fallos, es ni nada más ni nada menos que un cliché de hora y media. A medio camino entre Las Colinas Tienen Ojos y La Matanza de Texas es un survival de manual repleto de errores y… sí, repetimos: repletito de clichés. Incluso su “giro de guion” es algo que hemos visto ya cientos de veces. Tenemos todos los ingredientes: paletos sin motivo aparente para matar (su primera aparición en modo “qué cojones hacéis en mis tierras” me provocó un facepalm espontáneo), personajes siniestros que aparentemente no tienen ninguna relación con los paletos pero que al final resulta que son familia (no es spoiler, lo habríais sabido a los 5 minutos de película de todas formas), secundarios odiosos que deseas que asesinen de la forma más humillante y dolorosa posible, etcétera puntos suspensivos. La película alcanza su cota máxima de vergüenza ajena en sus últimos 20 minutos, con el juego del gato y el ratón habitual pero con situaciones ridículas, y con la sensación constante de que había que alargar el guion.

Las muertes son disfrutables, tiene buenas ideas, pero ninguna bien explotada. De todos modos, sí que termina uno con la sensación de que con más presupuesto y tiempo (y, tal vez, otro guionista) podría haber salido algo mucho más potable.


¿Sabéis esos deuvedeses que pilláis por 1 pavo o menos (y precintado) y a lo que no recurres en la vida porque siempre tienes algo mejor que ver? Pues a eso está destinado Idila. Y ojo, que ha participado y ganado premios en algunos festivales… pero ya se sabe que las verdaderas joyas, por suerte o por desgracia, casi suelen acabar siendo “el secreto mejor guardado”.

Nos vemos por Sitges estos días, cinedominguers. Si nos veis, decid hola. O huid, eso ya es cosa vuestra. 

HEIL SEITAN

Óscar Lladó

domingo, 29 de noviembre de 2015

Tucker & Dale contra el mal

¡Buenos domingos!,


Hoy me apetecía recomendar algo marranete, con sangrecilla y vísceras pero sin pasarme, ni muy hardcore, ni muy friki, ni muy resobado.


Así que después de dar vueltas y vueltas durante la semana me he decidido por traeros una película que tras verla en una edición del festival de cine de terror de Sabadell me dejó un buen sabor de boca y las palmas de las manos rojas de tanto aplaudir.

Tucker & Dale contra el mal trata de un par de paletos que se van a disfrutar de unas vacaciones de ensueño pescando, bebiendo cerveza y haciendo hogueras bien relajadillos que, por rescatar a una chica de un pequeño accidente en el bosque (y algún que otro malentendido más), son tomados por asesinos perturbados y sufren la persecución de un grupo de universitarios que como yo, han visto muchas películas de terror.

Muertes accidentales, sangre, objetos punzantes, herramientas tuneadas y mucho humor es lo que encontraremos en esta comedia de terror Canadiense de 2010 que no es más que una parodia del cine slasher hecha con muy mala idea y gamberrismo. Sin duda muy familiar.

Genial para echar unas risas en domingo acompañados de seres humanos (preferiblemente vivos), cerveza y nachos con queso.

Pinchad aquí para ver el trailer