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domingo, 22 de septiembre de 2019

El Hijo del Naranjo: La trilogía

¡Muy buenas Domingers!, Volvemos de nuestras vacaciones con las pilas cargadas y ganas de casquería.

Y si de sangre y casquería hablamos, a mi se me hace inevitable pensar en Jacint Espuny y su Kutrefacto Films, una factoría de cine Gore y serie B en lo más remoto de Catalunya dónde la pasión por el cine lowcost es un hecho.

Hace un tiempo dediqué una entrada a su primer largometraje Infección Zombi, el cual podéis leer pinchando aquí. Pero hoy toca hablar de la piedra angular de su carrera, ya que su obra es extensa en cortometrajes y mediometrajes de tipo Gore, pero sin duda alguna hay un trabajo que destaca entre todos y ese es la trilogía de El Hijo del Naranjo.


El Hijo del Naranjo, como toda buena peli lowcost, tiene una premisa simple pero contundente. Una monja y un rockero tuvieron una noche loca de cuál nació un churumbel que pronto fue abandonado cuál Moisés en una caja de cartón en un riachuelo. El niño fue a parar a un campo, dónde creció cuál Mowgli en el Libro de la Selva, amparado por un Naranjo asesino que no dudaría en cargarse a todo aquél que lo tocara a él o al niño.

Pero la vida se acaba y el árbol se marchita, así que los roles se invierten y el Hijo del Naranjo se convierte en el protector del campo que le crió. Descuartizando a parejas aficionadas al folleteo en los descampados, raveros rurales, cazadores y un sinfín de personas que interrumpan la calma del lugar.


Todo este embolao dará pie a una serie de 3 películas dónde nuestro Mowgli asesino, tendrá que enfrentarse a los peligros de la vida fuera del campo como pueden ser; Traficantes de órganos, Karatekas locos, Legionarios asesinos y un largo etcétera de peligros de hoy en día a ritmo de punk y heavy metal. Además conocerá otras cosas como el amor, el sexo y la bondad humana, aunque eso ya es otra historia...

Película 100% recomendada a los amantes de la sangre y la caspa, sobretodo si puedes hacerlo acompañado de unas birras y algún amigo de esos que cuándo ve sangre se desmaya. Diversión asegurada.


viernes, 2 de noviembre de 2018

Anime No Shiro: Blood C: The Last Dark

¡Konnichiwa dominguers!

Si hace tiempo vimos una de las películas de vampiros referentes en el Anime, hoy toca su desenlace en una de las más sangrientas versiones.

Para los amantes de las colegialas con katana mata monstruos, hoy toca hablar de nuevo de Saya en este film estrenado en Japón en 2012 y producida por Production I.G.


Empezamos con Saya, quien ya sabemos tanto del primer Blood o de las series Blood+ o Blood C, incluso tiene manga y algunos tomos. Esta película nos explica, realmente, el desenlace de la Saya de Blood C. Y, es que, en el universo Blood existen varias versiones de Saya, pero todas ellas nos ayudarán a entender un poco mejor, a está mata vampiros con habilidades especiales.

Hoy, al margen de todo este universo, hablaremos de Blood C: The Last Dark dónde Saya, al finalizar la serie de Blood C, viaja a Tokio a por un hombre llamado Fumito, básicamente, para eliminarlo por todo lo que le hizo en el pasado.


Empezamos en un metro de Tokyo (guiño a la primera de todas las películas de este universo), donde un hombre aparentemente mareado se transforma en un monstruo y empieza a comerse a pasajeros del tren, hasta que llega a una pasajera, de pelo negro y porta con ella un largo objeto. Ella es Saya, quien no duda en atacarlo con su espada y esté ser, al verse herido, coge a una chica y se la lleva saltando fuera del metro y escalando fachadas. 

Gracias a este monstruo, Saya conoce a la organización Surat, quienes obtendrán información clasificada que le ayudará en la búsqueda de Fumito y su organización llamada Torre, la cual experimenta para crear esos terribles seres llamados Furukimonos y quién tiene el control absoluto de Tokyo gracias a un toque de queda a los jóvenes.

Durante el film veremos a una Saya introvertida, seria y mucho más adulta. Pero poco a poco, dejará que Mana, la chica que salva del primer monstruo, se acerque a ella, incluso creando lazos afectivos que la ayudarán en su investigación. 


Veremos muchos cabos sueltos ser atados y mucha información que no entendimos en su día de la propia Saya. Sorpresas y traiciones se esconden en esta trama donde la sangre corre a doquier.

Los que conocéis esta saga, sabéis que es bastante sangrienta y gore, sobretodo por los dos últimos capítulos de Blood C. Aunque en esta ocasión, la sangre y gore, no serán tan protagonistas.

La animación entre 2D y 3D hace una deliciosa combinación y la banda sonora, sigue el hilo de este universo. Pero si cabe destacar algo, es la oscuridad que nos transmite cada escena, digno de la primera película de Blood. Para mí, recomendable al 100% aunque no sepáis de esta saga, os hará querer saber mucho más.

¡Arigato! ¡Hasta la próxima!


jueves, 21 de junio de 2018

SPANISH BIZARRO: MUCHA SANGRE

Hubo un tiempo en que el Ministerio de Cultura subvencionaba proyectos gore pasados de rosca. Uno de ellos fue MUCHA SANGRE, del debutante Pepe de las Heras. Y qué queréis que os diga, mejor que se dejen la pasta en este tipo de propuestas que en los dramones para abuelas del puto J.A. Bayona. Pese a ello, se ve que el rodaje se interrumpió en 1999 por motivos financieros y no se reanudó y concluyó hasta la primavera de 2002.


Choro y Cortaojos son dos presos que se escapan de la cárcel con una única intención: El cobro de una deuda millonaria con su antiguo socio Vicuña. Camino de la chatarrería de su amigo Tío Juan secuestran a Icíar, una chica aparentemente ingenua. Allí se arman hasta los dientes mientras planean cómo acabar con Vicuña, culpable de que Cortaojos acabara en prisión. Pero el malvado Vicuña ha formado una especie de secta y está al frente de una terrorífica invasión alienígena que amenaza a todo el mundo. Después de superar multitud de obstáculos, nuestros héroes se enfrentarán codo a codo en una lucha titánica contra Vicuña y su secta.


