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miércoles, 24 de enero de 2018

Crónicas Festivaleras: Entrevista a Arno Frisch

Es difícil ver entrevistas a Arno Frisch por la red. Cuando lo tienes delante te das cuenta de que es una persona calmada, reflexiva, que mide cada palabra con la frialdad (no en un sentido negativo) que lo caracteriza. El protagonista de Funny Games, poseedor de esa inquietante sonrisa que nos deja helados y nos hace cómplices al mirarnos directamente a los ojos en el título de culto de Haneke, visitó Molins de Rei (Barcelona) el pasado mes de noviembre para unirse al jurado de esta pasada edición del Festival de Cinema deTerror de Molins de Rei, que rendía homenaje al mítico realizador, lo cual aprovechamos para sentarnos un rato y atosigarle a preguntas.


Cine Domingo: Se cumplen 20 años del lanzamiento de Funny Games. A pesar de su limitada distribución, enseguida logró el status de película de culto. ¿Esperabais esta respuesta?
Arno Frisch: No, nunca lo habríamos esperado. Es una película especial, peculiar. Cuando tuvimos la première en Cannes, mucha gente se marchó de la sala enfadada, pero haciéndose notar: dando portazos (risas). Está claro que es una película fuerte.
CD: ¿Piensas que quizás el status se logró gracias a la controversia de la que hablabas?
AF: Sí, desde luego. Pero también creo que a la gente le gusta este tipo de películas… si no te la tomas demasiado enserio.
CD: ¿Cómo llegaste a conocer a Haneke y a conseguir un papel en Benny’s Video?
AF: Fui al casting, sin más. Tenía un pequeño texto, lo hice, le gustó cómo lo hice… y lo conseguí.

“Me siento mejor cuando un director me dice qué es 
exactamente lo que espera de mí”

CD: Michael parece una persona realmente seria. Viendo sus películas, uno puede imaginar una especie de sensación mística durante los rodajes. ¿Cómo es trabajar con él? ¿Cómo fue la experiencia?
AF: Sí, es cierto. Se toma muy en serio su trabajo. Es muy preciso, lo planifica todo. Para mí, como actor, esto me resulta de lo más cómodo. Me gusta cuando un director sabe exactamente lo que quiere, tenía respuesta a cualquier pregunta que pudiera surgirme, nunca me dejó solo ante el peligro... No lo sé, quizás otros actores buscan más libertad, pero en mi caso me siento mejor cuando un director me dice qué es exactamente lo que espera de mí.
CD: Tus papeles en las películas de Haneke son muy retorcidos. ¿Cómo te preparaste psicológicamente? ¿Tomaste alguna referencia en particular?
AF: Mi personaje en Benny’s Video es mucho más retorcido. Me resultó más difícil a la hora de preparar el personaje. En Funny Games, realmente se trata solo de dos chiquillos “jugando”. Son como Beavis & Butthead haciendo gamberradas. No resultó difícil prepararlo psicológicamente: solo tenía que divertirme.
CD: Funny Games explora el papel y los límites de la violencia en el cine. Estás en un festival de cine de terror en donde la violencia está presente en varias (y algunas de manera horrible) formas. ¿Cuál es tu opinión personal acerca de la violencia en el cine? ¿Crees que la violencia gráfica arruina su verdadero potencial?
AF: En general estoy en contra de las limitaciones, pero no me gusta la violencia que se muestra de forma excesivamente explícita. Incluso creo que una forma más drástica de mostrar la violencia es cuando te metes en la cabeza de quien la hace. Lo interesante es querer saber, buscar ese "por qué lo hace". Muchas películas lo obvian, y pienso que es un aspecto interesante a tratar, especialmente cuando tratas temas violentos. En definitiva, no me gustan las películas que muestran violencia sin motivo alguno.

“El arte es algo libre, y creo que es bueno e importante que siga siendo libre. De todos modos, creo que eso no debería ser un problema en una sociedad avanzada.”

CD: Vamos con una pregunta clásica: ¿consideras Funny Games y Benny’s Video películas de terror?
AF: No. Mucha gente las cataloga de "terror" por algunas de sus escenas más escabrosas, pero yo las veo más como películas psicológicas. Psicósis de Hitchcock también tiene escenas fuertes, pero no es de terror. Me gusta diferenciar entre películas psicológicas y de terror.
De todas formas... ¿a quién le preocupa? ¿Las películas son buenas o no? (risas)
CD: En Funny Games hay una escena violenta en la que matáis a un niño, algo que es muy difícil de encontrar en las películas de hoy en día. ¿Piensas que con ésta fiebre de lo "política y moralmente correcto" estamos perdiendo la oportunidad de explicar historias crudas realistas?
AF: No lo sé... En Alemania, donde vivo, el arte es algo libre. Y creo que es bueno e importante que siga siendo libre. Al final es la gente la que decide qué es un éxito y qué no lo es. Si la gente decide no ver una cosa, eso no será un éxito. De todas formas, creo que eso no debería ser un problema en una sociedad avanzada…
CD: Creemos que conocer los gustos de alguien sobre cine y música te permiten conocerle mejor, así que… dinos, ¿cuáles son sus tres películas favoritas de todos los tiempos?

