¡Dominguers! Volvemos a Sitges para la
primera jornada intensiva, después de ver ayer solo al Guillermo
del Toro más fresco desde El Laberinto del Fauno.
El día ha comenzado temprano con The
Killing of a Sacred Deer el nuevo trabajo del siempre
polémico (por generar disparidad de opiniones sus películas, más
que nada) Yorgos Lanthimos, una de las apuestas firmes del
festival desde el minuto cero, siendo uno de los primeros anuncios de
la parrilla y, según Ángel Sala (director del festival), una
película con la que quedaron cautivados tras su proyección en
Cannes. Y lo cierto es que no es para menos, porque Lanthimos es
sin duda un realizador que no deja impasible y que, cada vez más,
crea su propio sello… aunque sea a base de homenajes y referencias
a Haneke, Lynch o Kubrick. Cabe destacar la
actuación de Colin Farrell, un actor que no es demasiado de
mi agrado y al que hay que reconocerle el trabajo bien hecho esta
vez.
Como hay épocas en las que vivo en la
puta inopia, me acerqué a mediodía a Brigadoon pensando que iba a
ver un documental sobre la vida y obra de Jose Mojica Marins en
formato serie, y no la divertida dramatización con la que me topé.
Y es que Zé Do Caixao tiene suficiente pulso dramático y
unos personajes tan entrañables que es capaz de convencer a
cualquiera, sea o no seguidor del extraño mundo de Mojica. No sé la
otra persona que había en la sala (a parte del técnico), pero un
servidor lo pasó en grande con los dos primeros episodios que, desde
luego, dejan con ganas de más.
¿Qué se puede decir de El
Exorcista que no se haya dicho ya? Es una absoluta obra
maestra del cine, no solo del fantástico, si no en general.
Espeluznante como el primer día, sigue teniendo garra suficiente
para erizar cada pelo de tu cuerpo y, vivirla con su director (el
maestro William Friedkin) presente no es algo que pueda
hacerse todos los días. Tras la película Friedkin contestó
a las muchas preguntas que el respetable le lanzó, con un humor, una
frescura y una sabiduría palpable en cada palabra que convirtió la
tarde (como suele ocurrir con los Q&A de mitos de tal calibre) en
algo inolvidable para los presentes. Dejó clara su postura hacia la
cuestión independentista con varias bromas, habló de su visión
sobre el cristianismo, animó a los artistas del mundo a creer
profundamente en aquello en lo que trabajen, contó que a finales de
año saldrá a la luz su grabación de un exorcismo real y contó
divertidas anécdotas acerca de la concepción y el rodaje de El
Exorcista, como el primer contacto con Linda Blair y
su madre, en el cual, al contarle que había leído la novela y que
Regan se masturbaba con un crucifijo, Friedkin le preguntó si
sabía lo que era la masturbación. Linda Blair contestó
“Claro, es cascársela“, sin reparos. Friedkin le
dijo que si sabía qué era exactamente, si lo había hecho. De
nuevo, con toda naturalidad, la futura Regan contestó “Claro.
¿Usted no?”. Fue entonces cuando el maestro supo que ella era
la adecuada. La única niña de 12 años, entre las decenas que había
visto, que sabía que tenía el carácter necesario para que las
cosas horrorosas que iba a ver, decir y experimentar no le
“destrozaran y cambiaran para siempre”.
En una nube y con la convicción de
que todo lo que viniera a continuación daba igual, enseguida
cambiaría de opinión al llegar a la sala Tramuntana para presenciar
la que ha sido hasta el momento (en relación a las bajas
expectativas y el más que satisfactorio resultado) la sorpresa del
festival: Mom & Dad, una gamberrada breve, intensa
y con esencia festivalera protagonizada por un histriónico Nicholas
Cage que provocó carcajadas y aplausos entre el público. No se
ve todos los días a Cage interpretando a un cuarentón en
crisis, sucumbiendo a una especie de hipnosis colectiva que provoca
ira asesina hacia sus propios hijos. Ideal para esas sesiones golfas
con amigos y cerveza. Por cierto, tuve a Gary Sherman delante
durante la sesión y al hombre parece que no le hizo puñetera gracia
la propuesta.
Pero la noche aún deparaba una última
sorpresa, aunque en éste caso era bastante de esperar, teniendo en
cuenta de quién venía. Hablo de Housewife, el nuevo
trabajo del turco Can Evrenol, director de la sucia, oscura y
retorcida Baskin. Y, al igual que ese descenso a los
infiernos que fue su ópera prima, el realizador nos vuelve a ofrecer
una película asfixiante, onírica y rompedora repleta de material
pesadillesco de primera. Si Evrenol continúa así, pronto
hablaremos de él como uno de los grandes del género. Tiempo al
tiempo.
Ya saben: no cambien de canal. ¡Mañana
más!
HAIL
SEITAN!
Óscar Lladó
No hay comentarios:
Publicar un comentario