La película está ambientada en Almería y tiene a los Mojinos Escozíos como banda principal. No solo chupan cámara si no que forman parte de la BSO de la peli, cosa que es de agradecer. Hablamos de la única incursión de esta banda en el cine aunque su carismático líder “El Sevilla” también participara en las dos pelis de ISI/DISI

MUCHA SANGRE bebe de clásicos gore como LA MATANZA DE TEXAS, LAS COLINAS TIENEN OJOS o BAD TASTE pasados por el filtro “made in Spain”. Chistes zafios, tetas, escatologías varias, un personaje con camiseta y bufanda del Betis ( ¡grande, Tío Juan! ) … Vamos, que es una peli que te da lo que promete con su título. Sorprende ver en este tinglado a un actor tan respetado actualmente como es Rodolfo Sancho. Paul Naschy está en su salsa haciendo de boss temible y sodomizador, un papel con el que fue rescatado del olvido por una buena causa. Y ojito con Isabel de Toro, una pechugona y desconocida actriz muy convincente haciendo de tía dura repartiendo estopa a diestro y siniestro.

Mola ver cómo en una película española de bajo presupuesto se pueden ver escenas de tiroteos en una discoteca con bastante acierto. ¡Que se vea que eso no solo lo saben hacer los yankis, joder! También es muy destacable el apartado del maquillaje y los efectos gore, de notable alto. En definitiva, creo que esta peli está muy infravalorada para lo divertida y resultona que es.


Cómo curiosidad destacar que se hizo una secuela en el año 2007 en el que Pepe de las Heras no tuvo nada que ver y que fue un absoluto fracaso.


Film entretenido para ver una tarde entre colegas con muchas birras. No te esperes mucho más.


Aureli Del Pozo



viernes, 16 de marzo de 2018

BAÑO DE SANGRE VOL. XXXVI “JUEGOS DE SUPERVIVENCIA (TENEMENT)”


Aquí en CineDomingo somos muy fans del cine de vigilantes (o justicieros urbanos) encabronados vengándose de las formas más variopintas y violentas. Y, como ya sabréis si estáis leyendo esto, cuanto más trash sea el asunto, más palotes nos ponemos. También nos gusta mucho el rollito post-apocalíptico, el cine de pandillas, los roughies y, en general, los exploits de los 70 y 80. Por último, sentimos especial predilección por las actuaciones histriónicas, los montajes confusos y esos doblajes cutres-salchicheros de las cintas de la época. Y por muchas más cosas, qué cojones… Pero un título que aúne todas estas características es ir a tiro fijo. Así que Juegos de Supervivencia era un win asegurado de antemano.


Antes de que el destino (o el fracaso de su matrimonio, más bien) les separara, los realizadores Michael y Roberta Findley fueron una pareja prolífica en el cine de explotación, especialmente duchos en el arte del erotismo y el sexploitation, siendo su trilogía de la carne máximo exponente de su trabajo en ese campo. Tras partir peras con Michael, Roberta pasó a dirigir películas pornográficas y, especialmente durante la década de los 80, cine de terror de bajo presupuesto, contando en su filmografía con caspas divertidísimas (Blood Sisters, Predicción...) que conservaban aún el espíritu roughie de sus trabajos dentro del sexploitation. Entre ellas estaba esta histriónica, psicotrónica y ultraviolenta Tenement, que cuenta con muertes escabrosas (con curiosos FX artesanales), patadas en la boca a los moralistas de turno y una sensación general de que el mundo se ha convertido, irremediablemente, en una cloaca gigante.


La historia nos presenta a un grupo de seres con el cerebro frito por las drogas que parecen sacados de un ozploitation post-apocalíptico y a los que les gusta matar ratas, chutarse jaco, y aterrorizar a los vecinos del edificio en el que ocupan, con k, los bajos. Un buen día, uno de esos vecinos llama a la policía y consigue que detengan a la pandilla capitaneada por Chaco (Enrique Sandino), no sin antes recibir amenazas de todos ellos mientras desfilan esposados hacia los coches patrulla.

Contentos y felices por haberse deshecho de los maleantes, los vecinos celebran una fiesta a la par que (como va siendo habitual en el cine de vigilantes) la justicia inepta y corrupta suelta a la pandilla la misma noche de su detención, y estos comienzan su venganza asediando el bloque de pisos. Con lo que no contaban es con que los vecinos fueran a oponer resistencia…


Probablemente, después de leer la sinopsis, habrás pensado en que uno de esos vecinos seguramente fuera Charles Bronson, o debería. Son habituales, de hecho, las comparaciones con Death Wish 3… y con razón. Las similitudes no son pocas, precisamente. Pero hablamos, en este caso, de un enfoque más sucio y oscuro, que busca incomodar y molestar, sin concesiones ni benevolencia ninguna para/con el espectador. Una historia que se sitúa en el Bronx de los años 80: un barrio decadente, crudo y violento. Pero… ¿No es acaso el mundo en el que vivimos violento, crudo y decadente? Como dice el rapero Sick Jacken de Psycho Realm… “el mundo es un barrio, homie”.


HAIL SEITAN!
Óscar Lladó


viernes, 2 de febrero de 2018

BAÑO DE SANGRE VOL. XXXIV: “SCARECROWS (ZONA RESTRINGIDA)”

Recuerdo, años ha, cuando no levantaba ni dos palmos del suelo, el miedo que pasaba en casa de los abuelos de uno de mis mejores amigos cuando se nos colaba la pelota en el huerto y tenía que ir a por ella. No, el hecho de que a día de hoy sea vegetariano demuestra que no les tenía miedo a las verduras y hortalizas tan hermosas que el abuelete tenía plantadas ahí, ni a los gatetes que aparecían entre los matojos de repente. Lo que me acojonaba eran esos hijos de puta antropomórficos de paja y tela que llaman espantapájaros, que protegían y reinaban en el huerto con mirada desafiante.
Los culpables de ese terror (fundadísimo, porque… ¿a qué niño no le acojonan esas putas criaturas del averno?) fueron sin duda, como buen 90’s kid, el libro y el capítulo de Pesadillas que tenían los espantapájaros como protagonistas, en una versión light de lo que años después descubriría que era un subgénero en sí mismo: las películas de espantapájaros asesinos. Un subgénero con más títulos casposos que decentes, eso sí. Así que, en un descanso del trabajo, me topé con un “maravilloso” cartel en el catálogo de Movistar+ que prometía una buena dosis de caspa.


