En la España posfranquista se creó un subgénero cinematográfico llamado “cine kinki” en el que los protagonistas solían ser delincuentes menores de edad con tendencia a buscarse problemas con la justicia. El sexo, la violencia y el sensacionalismo eran los ingredientes fundamentales. Y una de las películas clave de este tipo de cine fue PERROS CALLEJEROS dirigida por José Antonio de la Loma, la cual fue un exitazo en taquilla. No tardaron en hacerse dos destacables secuelas: “Perros Callejeros 2” y “Los últimos golpes del torete”. Eso no quita que esta “trilogía kinki” fuese puesta a caer de un burro por los críticos más gafapastosos, pero es algo que tampoco sorprende.
Una pandilla de chavales ( que apenas llegan a los 16 años ) se ha especializado en el robo de coches. Con ellos se dedican al robo del 'tirón', al asalto de tiendas y al ataque de parejas para desvalijarlas. Sorprendidos a veces en sus fechorías, entablan vibrantes persecuciones con la policía, poniendo así en riesgo sus vidas.
El film narra las aventuras de "El Torete” y su cuadrilla, que no dejan de ser personajes reales sacados de la Mina, un barrio barcelonés de los chungos. Tienen su propia jerga ( en ocasiones con palabras ininteligibles ) y una filosofía de vida muy “carpe diem”. No olvidemos que los protagonistas son todos actores no profesionales, con lo cual la interpretación se resiente bastante. Con toda probabilidad, serían expulsados de cualquier grupo de teatro amateur en la actualidad. Pero, no obstante, la cosa funciona ya que muestran con realismo la chulería macarra y el machismo rancio típico de los kinkis. Además, el conjunto de escenas centradas en las persecuciones a más de 100 por hora en el centro y afueras de Barcelona son una puta pasada. Ríete tú de la saga Fast & Furious.
Por otro lado, llama la atención lo ligón que es el Torete y la consecuente retahíla de desnudos femeninos gratuitos que ello conlleva. Todo muy marca de la casa. Está claro que nos quieren hacer ver que, en el fondo, es un tío sensible y tierno.
La fotografía sucia y oscura que predomina durante todo el film ayuda a meter de lleno al espectador en la problemática de la delincuencia juvenil (aunque, obviamente, no se explica de forma academicista ). De la Loma es un cineasta pura sangre que disfruta con la estética neorrealista y también con los movimientos de cámara. Y eso se nota.
Cabe destacar que Ángel Fernández Franco alias “El Torete” murió a los 31 años víctima del SIDA debido a su adicción a la heroína. Fue enterrado en el cementerio de Montjuïc, en Barcelona.
Estamos ante un eficaz producto cinematográfico que marca el pistoletazo de salida del cine kinki, un subgénero que ha vuelto a ponerse de moda en la actualidad. Una oda a la libertad que resume muy bien el Torete con la siguiente frase: “A mi me gusta estar suelto, andar por ahí, ser libre y no estar a golpe de pito”. Pues eso, tomen buena nota
Aureli Del Pozo
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