¿Recordáis esa época, a finales de
los noventa y principios de siglo, en la que empezaron a surgir
slashers por todas partes tras el éxito de Scream o
Sé lo que Hicistéis el Último Verano? Hasta por
estos lares se estrenaban títulos como El Arte de Morir,
Tuno Negro, Más de Mil Cámaras Velan por su
Seguridad y un larguísimo etcétera, inundando cada año las
carteleras comerciales. Independientemente de su resultado en
taquilla, echar la vista atrás provoca una sensación entre el
alivio (odio esa manía de explotar algo hasta la saciedad además de
que, seamos sinceros, la mayoría de las propuestas no destacaban
precisamente por su calidad…) y la rabia. Y es que la gran mayoría
de producciones nacionales de género fantástico cuentan hoy en día
con un estreno limitado en cines, y la gran mayoría de veces ni eso.
Pero en fin… nada nuevo bajo el sol.
Hablando de sol, ahora llega esa época
en que la gran mayoría de los humanos ocupan su tiempo libre en
remojar sus cuerpos lozanos en las playas del país. Los que la
tienen, claro… los que no, abandonan el interior para invadir las
ya de por sí repletas costas. Y claro, hay algunos locales a los que
eso no les sienta nada bien… como a los antagonistas de Verano
Rojo, largometraje inaugural de la presente edición del
festival Sant Cugat Fantàstic. Un survival a la
mediterránea llevado a cabo gracias al esfuerzo de su equipo y al
crowdfunding que consiguieron sacar adelante, el cual cuenta
con un resultado que evidencia su falta de presupuesto, pero que
aprovecha sus recursos sabia y eficazmente para ofrecer un producto
final convincente y muy entretenido. En él se nos cuenta la historia
de dos parejas madrileñas que viajan a Mallorca donde, cansados de
las aglomeraciones y de los guiris, deciden ir a buscar una pequeña
y poco concurrida cala que uno de ellos conoce. Por el camino, en lo
más remoto de la isla, se toparán con una familia que no tiene
intención de dejarles ir.
Con un primer acto que podría haberse
resuelto con la mitad de metraje y un acting flojito por parte
de sus protagonistas (mis únicas pegas serían estas, sumadas al
hecho de que me gustaría haberme encontrado con diálogos más
trabajados y menos dejados a la improvisación), la película tarda
en arrancar pero cuando lo hace es de forma convincente. Sin riesgos,
siguiendo un esquema clásico repleto de referentes e influencias, la
historia se desarrolla aumentando progresivamente el nivel de la
cinta, incluidas las actuaciones de sus protagonistas, las cuales
parecen mejorar considerablemente precisamente cuando la dificultad
de sus papeles es mayor que en el primer acto.
Sus partes gore están muy bien
aprovechadas, con efectos prácticos y un uso muy limitado de VFX que
le da ese toque añejo el cual, junto a su fotografía con ese tono
sureño quemado y varios pequeños homenajes, recuerda en más de una
ocasión a La Matanza de Texas, solo que en esta
ocasión en vez de acento de redneck, los antagonistas tienen
un cerradísimo acento mallorquín que su director Carles Jofre
aprovecha inteligentemente para ofrecer pinceladas de humor, además
de darle con él ese enfoque local/regional que diferencia a Verano
Rojo de las decenas de productos similares que surgen cada
año. Porque sí, estamos hablando de “sa matança de Texes” en
muchos sentidos, pero el equipo ha conseguido crear una identidad
especial que la hace destacar por encima de propuestas que,
homenajeando a los clásicos del género, se quedan en refritos de
refritos.
Cabe destacar el magnífico trabajo
que ha hecho el compañero Joan Vilà con la banda sonora, la
cual suena tremendamente orgánica, sin olvidar su idoneidad para el
proyecto. Joan la ha clavado con una banda sonora que nada tiene que
envidiar a producciones que multiplican el presupuesto de este
proyecto por 100, además evitando los odiosos jumpscares, usando
golpes de efecto sutiles que no quedan forzados, demostrando una vez
más que es uno de los jóvenes compositores de bandas sonoras más a
tener en cuenta en este país.
Esta clase de proyectos solo se
consigue que tiren adelante con dos cosas: un par de huevos/ovarios y
muchísimo amor por el género. Se nota que al equipo de Verano
Rojo esto les sobra. Toda la suerte del mundo para ellos en esta
andadura.
¡Nos vemos estos días por Sant Cugat,
dominguers! Ni se os ocurra acabaros los frankfurts de tofu
del bar de enfrente si no queréis sufrir mi ira asesina.
HAIL
SEITAN!
Óscar Lladó
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