Lo que no esperaba era que esta Scarecrows (Zona Restringida en España) también tuviera unas razonablemente generosas dosis de casquería lo cual, si estás leyendo esto y no la has visto, probablemente sean buenas noticias. Y es que en su equipo técnico hay algún gran nombre como el director de fotografía Peter Deming (Evil Dead 2, Twin Peaks, Mulholland Drive…) quien, en cierto modo, proporciona el toque diferencial a la película.


Una panda de ladrones malotes (que a ratos tienen buen fondo, según sople el viento) comete un robo millonario y huyen en un avión secuestrado con el piloto y su hija a bordo. En su huida hacia México, el más malote de todos (aunque luego resultará que es un poco cagao) se lanza en paracaídas con el botín sobre una especie de granja/cementerio abandonada llena de espantapájaros malrolleros que acojonarían al mismísimo Damien Thorn. Obligados a aterrizar para recuperar el botín, los ladrones, el piloto y su hija protagonizan una a ratos ridícula y en global aburrida primera mitad de la cinta que parece un concurso de malas actuaciones… hasta que la película se transforma en un cruce sangriento entre Predator y Evil Dead, cobrando protagonismo las decapitaciones, los destripamientos, y las escenas escabrosas en las que, poco a poco, todos van cayendo muertos.


Sin duda, estamos ante uno de esos maravillosos mejunjes low cost ochenteros que roban descaradamente de aquí y de allá, pero con una apariencia ligeramente más profesional que otros títulos que podríamos clasificar del mismo modo, gracias a la ya mencionada fotografía del aún poco experimentado Deming, a quien me imagino en el rodaje, como buen guerrillero del cine, en plan Rambo, con la bandana, cubierto de barro, fumándose un puro y batallando para sacar algo decente con un presupuesto que no daba ni para pipas. Y los asistentes de producción señalándole y diciendo “A lo que usted llama infierno, él lo llama hogar”.

HAIL SEITAN!


Óscar Lladó 

viernes, 8 de diciembre de 2017

Anime No Shiro: Midori: La niña de las Camelias

¡Konnichiwa Domingers!

Preparaos bien la mente que hoy toca algo duro. Hoy no hay chicas bonitas, mechas ni cyborgs.

La película en cuestión es Midori: La niña de las camelias, una adaptación dirigida por Hiroshi Hadara del manga homónimo de Suehiro Maruo. Una película que con su poco presupuesto y sus escasos 50 minutos de duración, es todo un referente en el género del drama/gore japonés y que actualmente cuenta también cuenta con una versión en live action.


El anime trata de una niña japonesa, llamada Midori. Ella sueña con ir a la escuela como cualquier otro niño normal, pero sin embargo, su familia no puede financiarse sin ningún otro medio mas que vender flores, así que la pequeña es obligada a vender flores para poder comer cada día.

Un día, un hombre de aspecto generoso y bondadoso tras comprarle todas las flores, la "invita" por así decirlo, a un lugar desconocido. Pero Midori es una buena chica, así que tras rechazar la invitación y con todas las flores vendidas, ella regresa feliz a su casa, pero se sorprende al cadáver encontrar de su madre muerta siendo devorado por las ratas.


Totalmente desolada y sin saber dónde ir, decide dirigirse al lugar  a donde anteriormente la había invitado a ir el sujeto. Una decisión fruto de la desesperación que cambiará toda, absolutamente, toda  su vida por completo y no para bien.

La película es bastante tétrica y triste, con muy pocos momentos felices, y con una historia que de hecho se vuelve cada vez más rara a medida que avanzan los minutos. Yendo desde la pedofilia, pasando por la magia negra, alucinaciones, delirio y finalmente suicidio.

Pero, ¿Qué tipo de atrocidades vivira Midori?, ¿Quién es realmente ese hombre que le ayuda? Y lo que es más importante, ¿Podrá llegar a ser feliz Midori?


La historia se entiende bien y para gente sensible a este tipo de atrocidades, mejor abstenerse de verla. Debajo os dejo la película completa en Youtube (hay que verificar mayoria de edad).


¡Arigato! ¡Hasta la próxima!

miércoles, 29 de noviembre de 2017

SPANISH BIZARRO: LA MATANZA CANÍBAL DE LOS GARRULOS LISÉRGICOS

El cine gore gallego hizo su aparición estelar con este film low-cost dirigido por Antonio Blanco y Ricardo Llovo. Con un ínfimo presupuesto de 350.000 pesetas y jornadas de rodaje maratonianas estos dos locos consiguieron sacar adelante un proyecto demencial no apto para estómagos sensibles.


Unos chavales regresan de un concierto de heavy metal muy perjudicados y acaban sufriendo un accidente de coche. Buscan ayuda y topan con la familia de los Machado que les acoge en su casa y ahí es donde se meten en un buen lío. Y es que los Machado son gente muy de campo que se dedica a la producción de embutidos caseros, una auténtica familia disfuncional en la línea de La Matanza de Texas

Manuel Manquiña como líder desquiciado deja en paños menores al mismísimo Charles Manson con sus discursos idos de la olla. Juanillo Esteban es un Bill Moseley de tercera regional con camiseta de Naranjito incluida que lleva siempre consigo un cadáver en descomposición. Julián Hernández y César Strawberry ( líder de Def con Dos ) son unos desenterradores de cadáveres con tendencias necrófilas y Belén Negreira es la hermana ninfómana más puta que las gallinas. ¿Qué puede salir mal con estos seres tan adorables?


