Durante la década de los 80 y parte de los 90 hubo un dúo cómico (aunque inicialmente fuera un trío) que lo petaba en televisión con sketches surrealistas y esperpénticos. Ese dúo no era otro que Martes y Trece, o lo que es lo mismo: Josema Yuste y Millán Salcedo. Y claro, ya sabemos lo que nos gusta en este país ver pelis con los humoristas del momento. Martes y Trece no tardó en dar el salto a la gran pantalla y una de las pelis más entrañables que realizaron fue El Robobo de la Jojoya.
Dos hermanos ladronzuelos de profesión planean el robo de un diamante llamado el ojo de Nefertiti. Sin embargo, se les adelantan y los hermanos son arrestados y acusados de un crimen que no han cometido. Para demostrar su inocencia tendrán que escapar de prisión e ir en busca de los auténticos ladrones.
Segunda colaboración de Álvaro Sáenz de Heredia con Martes y Trece. No olvidemos que Sáenz de Heredia es un director muy bregado en estos menesteres, tal y como hizo con Andrés Pajares en "La hoz y el Martínez” o con Chiquito de la Calzada en la trilogía épica "Aquí llega Condemor, el pecador de la pradera”, “Brácula” y “Papá Piquillo”.
El film es una sucesión de sketches al servicio de Martes y Trece. Sorprende que se necesitaran 3 guionistas para elaborar un guión, cuanto menos, poco elaborado. Eso sí, un gag memorable es el que concierne al desnudo gratuito de Esther Del Prado con Josema Yuste siguiéndole las tetas con la mirada mientras narra las noticias desde la televisión. Fabuloso.
La secuencia del juicio también es notable dada su hilaridad, pero también hay tramas que se hacen excesivamente largas como la de la tienda de ropa (en ocasiones creía estar viendo “Crimen Ferpecto” de Alex De La Iglesia).
Con más pena que gloria transcurre el cameo de Emilio Aragón haciendo de cliente que se las ve y se las desea con un traje rebelde en los probadores. Pero la guinda del pastel es la aparición de un cocodrilo falso de cojones el cual, para más inri, adquiere notable protagonismo en los créditos finales. Sospecho que el departamento de efectos especiales sufrió algunos recortes de presupuesto.
Cabe destacar que “El Robobo de la Jojoya” no llegó a tener el éxito comercial de su predecesora “Aquí huele a muerto… ( ¡Pues yo no he sido! ) pero, aún así, llegó a ser la segunda película española más taquillera del 1991 tras la todopoderosa "Makinavaja, el último choriso".
Hablamos de una película que solo disfrutarán los incondicionales de Martes y Trece. No ha envejecido del todo bien y lo mejor es verla como legado del humor que se destilaba en este país por aquél entonces. Si solo te apetece echar unas risas tontas, mejor que mejor. Eso sí, evita su visionado si tienes cerca a Carlos Pumares.
Aureli Del Pozo
@Aureli_Vader
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