viernes, 23 de septiembre de 2016

BAÑO DE SANGRE VOL. 9: “LAS GARRAS DE LORELEI”

 Sí cinedominguers, sí. Ya se ha ido a tomar por el culo el verano. Vuelve el poder salir a la calle sin convertirte en Melting Man. Vuelven el fresquito, la lluvia y el encerrarse en casa a ver películas. Vuelve el momento de descubrir joyones, y aquí estamos nosotros para destaparlos. Porque si existe una película infravalorada y poco conocida de nuestro fantaterror, esa es Las Garras de Lorelei, curiosa mezcla de estilos e influencias ejecutada por nuestro querido Amando de Ossorio, justo entre medio de la publicación de la segunda y tercera parte de sus Templarios Ciegos.


Con un estilo a caballo entre el gótico de la Hammer, las monster movies de la época y hasta el giallo, la película no es desde luego ninguna obra maestra, pero sí asegura un buen rato de entretenimiento.

Protagonizada por un Tony Kendall con un tupé a lo Elvis y un aura de seductor supremo interpretando a un cazador, la película narra la historia de un pueblo a la orilla del Rin en el que una criatura está acabando poco a poco con las jovencitas del lugar, lo que lleva al cazador a ser contratado por una escuela escuela femenina regentada por una bellísima Silvia Tortosa con tal de protegerlas de la bestia. Mientras trata de darle caza, ese cruce entre Elvis y Julio Iglesias que es el personaje de Kendall va dejando tras de sí un rastro de sangre…. Digo, de corazones rotos. Mientras tanto, la bestia se dedica literalmente a arrancarlos de los cuerpos de sus víctimas, con unos buenísimos planos con látex y sangre falsa a punta pala obra del artesano Alfredo Segovia, quien trabajó con nombres tan reputados como Terence Hill, Bud Spencer o Paul Naschy. Un trabajo excelente que convierte a Las Garras de Lorelei en una de las obras del fantaterror más adecuadas para esta nuestra sección (joder, siempre había querido meter algo a lo Juan Cuesta en una reseña… una cosa a tachar de mi lista de “cosas que hacer antes de ser asesinado”).


Helga Liné interpreta a Lorelei (no es un spoiler, si no te das cuenta de ello desde su primera aparición es que tienes la cabeza metida en el culo) y, aun contando con su atractivo germánico, no acaba de convencer en ningún momento, puesto que Lorelei debería ser un personaje más enigmático, temible, hipnótico en su habla y en su hacer, y desde luego es algo que no se consigue en ningún momento. Obviamente tiene carencias en el apartado técnico, como esas entrañables a la par que cutronas transformaciones en slow motion, pero compensa con una fotografía muy atractiva, con ese cromatismo que nos lleva a pensar (como decíamos anteriormente) en la Hammer, además de las potentes escenas de gore y un guión simplón pero sumamente divertido.


 En definitiva, un film que desde luego no está entre lo mejor de la filmografía de Ossorio pero injustamente olvidado e infravalorado por la gran mayoría del público aficionado al género.


No olvidéis los últimos estudios que demuestran que ingerir cantidades masivas de cicuta alarga la vida unos años. A por ello, valientes.

Óscar Lladó

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