Con un tono gore festivo que recuerda a los mejores films de Herschell Gordon Lewis, la película es tremendamente divertida y jocosa. Su atmósfera sucia y malsana viene acompañada de un humor negro socarrón buenísimo. Eso sí, tiene notables altibajos en lo que a ritmo se refiere ( Manquiña llega a hacerse muy pesado ) pero tampoco le vamos a pedir peras al olmo. Con este tipo de propuestas sabes que lo mejor es un visionado en comunidad con pizza, birra y muchas ganas de pasarlo bien. No hay más.


Lamentablemente el director Antonio Blanco falleció a los 30 años a causa de una sobredosis. Quién sabe cómo podía haber sido la segunda parte que se anuncia al final con el título La matanza caníbal de los garrulos lisérgicos II Parte - La ciudad no es para nosotros.



Estamos ante una “rara avis” dentro del cine español de género. Una propuesta gore costumbrista realizada sin pretensiones y con claras influencias del cine trash estadounidense. La falta de presupuesto se suple con la intensidad y entrega que desprende cada plano del film. De obligado visionado

Aureli Del Pozo


sábado, 11 de noviembre de 2017

Festival de Cine de Terror de Molins de Rei - Sesión inaugural

Ready, aim, fire!

Arranca de nuevo el Festival de Cinema de Terror de Molins de Rei, una de nuestras citas festivaleras favoritas y totalmente obligadas de cada año. Y es que no solo hablamos de una programación tan buena como variopinta, sino de todo un cúmulo de factores que deberían convencer a cualquier aficionado al género de que visitar Molins cada año es obligatorio. No vamos a comentaros de nuevo todas las bondades de este pequeño gran festival, más que nada porque lo hemos hecho en infinidad de ocasiones como en este especial de Baño de Sangre y no queremos ser reiterativos, aunque diríamos una y mil veces lo que adoramos tenerlo tan cerca de casa.


La sesión inaugural nos traía, un año más, una premiere mundial con el gran estreno de la esperada Framed, debut en el largometraje (sin contar su participación en la antología de alumnos de la ESCAC, Los Inocentes) del joven realizador catalán Marc Martínez Jordán. Producida por el incombustible realizador y productor independiente Marc Carreté (co-director también del Sant Cugat Fantàstic) y protagonizada por un jovencísimo elenco de actores con algunas caras conocidas en la pequeña pantalla, como Àlex Maruny (Polseres Vermelles, Cites…) o Joe Manjón (El Internado).  


Arrancando con un curiosísimo mapping sobre dos estructuras de cajas de cartón, el leitmotiv de esta edición (Haneke or the Edge of Horror) daba paso a fragmentos y elementos de Framed para ponernos la miel en los labios. Pero antes le tocaba abrir la noche a Downunder, cortometraje del madrileño Fernando González Gómez.

Nuestro amigo Vicente Ruíz de León, director de uno de nuestros cortometrajes favoritos del año pasado, Una Historia de Violencia, se ha unido al director para coescribir el guion del largometraje de Downunder. De corazón deseamos que el proyecto llegue a buen puerto, pues el sabor de boca que nos dejó es, tirando de equivalentes culinarios, a comerte una buena hamburguesa: no es algo elegante, no es algo fino. Es grasienta, te ensucia las manos y es posible que te lleves algún manchurrón. Pero, cuando la acabas, te sientes jodidamente satisfecho.


Downunder es una road movie con innumerables bondades en apenas 20 minutos de metraje. Personajes bien definidos de los que es fácil encariñarse y querer saber más (especialmente el tan perturbador como simpático personaje de Niko Verona), humor negro y gamberro, gráficas y generosas escenas de violencia y un olor a polvo y arena destilando de cada fotograma que te lleva a viajar por las áridas carreteras de algún desierto estadounidense junto a sus protagonistas, sin olvidar una acertadísima banda sonora que proporciona momentos épicos como ese inicio con Earth, Wind & Fire y su mitiquísima September. ¿A quién no le gusta una buena y violenta comedia de carretera? Productores del país, si no apostáis por Fernando vais a dejar escapar un éxito asegurado.

Llegó, con el teatro de La Peni absolutamente repleto de gente, el momento del estreno de Framed, que nos plantea un futuro distópico cercano y escalofriantemente posible en el que un portal de streaming llamado Framed se ha convertido en uno de los medios de entretenimiento más populares del mundo, siendo el sexo y la violencia los componentes esenciales de los vídeos que consiguen más viralidad. Ese éxito lleva a que muchos usuarios intenten ganar popularidad con sus emisiones a toda costa, como el grupo de psicópatas que interrumpirá la fiesta de despedida de Álex (Joe Manjón), cambiando las distendidas charlas entre colegas por muerte y caos en streaming.


Lo cierto es que el debut de Marc Martínez en el largo tiene un claro target: las nuevas generaciones, los nativos digitales que crecen con ese deseo de popularidad e influencia en las redes sociales, algunos de los cuales (sin llegar a los extremos planteados) usan o usarían métodos cuestionables para alcanzar su objetivo. Además del tema entorno al cual gira la trama, el hecho de contar con un jovencísimo elenco hace de Framed una película con potencial comercial para ese sector de público, con las ventajas e inconvenientes que ello comporta. Y es que, para otros sectores del público a los cuales, sea por lo que sea, ese deseo de popularidad se escape de su comprensión, lo único que quedará será un home invasion salvaje, gamberro y festivalero que probablemente no deje ningún tipo de poso a pesar de proporcionar un rato de entretenimiento.  


Más allá de su guion, el verdadero potencial de Framed reside en su apartado técnico, especialmente en cuanto a fotografía se refiere. Yuse Riera ha hecho un trabajo excelente, proporcionando a la cinta una estética moderna y tecnológica gracias al uso del color y la luz de los neones, que a medida que avanza la cinta se va ensuciando y oscureciendo para hacernos pensar en Fede Álvarez, su reboot de Evil Dead y su exitosa Don’t Breathe. Gracias a ello, no identificarse o no conectar con la trama no hace de Framed un trabajo menos disfrutable, combinando el home invasion con el slasher, además de claros (aunque actualizados) componentes del teen horror entrando por la retina a través de esa atractiva y trabajada estética. Sus pinceladas de humor negro (si bien se echa en falta que Marc hubiera potenciado más esa faceta suya de retorcer aún más lo que ya es de por sí retorcido, tal y como hizo en su cortometraje Caradecaballo) y sus generosas dosis de gore también sirven de ayuda para ese cometido.

