sábado, 27 de agosto de 2016

BAÑO DE SANGRE VOL. 7: “EL VAGÓN DE LA MUERTE (THE MIDNIGHT MEAT TRAIN)”

¡Muy buenas!


Los trabajos literarios de Clive Barker son un asunto pendiente para un servidor. Si bien soy de los que ha gozado y sigue gozando con sus trabajos cinematográficos, inexplicablemente no he entrado en su mundo literario más allá de relatos sueltos de sus Libros de sangre. Pero bueno, queda toda una vida por delante para ello, nada grave.


Mientras llega el momento de ponerme a ello, seguir viendo adaptaciones cinematográficas de sus relatos y novelas suele ser una experiencia cuanto menos entretenida, siempre que caiga en buenas manos… lo cual es el caso de The Midnight Meat Train, mal traducido aquí como El Vagón de la Muerte (a gusto se quedarían los colegas….).

Bajo las riendas de Ryûhei Kitamura, director de la maravillosa Azumi y con un Bradley Cooper más que decente protagonizándola, esta adaptación del relato de Barker del mismo nombre resulta en un producto sumamente entretenido cargado de acción y tensión, una de esas gratas sorpresas con las que uno se topa. Choca que no haya destacado más entre tanta mediocridad.


Cooper interpreta a León Kauffman, un fotógrafo al que retan a llevar su arte un paso más allá, a buscar la “verdadera” realidad social de Nueva York. Para ello, Kauffman explora en las noches de la Gran Manzana a la captura de fotos impactantes, lo cual le lleva a descubrir que cada madrugada un individuo trajeado se dedica a matar a los pasajeros del tren nocturno de las más brutales y grotescas formas, obsesionándose con el caso y comenzando a investigar… Y hasta aquí puedo leer, manteniendo nuestra política de no spoilear a nadie con nuestras reseñas. Quien haya visto al menos un par de trabajos de Barker o haya entrado en su oscuro mundo literario podrá imaginarse que la cosa no se queda ahí, llevándonos a un sombrío y sorprendente desenlace que te deja satisfecho y contento por haberte topado con tan tremenda obra.


Su mejor baza es sin duda ese ritmo trepidante que transmiten esos frenéticos planos tan comunes en el cine de acción nipón, además de las crueles y cruentas muertes que, a pesar de tirar bastante de CGI, sorprenden y provocan más de una mueca de disgusto, lo cual siempre es de agradecer.

Una joyita del terror moderno que no puede faltar en cualquier colección que se precie, demostrando que, aunque haya que rebuscar, la esperanza no está perdida: el cine fantástico sigue vivo.


Muy vivo.

Óscar Lladó

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