viernes, 12 de agosto de 2016

BAÑO DE SANGRE (ESPECIAL SEMANA PARANORMAL): “EL ENTE”

Si de algo ha servido el cine de terror a lo largo de su historia es para recrear los miedos del ser humano hacia lo desconocido, hecho que ha generado una larga lista de títulos que podríamos englobar dentro del subgénero de las casas encantadas, llegando a saturar al público repitiendo los mismos patrones una y otra vez. Pero, de vez en cuando, surgían títulos con un fuerte componente psicológico que va mucho más allá de las simples historietas de fantasmas y apariciones, como es el caso de la infravalorada El Ente.

El realizador canadiense Sidney J. Furie lanzaba, a principios de los 80, su interpretación de un caso real sucedido en los 70, muy conocido por los aficionados de lo paranormal. Doris Bither era una madre de familia que cuidaba sola a sus cuatro hijos y que sufría violentos ataques de un ente invisible, aseverando que llegó a ser violada en múltiples ocasiones, apareciendo además en su cuerpo moratones y marcas de dientes. Sus propios hijos fueron testigos de los ataques, y su hijo mayor sufrió en sus carnes las consecuencias de intentar parar un ataque a su madre, saliendo éste disparado de una punta a otra de la habitación en la cual se encontraban y rompiéndose el brazo. Fue ese el punto de inflexión para Doris, que cuando vio amenazada no solo su vida, si no la de sus propios hijos, decidió acudir a una conferencia que los investigadores Kerry Gaynor y Barry Taff realizaban en su ciudad, explicándoles el caso y solicitándoles su ayuda.

La naturaleza física de los ataques y su tremenda violencia, según relataba Doris en las posteriores entrevistas con los investigadores, hizo que estos fueran muy escépticos al principio, puesto que por lo general los ataques físicos de espíritus o entes no son habituales. Pero, poco a poco, la teoría de que todo estaba en la cabeza de Doris fue perdiendo peso, desde el mismo momento en que el equipo de investigación contempló con sus propios ojos (y sus cámaras, con fotografías que podéis encontrar por internet buscando información del caso) un ataque a la pobre Doris. Los investigadores relataron que aparecieron bolas de luz en el momento en que la víctima provocó al ente, pese a que las cámaras capturaron solo unos arcos luminosos, y que en un momento estos formaron un torso de hombre, grande y musculoso, sin cara.


Como es habitual en estos casos, se generaron opiniones muy diversas por parte de expertos en parapsicología, psiquiatras y demás profesionales de la materia. Mientras algunos mantenían que todo estaba en la cabeza de Doris, víctima de abusos sexuales en su infancia, otros defendían la teoría de que su trauma era tan fuerte que era capaz de generar energías que se volvían en su contra. Lo cierto es que, quien presenció los ataques, siempre mantuvo que fueron reales al 100% debido a lo físico de los mismos, dejando marcas visibles en el cuerpo de la víctima. Sea como sea, los ataques persistieron a pesar de los constantes cambios de domicilio de Doris y su familia, disminuyendo poco a poco en intensidad y desapareciendo finalmente.

La adaptación fílmica del caso, con una brillante Barbara Hershey en el papel de la atormentada protagonista, da un giro al caso real centrándose más en la parte psicológica y dando tanto peso a esta como al caso paranormal. Y es que las teorías freudianas y el fuerte componente psicosexual de la historia es potenciado en la figura del doctor Weber, haciendo que El Ente vaya más allá de una mera historia de casas encantadas y convirtiéndola en una de las mejores películas del subgénero, según la humilde opinión de un servidor. Y es que en lo que se refiere a la factura técnica no es especialmente destacable, pero transmite más tensión durante todo su metraje sin necesidad de efectos excesivos y jump scares facilones que el 99,9% de producciones actuales (¡hola James Wan!). Para la posteridad quedan esas escenas de violación con los cañones de aire a presión sobre los pechos de la Hershey como si un ente invisible los magreara, posiblemente de las escenas más impactantes dentro del género.


Tal vez el tiempo la coloque en su sitio, tal vez no, pero los aficionados al género sabemos que esta pequeña joya no puede faltar en nuestras colecciones.

Óscar Lladó

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