La fiesta no ha hecho más que empezar. ¡Nos vemos en Molins!

Óscar Lladó

domingo, 5 de noviembre de 2017

Cazador de Demonios

¡Muy buenas Dominguers!

Para los que nos gusta el cine, Halloween es una excusa para ponernos a ver pelis de terror a mansalva y permitirnos el proyectar alguna que otra burrada llena de vísceras y sangre en alguna reunión/fiesta con amigos. Pero claro, después de tanta fiesta del terror es normal que tengamos algo de resaca y como bien dicen por ahí, la resaca de terror se cura con más terror. ¡Así que vamos!

Mi recomendación para hoy es un pupurrí de cosas molonas, western, muertos vivientes, post apocalípsis, demonios y ¡Wesley Snipes!. Un título de esos con un argumento simple, de pensar poco y con un ritmo bastante bueno que nos quitará todos los males.


La peli en cuestión es Cazador de Vampiros, un Western de Terror dónde un grupo de demonios va despellejando a todo aquel que se encuentra vagando por el lejano oeste. Unos bandoleros con pinta de haber salido de una obra de Clive Barker y que son fruto de un pacto con el diablo.


Por otra parte, tenemos a un vaquero negro de gatillo fácil, el cuál va en busca de venganza sobre éstos demonios a los que en su momento ya mató por primera vez y que está decidido a volver a matar, con la ayuda de un tío que se encuentra por el camino y recluta sin más.


El argumento es sencillo, muy muy sencillo, más que el mecanismo de un botijo. Pero ahí está lo bueno, tiros, sangre, diálogos de besugos y una trama que aunque te pases media peli dormido no le pierdes el hilo. Todo ésto acompañado de unos muy resultones maquillajes con látex y algún CGI cutre que nos hará disfrutar como niños.


Demonios zombi vampiros, vaqueros con muy buena puntería, una historia de venganza y mucha acción es lo que vamos a encontrar en ésta mezcla de Western con post apocalipsis, con Blade y con no se que historias más, que nos hará pasar un buen rato sin necesidad de utilizar ni una de nuestras neuronas.

Ideal para ver con amigos y unas servesitas bien frías.

Aquí va el tráiler:



sábado, 12 de agosto de 2017

BAÑO DE SANGRE VOL. XXVII: “PESADILLAS DE UNA MENTE ENFERMA”

Que el cine es una maquinaria capaz de generar sensaciones de lo más diverso no es ningún secreto. Personalmente, hay una sensación que me encanta: la que te dejan esas películas que te mantienen pensando durante días y, sobre todo, aquellas que crecen a medida que les vas dando vueltas. Normalmente, los que son capaces de provocar esto son títulos profundos, filosóficos, con una narrativa muy visual o un subtexto denso y difícil de capturar en su totalidad con un solo visionado. Pero luego existen esos títulos aparentemente simples (e incluso superficiales) en los que, a medida que vas pensando y analizando detalles, te das cuenta de que no lo son en absoluto. Pocos slashers son capaces de provocarlo pero, sin duda alguna, Pesadillas de una Mente Enferma es uno de ellos, principalmente gracias a su fuerte carga psicológica, la cual tiene más miga de lo que en un principio puede parecer. Pero vayamos por partes.


Como se suele decir, para saber dónde vamos hay que saber de dónde venimos. Romano Scavolini, guionista y director del título que hoy nos atañe, es un realizador buscavidas que, lejos de conformarse con un género, exploró sus intereses dando píe a una variada filmografía con algunos temas recurrentes alrededor del estudio del comportamiento humano, como la violencia. A los amantes del giallo, el poliziesco y el spaghetti western les resultará familiar el apellido debido a su hermano Sauro Scavolini, quien escribió para directores como Sergio Martino (Todos los Colores de la Oscuridad, La Cola del Escorpión), Umberto Lenzi (El Cínico, el Infame y el Violento) o Sergio Sollima (Ciudad Violenta). Con semejante background y establecido en EEUU en plena era dorada del slasher, en 1981 llevaba a cabo su título más reconocible: Nightmares in a Damaged Brain. Con él, Scavolini se aleja parcialmente de los cánones habituales del subgénero para obtener un resultado tan fresco como perturbador, con una estética sucia y una narrativa cruda y directa que, probablemente, bebió mucho de la gloriosa Maniac. De hecho, vista con perspectiva, puede resultar un cruce de la propia Maniac y Henry: Retrato de un Asesino, si no fuera porque la chocante obra maestra de John McNaughton se estrenó unos años después.


La historia arranca con la desaparición de George Tatum (Baird Stafford), un paciente sometido a un tratamiento experimental debido a su esquizofrenia, causada por su pasado turbulento. Y es aquí donde el film comienza a destacar: alejándose de la manida fórmula (repetida hasta la saciedad, sobretodo en el género fantástico) de usar al clásico enfermo mental peligroso y violento fugado del psiquiátrico, estigmatizando un colectivo que no es, en su enorme mayoría, en absoluto violento. Pero Pesadillas de una Mente Enferma no deshumaniza al enfermo, si no que nos empuja a comprenderle y a saber cómo, cuándo y por qué se produjo su enfermedad, lo cual nos hace empatizar con el personaje, quien trata de luchar contra sus demonios interiores que le obligan a hacer algo que no quiere. Y empatizamos tanto (o más) que con sus propias víctimas, a diferencia de Maniac, en la que se nos presenta también un trauma como desencadenante de la enfermedad del amigo Frank Zito pero, en este caso, mostrándolo como algo irremediable y deleznable. A diferencia de Frank, George se nos presenta como un personaje débil, sometido a una enfermedad que durante un tiempo ha conseguido controlar gracias a la medicación pero acaba apoderándose de él.


