Maestro,
Que inesperada tu partida, que dolorosa va a ser tu ausencia. Me
has enseñado tanto sin siquiera conocerme que me sorprendo aquí,
triste y abatido por la noticia de tu marcha. Porque sí, hoy decimos
adiós a un master of horror, al padre del zombie moderno.
Pero también a una persona que, consciente o inconscientemente, ha
servido de inspiración para todas las personas que alguna vez hemos
soñado con coger una cámara y dar vida a nuestras pesadillas.
Ejemplo de cineasta guerrillero y luchador, independiente hasta
las últimas consecuencias, diste una lección al mundo al mostrar
que se pueden llevar a cabo proyectos de éxito con un grupo de
amigos y un presupuesto prácticamente nulo. No soportaste que nadie
te dijera qué debías hacer. No dejaste que nadie marcara tu camino,
y mucho menos que lo allanara. Fuiste un visionario en términos de
producción, realización y distribución de tus trabajos, enseñando
a varias generaciones de realizadores que lo único que hace falta
para tirar adelante tus proyectos es pasión, perseverancia y tocar
con los pies en el suelo con la actitud de quien quiere tocar el
cielo.
Viste pasar, por delante de tus gruesas gafas de pasta, las modas
y los detractores que fueron apareciendo por el camino. Te mantuviste
impasible, implacable, constante y convencido de que tu universo, ese
que creaste y que tanto se ha imitado, tenía aún (casi 50 años
después) mucho que decir… y, de hecho, ahí queda ese proyecto
llamado Road of the Dead que espero y deseo que llegue
a buen puerto, y que sirva como homenaje póstumo a la vez que como
última contribución a tu world of the dead.
Nos enseñaste que el terror puede ir mucho más allá, que puede
utilizarse como denuncia y que las masas de no-muertos sedientos de
sangre son mucho más parecidas a nosotros de lo que jamás podríamos
haber imaginado. Fuiste un visionario, capaz de anticiparte a grandes
cambios sociales antes incluso de que sucedieran. Serviste de
inspiración para alejar todo un género de los convencionalismos y
clichés asociados, moldeando e inspirando a nombres ahora tan
importantes como Cronenberg, Carpenter o Craven.
Le diste una vuelta de tuerca al cine fantástico, no solo por tus
implacables hordas de muertos vivientes, si no precisamente por ser
capaz de hacernos reflexionar a la par que sentir escalofríos.
Nunca olvidaré esa mañana de vacaciones en que, sin motivo
aparente, los ojos se me abrieron como platos a las 6 de la mañana,
fui al comedor intentando no hacer ruido para no despertar a mis
padres y, por casualidad, me topé con Dawn of the Dead
empezando en la televisión. ¿Cuántas horas habré pasado
imaginándome qué haría en un apocalipsis zombie? Todo “por tu
culpa”. Todo después de esa mágica mañana en la que,
aparentemente, estaba escrito que descubriera tu universo.
Gracias, George. De todo corazón, gracias por tu trabajo y
por todas tus aportaciones a este género que es mi más pura pasión.
Gracias por esas experiencias inolvidables que fueron ver por primera
vez tus películas, por hacer que me obsesione durante muchos años
con el subgénero zombie y, sobretodo, por enseñarme que se puede
llegar a algo en la vida siendo fiel a tus principios y convicciones.
No lo sabes, pero dejas un vacío enorme en muchas personas que ni
siquiera te conocíamos. Un vacío que costará llenar de nuevo.
Buen viaje, amigo. Que la tierra te sea leve. Y, por favor, si te
da por volver a la vida, que sea para seguir haciendo cine por toda
la eternidad.
Óscar Lladó
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