Los trabajos literarios de Clive Barker son un asunto pendiente
para un servidor. Si bien soy de los que ha gozado y sigue gozando
con sus trabajos cinematográficos, inexplicablemente no he entrado
en su mundo literario más allá de relatos sueltos de sus Libros
de sangre. Pero bueno, queda toda una vida por delante para
ello, nada grave.
Mientras llega el momento de ponerme a ello, seguir viendo adaptaciones cinematográficas de sus relatos y novelas suele ser una experiencia cuanto menos entretenida, siempre que caiga en buenas manos… lo cual es el caso de The Midnight Meat Train, mal traducido aquí como El Vagón de la Muerte (a gusto se quedarían los colegas….).
Bajo las riendas de Ryûhei Kitamura, director de la maravillosa
Azumi y con un Bradley Cooper más que decente
protagonizándola, esta adaptación del relato de Barker del mismo
nombre resulta en un producto sumamente entretenido cargado de acción
y tensión, una de esas gratas sorpresas con las que uno se topa.
Choca que no haya destacado más entre tanta mediocridad.
Cooper interpreta a León Kauffman, un fotógrafo al que retan a
llevar su arte un paso más allá, a buscar la “verdadera”
realidad social de Nueva York. Para ello, Kauffman explora en las
noches de la Gran Manzana a la captura de fotos impactantes, lo cual
le lleva a descubrir que cada madrugada un individuo trajeado se
dedica a matar a los pasajeros del tren nocturno de las más brutales
y grotescas formas, obsesionándose con el caso y comenzando a
investigar… Y hasta aquí puedo leer, manteniendo nuestra política
de no spoilear a nadie con nuestras reseñas. Quien haya visto al
menos un par de trabajos de Barker o haya entrado en su oscuro mundo
literario podrá imaginarse que la cosa no se queda ahí, llevándonos
a un sombrío y sorprendente desenlace que te deja satisfecho y
contento por haberte topado con tan tremenda obra.
Su mejor baza es sin duda ese ritmo trepidante que transmiten
esos frenéticos planos tan comunes en el cine de acción nipón,
además de las crueles y cruentas muertes que, a pesar de tirar
bastante de CGI, sorprenden y provocan más de una mueca de disgusto,
lo cual siempre es de agradecer.
Una joyita del terror moderno que no puede faltar en cualquier
colección que se precie, demostrando que, aunque haya que rebuscar,
la esperanza no está perdida: el cine fantástico sigue vivo.
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