Es entonces cuando se nos presenta a los otros protagonistas de la historia: la familia Temper, entre los cuales destaca el hijo pequeño (C.J.), un chico aficionado a las bromas pesadas que lleva de cabeza a su madre. Con ellos la historia toma una nueva dimensión, aportando de hecho esa parte del guion que convierte este título en un slasher con pinceladas de home invasion. Cuando la historia de George y la del pequeño C.J. se cruzan, comenzamos a leer entre líneas conceptos como el aspecto biológico y genético de la psicopatía, poniendo sobre la mesa temas espinosos como el polémico y ampliamente discutido gen de la maldad. Si bien el desarrollo de los acontecimientos es altamente previsible, lo que hace de Pesadillas de una Mente Enferma un título especial y destacable no es lo que se nos muestra, si no cómo se nos muestra. Una película que deja poso si uno no se queda en la superficie y decide analizar imágenes, diálogos y acciones para darse cuenta de que está ante una pequeña joya dolorosamente infravalorada que incluye además generosas dosis de casquería supervisada por el mago de los FX Tom Savini y realizada por Ed French.

Otro título más que, al igual que joyas como Les Yeux Sans Visage o Martyrs (por poner dos ejemplos) demuestra que una mirada es suficiente para que una escena quede grabada en tus retinas para siempre.

HAIL SEITAN!

Óscar Lladó

viernes, 28 de julio de 2017

BAÑO DE SANGRE VOL. XXVI: “HUMANOIDES DEL ABISMO”

¿Por qué será que los humanos tenemos la jodida manía de idealizar tiempos pretéritos? Nos gusta pensar que, como decía Manrique en sus coplas, cualquier tiempo pasado fue mejor y que el presente es un enorme, pestilente y repulsivo montón de mierda. Lo curioso es que es más que probable que, de aquí a un par de décadas, hablemos de estos 20 primeros años del siglo XXI con el mismo cariño que hoy en día se habla de los 80 o los 90, y obviaremos todo lo malo, tal y como hacemos ahora con esas dos décadas glorificadas. Porque cuando pensamos en los 80 no pensamos en la heroína, ni en la dama de hierro, ni en los Manowar (la mayor hecatombe del siglo XX tras las guerras mundiales), si no en los videoclubs, el cine de terror, las recreativas… No nos acordamos de los cardados, los mullets, los chándales fosforitos y todas esas putas mierdas que ojalá no vuelvan jamás. Solo nos quedamos con lo bueno. Semoh asín. Por eso, cuando hablemos de 2012 en 2034 no nos acordaremos de la crisis, el desempleo, el malestar social, el PP (esperemos que, para entonces, ya los hayan ilegalizado como la organización mafiosa que son) o el terrorismo (o el reggeaton, que es un equivalente a esto último), si no que hablaremos de los inicios de Netflix, Juego de Tronos, las barbas y “esa época en que aún no existían los hologramas”. 


Ya el colmo es cuando idealizamos una época que ni siquiera hemos vivido, basándonos únicamente en esas experiencias positivas que son las que se acaban contando y añorando... experiencias que han vivido otras personas, pero que idealizamos como nuestras. Porque un servidor, de los 80, lo único que vivió fue el constante cambio de pañales durante 6 meses en el 89. Sí, claro, en los 90 aún bebíamos mucho de la cultura de los 80 (sobretodo en cuanto a TV y música se refiere), pero obviamente no es lo mismo que vivir la época. ¿Por qué, entonces, tengo esa década en un pedestal en cuanto a música, cine y series de animación se refiere? Pues eso… falsa nostalgia provocada por la admiración hacia las experiencias de otros en esa época que, obviamente, no se acuerdan de los aspectos negativos de esos años. Aunque también hay un componente claro: si eres amante del cine de terror moderno, es normal estar enamorado de una década que sentó sus bases. Una época de cambios y trabajos de muy diversa índole, pero fructífera y productiva a más no poder.  


Los exploits de bajo presupuesto fueron una constante en los 70, que inundaban las carteleras de las sesiones grindhouse con programas dobles de lo más psicotrónico, y los exploits siguieron su sendero natural durante la década de los 80. Raro era encontrarse con mujeres directoras en el género, pero Barbara Peeters era una de ellas, aunque ya dijo en más de una ocasión que para ella era solo un inpass puesto que, al igual que cualquier humano no quiere pasar su vida en la guardería, ella algún día quería “graduarse en el instituto”, refiriéndose a su empeño en poder ser, tarde o temprano, una realizadora de producciones de tono más serio. Pero, mientras llegaba ese momento, trabajó en la compañía del indiscutible maestro de la serie B, sir Roger Corman, New World Pictures. En ella trabajó en roles distintos como directora, directora de 2ª unidad, actriz, productora, guionista o directora de arte pero, a finales de los 70, cayó enferma y estuvo algún tiempo apartada de los platós.

Tras su recuperación, en el año 80, dirigiría el que sería el trabajo por el que a día de hoy (muy a su pesar) más se le recuerda: Humanoides del Abismo. Y digo muy a su pesar porque, bajo decisión del propio Roger Corman como productor ejecutivo de la cinta, se introdujeron una serie de cambios sin su consentimiento que transformaron la cinta hasta el punto de que, en algunos momentos, es difícil creer que fuera una mujer quien estaba tras el proyecto, debido a lo gratuito de algunas escenas de desnudos (elemento esencial para el público de esta clase de producciones en la época, por triste que parezca a día de hoy) y la secundarización de los pocos personajes femeninos que aparecen, relegando a un segundo plano temas que daban originalidad y un toque distintivo a la cinta, como la desposesión de los territorios de los nativos americanos o temas ecológicos como la sobreexplotación de la pesca o el uso de químicos para alterar el curso natural. Tiene que ser frustrante que modifiquen tu trabajo sin tu consentimiento, pero personalmente un servidor opina que Humanoides del Abismo no sería hoy el título de culto que es sin la mano de Corman y sus modificaciones, pese a que no me gusten los métodos escogidos para introducirlos. Pero esos cambios le dieron frescura y dinamismo a una cinta que, por desgracia, pecaba de un ritmo algo relajado para el tipo de producción que se quería llevar a cabo. La introducción de escenas violentas y sexuales dieron un necesario empujón hacia el tan necesario shock que hace de ésta controvertida película un ejemplo perfecto de cohesión de estilos e intenciones aparentemente incompatibles, dando como resultado una de las películas más entretenidas de la época.  


