Hi, Britishness lovers!
Bienvenid@s a una nueva entrega de The British Corner.
Recuperamos la normalidad en la
sección después de la Semana del Misterio, pero no lo
haremos de cualquier manera. Como sabréis, en éstas semanas se
están celebrando los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, así que
vamos a rendirle un pequeño homenaje a la competición deportiva más
antigua de la Historia. Y lo haremos con un clásico por excelencia
sobre las Olimpiadas: CARROS DE FUEGO.
Carros de Fuego
es una producción británica de 1981, catalogada como drama
histórico y dirigida por Hugh Hudson. La película está
basada en hechos reales, al contarnos la historia de dos atletas
británicos que participaron en los Juegos Olímpicos de París de
1924: Eric Liddell y Harold Abrahams (aunque no todos
los hechos que vemos en la película sucedieron en la vida real).
Estamos en 1919. El joven
Harold Abrahams (interpretado por Ben Cross) consigue entrar
en la prestigiosa Universidad de Cambridge para cursar sus estudios,
pero a pesar de ser inglés su ascendencia judía le hará
experimentar el desagradable trato antisemita de los profesores. No
obstante, consigue entrar en un grupo de amigos a través del club
universitario Gilbert and Sullivan. Apasionado del atletismo,
consigue ser el primero en completar con éxito la Trinity Great
Court Run (una prueba real de gran tradición en Inglaterra, que
consiste en dar la vuelta en carrera al claustro del Trinity
College de Cambridge antes de que el reloj toque la última de
las campanadas de las 12h.). Ésta hazaña y su participación en
varias carreras de competición nacional en las que permanecerá
invicto le dotarán de cierto prestigio en el Campus.
Por la otra banda, tenemos a
Eric Liddell (interpretado por Ian Charleson), otro apasionado
atleta hijo de un matrimonio de misioneros escoceses que ha nacido en
China. Al haberse criado en un hogar tan religioso, el joven vive su
vida a través de profundas convicciones cristianas. Estando de
visita en Escocia muestra su intención de alcanzar el atletismo
profesional, lo que provoca el disgusto de su también devota hermana
Jennie (Cheryl Campbell), pero Eric no hace caso convencido de
que correr también es una forma de glorificar a Dios.
Pronto tiene lugar la primera
carrera Liddell-Abrahams, muy esperada por todos, en la que el
primero se impone al segundo. Harold, profundamente disgustado, se
plantea su futuro como atleta hasta que es persuadido por Sam
Mussabini (interpretado por Ian Holm), que se ofrece para ser
su entrenador personal y ayudarle a pulir su técnica, pues aptitudes
las ha demostrado de sobra. Además, Abrahams se ha propuesto a sí
mismo llegar a lo más alto para hacer callar las voces de los
antisemitas.
Tras años de duro entreno,
tanto Liddell como Abrahams, junto a otros jóvenes atletas amigos de
Harold en Cambridge, son seleccionados por el Comité Olímpico de
Gran Bretaña para participar en las Olimpiadas de París de 1924. Y
es a partir de aquí cuando en nuestros dos protagonistas empezarán
a surgir las complicaciones: Eric tiene su primera carrera en
domingo, el Día del Señor; y Harold es claramente derrotado a las
primeras de cambio por los atletas representantes de Estados Unidos.
Todas las esperanzas de nuestros atletas parecen venirse abajo
repentinamente...
"Carros de Fuego",
dos horas de introspectiva psicológica en la mente de dos hombres
que se enfrentan a varios dilemas morales: la glorificación y honra
a Dios por un lado, y el derribo del muro de los prejuicios por el
otro (hay que recordar que la película está ambientada en la
Inglaterra de los años 20, época en que la religión aún se
anteponía en muchos aspectos de la vida diaria y con una sociedad
que no acababa de ver con buenos ojos a la comunidad judía, aunque
sin llegar al extremo que Alemania mostraría una década después).
Una lucha no sólo en la pista, sino también fuera de ella. Una
grandísima lección de perseverancia en el cumplimiento de los
objetivos que nos marcamos en la vida. Un clasicazo que merece ser
visto sí o sí al menos una vez, e incluso debería ser revisionado
en más ocasiones, aunque sólo sea por volver a disfrutar de la
mítica escena de los atletas entrenando en la playa escocesa de West
Sands en St. Andrews, a ritmo de la banda sonora del genial maestro
Vangelis.
Nos leemos en la próxima
entrega. Ta-ra, lads!
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