viernes, 30 de diciembre de 2016

BAÑO DE SANGRE VOL. XV: “GRAVE (RAW)”

¡BAÑISTAS!

Ahora sí que sí, toca despedir el año con el último Baño de Sangre de este prolífico 2016. Porque quien nos conoce sabe que somos amantes de los clásicos de toda índole, pero que también disfrutamos y amamos el cine contemporáneo. A través de nuestra presencia este año en diversos festivales como los de Sabadell, Sitges, Molins de Rei, Horrorvision, Nits de Cinema Oriental de Vic, etc… hemos podido descubrir pequeñas joyas que probablemente pasen desapercibidas incluso para el más cinéfilo, ya que no contamos con su distribución por estos lares. Pero hay una película en particular que, por diversos motivos, lleva tiempo en boca de los amantes del terror y que, por suerte, contará con la distribución de una multi. Y es que nada más y nada menos que Universal ha apostado por esta pequeña joya. Y digo joya sin especificar de qué género, puesto que no estamos ni mucho menos ante una película exclusivamente de terror, sino que es un cruce de aquellos a los que estamos acostumbrados a encontrar en el cine independiente entre el drama y el terror.

Por supuesto, hablo de Raw, o Crudo, o Grave… llámale X. El debut en el largometraje de la francesa Julia Ducournau, la cual se convierte ipso facto en uno de esos nuevos talentos a seguir de cerca, un talento aparentemente innato porque uno no acaba de creerse que, ante tal ejemplo de calidad, esté contemplando una ópera prima.  


Siempre intento mantener bajo el hype para no llevarme una decepción, pero en este caso me fue difícil. Hace ya unos meses, los medios (no solo los especializados, sino también los generales) se hicieron eco de un suceso acontecido en el Festival Internacional de Cine de Toronto en el que hubieron desmayos debido a sus gráficas escenas de canibalismo. Como uno ya tiene los huevos pelados de ver campañas de marketing similares, no sabes si creértelo o pensar que es una jugarreta. No sabemos si la firma con Universal sucedió antes o después del boom mediático, sea como sea la señorita Ducournau ha salido ganando porque una relativamente modesta producción francesa está teniendo una proyección a nivel mundial que más quisieran para sí otras producciones más grandes.

A lo que íbamos… que ante noticias así es fácil que los amantes del cine más visceral comencemos a salivar y, teniendo en cuenta su procedencia, es fácil hacer la conexión con esa oleada de realizadores franceses que alguien decidió unir bajo la etiqueta de Nuevo Extremismo Francés, que tantos buenos momentos nos ha dado a través de títulos que, si no son ya de culto, lo serán dentro de muy poco. Pero asociar Raw con películas como Martyrs, Alta Tensión o A l’Interieur es un error. Si todavía no la habéis visto, no hagáis como yo, no os hagáis ninguna idea preconcebida porque (palabrita de niño Jesús) lo que os vais a encontrar va a ser totalmente diferente a cualquier idea que os pudierais hacer previamente. Por supuesto, evitando spoilers para que la experiencia sea tan satisfactoria como lo fue la mía.


Raw arranca presentándonos a Justine, la protagonista de éste crudo (insertar aquí sonido de badumm tssssss) relato en el que nada es lo que parece, en un juego de dicotomías que se dan paso entre sí para mostrarnos los cambios que suceden en el interior de una chica joven enfrentándose a su primer año de universidad. Y es que Justine proviene de una familia en la que todos son veterinarios y veganos, con lo cual se dispone a seguir sus pasos para ingresar en la Facultad de Veterinaria. Allí se encontrará con que en una de las clásicas novatadas se verá forzada a comer un trozo de carne cruda, lo cual despertará en ella nuevas y extrañas sensaciones…

Justine, interpretada por una tan magnifica como desconocida Garance Marillier, buscará un apoyo en principio inexistente en su hermana Alexia (Ella Rumpf), creando un tándem interpretativo cuya compenetración me remitió a las hermanas Séguret (Camille y Lena) de la también francesa ficción televisiva Les Revenants (la cual, por cierto, nunca me cansaré de recomendar). Su relación crece y muta como ellas mismas, experimenta cambios drásticos que se nos muestran desde un prisma en el que se entremezclan y, en ocasiones, fusionan lo romántico, lo bonito, lo repulsivo y lo impactante.
Pocas películas son capaces de transmitir esa sensación de encontrar lo bello en lo grotesco, y Raw lo consigue con creces debido, en gran medida, a las magníficas interpretaciones de Ella y Garance. Y también, por supuesto, al hecho de que en realidad nos encontramos ante una película que se aproxima al coming of age (eso sí, desde una perspectiva un tanto más brutal a lo que el género nos tiene acostumbrados), con lo cual es fácil empatizar y congeniar con los sentimientos de las protagonistas. Y es que, al fin y al cabo, estamos ante una película que habla de todos esos cambios internos por los que pasa una chica y, en este caso, una chica que se nos da a entender siempre ha estado sobreprotegida y vigilada. Un despertar progresivo de emociones y sensaciones expresadas a través de la ingesta de carne u otras perlas que esta sorprendente ópera prima nos tiene preparadas.


La película cuenta con escenas que pueden resultar un tanto molestas para cierto sector del público… ese sector al que pertenece la persona que se desmayara en su proyección en Toronto. Pero, si estáis leyendo esta sección, en este caso hay que decir eso de “pues no es pa’ tanto”. Cada vez que me han preguntado por este tema he dicho lo mismo: hay más violencia y situaciones “desagradables” en lo que cuenta que en lo que muestra, y eso es algo totalmente positivo, porque es “muy fácil” (ya me entendéis…) hacer un despliegue de efectos y mostrar violencia gráfica y explícita, pero lo que no es tan fácil es conseguir ese mismo resultado a través de situaciones nada explícitas o “simples” (vale, juro que dejo de poner comitas ya) diálogos.

Cabe hacer una mención especial a la fría y quirúrgica fotografía de Ruben Impens, que marida a la perfección con esos espacios llenos de batas blancas que cubren cuerpos con cambiantes y confusas mentes. Una confusión que puede resultar tan bonita como peligrosa, y que acaba generando en los nostálgicos una especie de amnesia que les permite idealizar esa época de sus vidas. Pero hay que quedarse con eso: hasta en lo más grotesco se puede hallar la belleza.


Mañana recordad que lo de las uvas está ya pasado de moda, que lo que se lleva, para darle emoción y riesgo, son 12 trocitos de pez Fugu crudo. No escuchéis a las malas lenguas que quieren desprestigiar el consumo de éste maravilloso fruto de la naturaleza, el Fugu no tiene ni veneno ni pollas y lo podéis cortar vosotros mismos a lo loco, sin seguir patrones establecidos, que es lo que quieren esos inquisidores gastronómicos.

¡Feliz 2017… HAIL SEITAN!

Óscar Lladó

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