Criaturas marinas (que, por cierto, recuerdan “sospechosamente” a la criatura de La Mujer y el Monstruo) que matan y violan, seres humanos cuya ambición les lleva a ser unos estúpidos racistas, gore divertidísimo y sin mesuras, grandes compañías que quieren transformar para siempre el pasado con el único objetivo de buscar su beneficio económico, tetas y culos, situaciones de carcajada y, sobretodo, una suma de situaciones políticamente incorrectas forman este extraño, variado y perfecto mejunje llamado Humanoides del Abismo que es, sin duda, una de las películas más divertidas de esa glorificada y ensalzada época que fueron los 80. Aprovechad estas noches de verano para montar un programa doble con Piranha entre colegas y cerveza y os aseguro que no os arrepentiréis.

HAIL SEITAN!

Óscar Lladó

viernes, 24 de marzo de 2017

BAÑO DE SANGRE VOL. XIX: “AFTERMATH”

 ¡Dominguers! ¿Qué tal anda vuestra relación con la muerte?

Hay quien la teme, quien la venera y quien la desea. Pero también existe gente que siente una absoluta indiferencia hacia todo lo relacionado con ella. Existe quien prefiere no pensarla, pero también quien no sabe sentirla, lo cual a veces puede resultar peligroso.

Se ha hablado de ella largo y tendido en literatura, cine, teatro, música… y es que la muerte es tan anciana como la vida. De mil y una formas, a través de una disparidad tremenda de sensibilidades, miles de autores han dedicado sus obras a La Parca y todas las emociones, sensaciones y pensamientos que la rodean.



En mis adorados, añorados y probablemente mitificados años 90, Nacho Cerdà (el perpetrador de ese atentado contra esas multisalas frías y sin alma que siguen ayudando a cerrar nuestros cines de toda la vida llamado Phenomena, toda una reivindicación en forma de sala de cine que, si no conocéis – que lo dudo – ya estáis tardando en visitar) presentaba al mundo su trilogía de cortometrajes sobre la muerte, destacando entre ellos su segunda entrega Aftermath, que es ya una pequeña pieza de culto para los amantes del gore. En ella, Cerdà nos muestra la cara más oscura, truculenta y perturbadora del ser humano a través de los ojos del trabajador de una morgue con unos gustos algo particulares, puesto que cuando nadie le ve se dedica a sacarle punta al lápiz con cadáveres aún calentitos, no sin antes machacar y mutilar los cuerpos. Por si la necrofilia y el desfile constante de perrerías (esta frase cobrará un nuevo sentido para vosotros cuando acabéis de ver el corto) que nuestro querido e hijoputesco protagonista (magníficamente interpretado por Pep Tosar, un clásico de la ficción televisiva catalana) les hace a los cuerpos no fueran suficiente, no contento con ello se dedica a tomar instantáneas del momento y otras cosas bonitas con las que ya os toparéis...


¿Puede un cadáver, un cuerpo inerte, sufrir la deshonra y la degradación? ¿O ya es solo un recipiente vacío? Esta y otras preguntas nos plantea Cerdà en éste incómodamente realista cortometraje en el que la necrofilia es protagonista.

Técnicamente los encuadres, la iluminación… están estudiados al dedillo, con la simetría como gran protagonista y esos característicos zoom in y zoom out que nos conducen a través de los pasillos del depósito (repelús pensar que por esos pasillos han circulado los cadáveres de algunos de mis familiares… reconocí enseguida los subterráneos del Clínic en algunos planos, si mi memoria gráfica no me falla). Pero si algo cabe destacar de entre todas las bondades técnicas de la cinta, ese es el brutal y sorprendente trabajo de la mítica compañía DDT Efectos Especiales, quienes 12 años después se harían con el Oscar a mejor maquillaje por su trabajo en El Laberinto del Fauno del magnánimo Guillermo del Toro, y que han trabajado con realizadores como Jaume Balagueró, Álex de la Iglesia y un larguísimo etcétera, afianzándose como la empresa de efectos especiales pionera en España e introductora de materiales que antiguamente solo se podían localizar al otro lado del Atlántico. Animatronics, prótesis, máscaras… y moldes de cuerpos enteros como los de los cadáveres de Aftermath, los cuales dotan al cortometraje de ese espeluznante realismo, son muestra de un trabajo de artesanía solo al alcance de muy pocas y privilegiadas manos. ¡Larga vida a los efectos artesanos y larga vida a DDT!


Recordad, aquellos que sufráis de astenia primaveral, haceros unas buenas rayas de polen por la mañana. La mejor defensa siempre es un buen ataque.


HAIL SEITAN!

Óscar Lladó

viernes, 27 de enero de 2017

BAÑO DE SANGRE VOL. XVI: “ZANKOKU HANTEN (CRUEL RESTAURANT)”

Bienvenidos, bañistas, al año de Perseguido. En 2017 era cuando sucedía la acción en ese clásico de la acción ochentera protagonizado por el Chuache enfundado en un traje Adidas dorado y apretado, llenito de sponsors. Por lo menos lo de las muertes televisadas sí que lo tenemos, y también da la casualidad que suelen ser posibles gracias a la ayuda de grandes empresas. Esperemos que por lo menos no me cruce por la calle con un tío obeso enfundado en un traje de luces.



Una vez pasadas las fiestas, con esa relación tan especial y apasionada que uno acaba cogiendo con la comida, es como que apetecía seguir hablando de ella. Hay múltiples opciones dentro del “terror culinario”, pero si hay un país exportador de esa clase de producciones dentro del gore en los que la comida tiene un protagonismo especial, ese es Japón.

Cruel Restaurant podría parecer el enésimo splatter de tetas, sangre y destrucción… y en cierto modo lo es. Pero su encanto amateur y un argumento que encadena giros de guion a cual más bizarro la dota de un “no sé qué” que te mantiene pegado a la pantalla. Hay algunas escenas puntuales innecesariamente largas, pero aun así no son razón suficiente como para sacarte de la película.


