viernes, 2 de febrero de 2018

BAÑO DE SANGRE VOL. XXXIV: “SCARECROWS (ZONA RESTRINGIDA)”

Recuerdo, años ha, cuando no levantaba ni dos palmos del suelo, el miedo que pasaba en casa de los abuelos de uno de mis mejores amigos cuando se nos colaba la pelota en el huerto y tenía que ir a por ella. No, el hecho de que a día de hoy sea vegetariano demuestra que no les tenía miedo a las verduras y hortalizas tan hermosas que el abuelete tenía plantadas ahí, ni a los gatetes que aparecían entre los matojos de repente. Lo que me acojonaba eran esos hijos de puta antropomórficos de paja y tela que llaman espantapájaros, que protegían y reinaban en el huerto con mirada desafiante.
Los culpables de ese terror (fundadísimo, porque… ¿a qué niño no le acojonan esas putas criaturas del averno?) fueron sin duda, como buen 90’s kid, el libro y el capítulo de Pesadillas que tenían los espantapájaros como protagonistas, en una versión light de lo que años después descubriría que era un subgénero en sí mismo: las películas de espantapájaros asesinos. Un subgénero con más títulos casposos que decentes, eso sí. Así que, en un descanso del trabajo, me topé con un “maravilloso” cartel en el catálogo de Movistar+ que prometía una buena dosis de caspa.


Lo que no esperaba era que esta Scarecrows (Zona Restringida en España) también tuviera unas razonablemente generosas dosis de casquería lo cual, si estás leyendo esto y no la has visto, probablemente sean buenas noticias. Y es que en su equipo técnico hay algún gran nombre como el director de fotografía Peter Deming (Evil Dead 2, Twin Peaks, Mulholland Drive…) quien, en cierto modo, proporciona el toque diferencial a la película.


Una panda de ladrones malotes (que a ratos tienen buen fondo, según sople el viento) comete un robo millonario y huyen en un avión secuestrado con el piloto y su hija a bordo. En su huida hacia México, el más malote de todos (aunque luego resultará que es un poco cagao) se lanza en paracaídas con el botín sobre una especie de granja/cementerio abandonada llena de espantapájaros malrolleros que acojonarían al mismísimo Damien Thorn. Obligados a aterrizar para recuperar el botín, los ladrones, el piloto y su hija protagonizan una a ratos ridícula y en global aburrida primera mitad de la cinta que parece un concurso de malas actuaciones… hasta que la película se transforma en un cruce sangriento entre Predator y Evil Dead, cobrando protagonismo las decapitaciones, los destripamientos, y las escenas escabrosas en las que, poco a poco, todos van cayendo muertos.


Sin duda, estamos ante uno de esos maravillosos mejunjes low cost ochenteros que roban descaradamente de aquí y de allá, pero con una apariencia ligeramente más profesional que otros títulos que podríamos clasificar del mismo modo, gracias a la ya mencionada fotografía del aún poco experimentado Deming, a quien me imagino en el rodaje, como buen guerrillero del cine, en plan Rambo, con la bandana, cubierto de barro, fumándose un puro y batallando para sacar algo decente con un presupuesto que no daba ni para pipas. Y los asistentes de producción señalándole y diciendo “A lo que usted llama infierno, él lo llama hogar”.

HAIL SEITAN!


Óscar Lladó 

No hay comentarios:

Publicar un comentario