viernes, 30 de junio de 2017

BAÑO DE SANGRE VOL. XXV: “NIGHT FARE”


No le toques los cojones a un tío grandullón
O van a hacer carpaccio con tu culo.”

                                                                                                 Carmen Sevilla


Si es que ya lo dijo Carmen Sevilla… una sabia. Te crees que el mundo es tuyo y que tus actos no van a tener consecuencias… hasta que te topas con el tipo equivocado. Y si eres un traficante de poca monta de los suburbios de París, chulo y egoísta hasta decir basta, tienes todos los números de que tarde o temprano alguien te ponga en tu sitio.


Night Fare es una propuesta del realizador francés Julien Seri que remite, por su ritmo y tipo de acción, a otros títulos franceses como Dobermann o La Horde, obviamente cada una en su estilo. Violencia a raudales y un ritmo frenético es la forma rápida de definir este tren de alta velocidad hecho película.

Cuando el inglés Chris vuelve a París después de un tiempo fuera, se encuentra con que su expareja y el que fuera su mejor amigo Luc están juntos lo cual, como podéis imaginaros, proporcionará el drama a la historia mientras se pasan el test de Bechdel por el forro. Pero vaya… nada nuevo bajo el sol. A todo esto, deciden salir de fiesta para ponerse al día y para ponerse ellos también. Deciden coger un taxi de vuelta a los suburbios y marcharse corriendo sin pagar. Pensaban irse de rositas, pero jodieron al tipo equivocado. Mientras el taxímetro siga corriendo, el misterioso, musculado, tatuado y aparentemente perturbado taxista perseguirá incansablemente su objetivo sin importar quién se le ponga delante: cobrar la carrera, sea como sea.


Con un divertidísimo e inesperado plot twist final, los poco más de 70 minutos de Night Fare pasan en un abrir y cerrar de ojos. Pura diversión palomitera apta para todo tipo de público que lleva a pensar eso de que si fuera americana y realizada en los 80, sería hoy de culto. Desde luego cuenta con todos los ingredientes: puro divertimento sin pretensiones, ritmo trepidante, sus toques de inverosimilitud (no olvidemos que estamos ante una película de cine fantástico, al fin y al cabo) y un villano imparable e incansable.

Cada vez estoy más convencido de que el cine debe ser crudo, corto y directo. Todo lo que esté por debajo de los 90 minutos y no necesite estirar innecesariamente su trama es más que bienvenido a atravesar mis retinas y llegar a mi cerebro. Comienza uno a cansarse de este complejo de “pelis chicle” que se estiran y estiran hasta que peta la burbuja y acaba sobrando media hora de metraje. ¡Al grano, hostiaputayá!



Y ya sabéis, ahora que llega verano nada de bañarse en la playa… ¡A bañarse en sangre! Bathory style.




HAIL SEITAN!

Óscar Lladó

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