  
El argumento gira entorno a un restaurante en el que se sirven unos dumplings (unas empanadas similares a las gyozas) que gozan de una popularidad enorme. El secreto reside en el sabor de su relleno, la carne preparada por la camarera y cocinera del restaurante; Lin, interpretada por Mihiro Taniguchi que es, cómo no, actriz porno. Por lo visto, en esta clase de producciones, si no cuentas con una en el reparto, mejor no rodar nada. Aunque es comprensible, sabiendo aunque sea un poquito de la cultura nipona, puesto que hay ciertas escenas que no cualquier actriz estaría dispuesta a interpretar. Sea como sea… el caso es que alguna gente comienza a sospechar que el secreto de su carne reside en que es de seres humanos.


  
Decapitaciones, histrionismo, desmembramientos, autofagia, un maestro que recuerda al Maestro Mutenroshi, violaciones culinarias y recetas peculiares es lo que os encontraréis con Cruel Restaurant, la clásica película cuya visualización óptima es aquella en la que te rodeas de amigos y cerveza. Las risas y los WTF están asegurados.

Recordad la moraleja de la historia: hay que regar la vida de jugos vaginales.


HAIL SEITAN!


Oscar Lladó


viernes, 2 de diciembre de 2016

BAÑO DE SANGRE VOL. AGÁRRAMELA QUE ME CRECE: “EDEN LAKE”

¡Qué pasó bañistas!

Pasado el furor del Festival de Molins, tengo que reconocer que he estado a puntito de dedicar esta nueva entrega de Baño de Sangre a alguno de los títulos proyectados en él. Pero hace un par de semanas revisioné uno de los filmes más jodidamente crudos de lo que llevamos de siglo. Una patada en la boca que te deja con el regustillo a sangre durante horas.

No es ningún secreto, gozó de cierto éxito y éste ha ido aumentando con los años, pero ya sabéis que en Cine Domingo y particularmente en Baño de Sangre hacemos lo que nos sale de los mismísimos huevos y lo mismo os traemos un clásico, como una película conocida o algo que no conocen ni en su casa. Semoh asín.

¿Cuántas veces os habéis tenido que aguantar las ganas, por no ir a la cárcel, de soltarle un guantazo a algún niñato insolente y maleducado? Seguro que alguna vez os habéis visto en la situación, habéis tenido que morderos la lengua, meteros las manos en los bolsillos y seguir caminando intentando no prestar atención a lo que el engendro en cuestión esté diciendo. A ti o a quien sea. 


Pues ahora imagina que estás de retiro romántico con tu pareja intentando estar tranquilo en un lago, y una panda de niños rata no deja de dar por culo y, encima, te vacilan. Tú te tragas tu orgullo (de nuevo, por no ir a la cárcel) y vuelves junto a tu pareja, esperando que se vayan y llegue la paz. Pero entonces una serie de acontecimientos llevan a que los niños rata se conviertan en unos salvajes desalmados que van a convertir tu escapada romántica en un puto infierno. Más o menos así podríamos resumir Eden Lake, si no fuera porque ésta es una de esas películas con una lectura mucho más profunda detrás, ya que saca a relucir una preocupante y escalofriante realidad respecto a la educación que algunos “padres” (por llamarles de alguna forma, ya que no es lo mismo ser padre que haber echado un polvo) dan a unos hijos sin respeto, límites ni conciencia. ¿Sabéis esos casos en que el profesor llama a los padres porque el alumno da problemas y no sólo se ponen de parte de su hijo, si no que encima agreden al profesor? Pues algo por el estilo… pero a lo bestia.


Una lección magistral de cómo construir una historia en la que la tensión va in crescendo de una forma brutal y aplastante, de esas que se escudan en el “esto me podría pasar a mí” para hacernos empatizar con sus personajes. Pero si por algo destaca el guion de Eden Lake, es por esa sensación de creer saber todo el rato lo que va a pasar, pero encontrarte con un desarrollo totalmente diferente a cómo lo imaginas que explota en un final aplastantemente desolador.

A nivel técnico, aun habiendo pasado ya 8 años desde su estreno, es un ejemplo de cómo hay que rodar un survival ambientado en un bosque. Predominan los tonos fríos, la iluminación natural está inteligentemente aprovechada y la artificial no chirría en ningún momento. El entorno está cuidadosamente seleccionado para que nos creamos el desarrollo de la historia y, desde luego, la actuación de su protagonista Kelly Reilly roza el excelente, sin desmerecer el trabajo del resto de actores, incluso los secundarios (lástima que el papel del bueno de Thomas Turgoose, más conocido como “el chaval de This is England”, no tenga más protagonismo).

Hasta la fecha me sigue pareciendo de los trabajos más destacables que el género ha dado en lo que llevamos de siglo. Un ejemplo de cómo coger una premisa aparentemente sencilla, dotarla de un potente mensaje social y crear un producto altamente disfrutable que te mantiene pegado a la butaca, con la rabia y una sensación de impotencia creciente acompañándote durante hora y media.

Así que ya sabéis. Si no queréis criar a unos pequeños Hitlers, no tengáis miedo a soltar una hostia a tiempo si es necesaria. Educad a vuestros hijos en la cultura del miedo a la zapatilla, que mirad lo sanos que hemos salido todos nosotros. Esquivarla nos dio reflejos y agilidad física y mental, soportar la hostia de esos zuecos con taconazo que usaban las madres de antes mejoraba nuestra resistencia y, al final, nos hacía mejores personas. La zapatilla es una metáfora del amor materno.


Y esto es todo hasta el próximo Baño de Sangre, y no me puedo despedir sin recomendaros una experiencia que cambia vidas: id al paki de la esquina, comprad un café de esos envasados que hay que agitar como un cosaco para que el azúcar se mezcle, poneos una gabardina por encima y esperad en la puerta de un colegio, preferiblemente un parvulario, a que las madres lleguen para dejar a los niños. En ese preciso momento, colocaos el café a la altura de la pelvis por debajo de la gabardina para no coger frío en las manos, y seguid las instrucciones de uso del café: “agitar enérgicamente”. Ese café envasado es una basura, pero si seguís estas sencillas instrucciones, os sabrá a gloria. Es mucho mejor que ese café que os ofrecerán en comisaría.

HAIL SEITAN!  

Óscar Lladó