viernes, 19 de mayo de 2017

BAÑO DE SANGRE VOL. XXII: “CELLAR DWELLER (El Morador de las Tinieblas)”

¡Dominguers! Ahora que llega el calor… ¿Qué mejor que un refrescante baño de sangre?


En el menú de hoy os proponemos animatronics bestiales de personajes de cómic que cobran vida, algo de sangre (que para algo estáis leyendo esto) y mucho amor por el género. ¿Qué tal un exploit de Creepshow de la Empire con la aparición estelar del gran Jeffrey Combs (a.k.a. Herbert West de Re-Animator)? ¿Apetece?


Cellar Dweller, conocida por estos lares como El Morador de las Tinieblas o Criaturas al Acecho nos cuenta una historia que comienza en los años 30 cuando Colin Childress (Jeffrey Combs), un dibujante de cómics de terror, crea un monstruo que cobra vida. Al intentar acabar con él, prende fuego al sótano y muere en el incendio. 30 años después, con la casa convertida en una colonia de artistas, una dibujante de cómics y fan de Childress recién llegada al lugar hace que la historia se repita.


Con libreto de Don Mancini (un despiporre en toda regla del escritor de Muñeco Diabólico) y dirigida por el artesano John Carl Buechler, quien además creó el genial animatronic de la bestia, la película no solo pasa por aprovechar el tirón de Creepshow, si no que sirve como carta de amor al cine de terror. Y es que mezcla, con maestría, esas pinceladas de slasher con su esencia de monster movie y rinde homenajes constantes al género fantástico, probablemente muchos de ellos involuntarios (su ubicación en una escuela de arte aislada y esa parte de la introducción con la protagonista llegando allí en un taxi mientras cae la de dios me hizo pensar en Suspiria) y otros obviamente voluntarios como los posters de Ghost Town (otra producción de la Empire) y de Re-Animator en la habitación de la protagonista.


Una divertidísima película de serie B con unas formas esencialmente campy, cargada de tanta mala leche como humor y con momentos memorables como una decapitación de aquellas dignas de hacer un gif con tal de verlo repetido 50.000 veces. Una gloriosa ochentada que solo los paladares más (o menos, según se vea “el vaso”) exquisitos sabrán saborear.

Hasta el próximo baño. Recordad seguir los consejos de la Iglesia de la Eutanasia: save the planet, kill yourself.

HAIL SEITAN!

Óscar Lladó

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