R: No me gustan estas preguntas (risas). ¡No puedo quedarme sólo con tres! Te diría La Princesa Mononoke (todo lo de estudio Ghibli me parece fantástico). También me gustan los hermanos Cohen, me encanta esa dirección tan genial como oscura. Dejo que escojas cualquier cualquier título de su filmografía (risas). 

Arno Frisch (izq.) y Óscar Lladó (dcha.) 


Óscar Lladó

jueves, 16 de noviembre de 2017

Festival de Cine de Terror de Molins de Rei - Día 6

Quien me conoce sabe que Haneke es una de mis debilidades, y Funny Games es sin duda una de esas pocas obras (hablamos de apenas una treintena, entre los cientos y cientos de títulos que han pasado por mis retinas a lo largo de mi vida y, en especial, durante los últimos 4-5 años) que considero perfectas de principio a fin, que consiguen con savoir faire y maestría su propósito en todos los sentidos posibles. Cuando me enteré de que el leitmotiv de este año giraba entorno a la figura de Haneke y al concepto de los “márgenes del terror”, algo en lo que el realizador es un experto (algunas de las películas del reconocido realizador son más terroríficas sin situarse en el género fantástico que algunas producciones que intentan – en vano - serlo con todas sus fuerzas) y, más tarde, cuando vi el spot del festival en claro homenaje a uno de mis títulos predilectos del director y primero de su filmografía que vi, sabía que estábamos ante una edición muy especial. Lo que no imaginé entonces es que acabaría entrevistando, alrededor de 10 años después (si no más) de ese primer visionado, a su protagonista de inquietante sonrisa, el austríaco Arno Frisch. Pero eso lo dejamos para otro momento… toca analizar las películas que pudimos ver en esta sexta jornada que nos encamina hacia el final del festival y la vuelta a la vida real.


¿Qué podríamos decir de Funny Games a estas alturas? Clásico de culto dónde los haya. Tan malrollera como en su estreno hace 20 años, con una de esas premieres polémicas de Cannes en que muchísima gente se fue enfadada de la sala. Porque si algo sabe hacer Haneke es desmoralizar y hundir al espectador con historias tan crudas como realistas. Míticos son ya esos planos en los que el personaje de Arno mira a cámara y hace al espectador partícipe y cómplice de la desagradable situación a la que están sometiendo a la familia protagonista. La etiqueta home invasion se queda corta para definir esta obra maestra del cine europeo. Perfecta desde su plano aéreo inicial hasta ese último plano que lleva el concepto “miradas que hielan” hasta un nuevo nivel. Esencial.

Al mismo tiempo, en la sala Gótica, tenía lugar la proyección de Jackals, el nuevo home invasion de Kevin Greutert, director de Saw VI y Saw 3D. Situada en los 80 y basada en hechos reales, nos cuenta la historia de una familia que recupera a su hijo de una peligrosa secta donde le han lavado el cerebro para tratar de “reprogramarle” en la cabaña familiar con la ayuda de un experto. Sus planes se verán truncados cuando los miembros del culto rodeen la cabaña para tratar de recuperar lo que consideran suyo. 


Con un arranque brutal, la película funciona hasta que una serie de malas, previsibles y nada arriesgadas decisiones de guion convierten su tramo final en una broma de mal gusto. Más allá del aspecto visual (la caracterización de los miembros de la secta, los FX y la iluminación de los exteriores son geniales) y de las buenas actuaciones, Jackals es un refrito de refritos que desperdicia su potencial con ese final tan precipitado. Lo que podría haber sido y no fue.

La doble sesión del día en La Peni (sesiones que, por cierto, nos están dando grandes alegrías) comenzaba con la catalana Black Hollow Cage, con la presencia del director Sadrac González para presentar el trabajo ante una sala con más público de lo que suele ser habitual en los pases de entresemana.


Cocida a fuego lento y con ideas tan curiosas como interesantes, Black Hollow Cage nos presenta una historia cuyo máximo interés reside en el uso de la narrativa no lineal, atrapando al espectador y manteniéndole a la expectativa, pero que no consigue conectar con él debido a sus excesos. Pese a la potente carga emocional de la historia, esta acaba quedando relegada a un segundo plano para caer incluso en la comedia involuntaria, tal y como demostraron los comentarios y risas del respetable en sus innecesariamente alargadas escenas de diálogo que cortan totalmente el dinamismo (aunque suene contradictorio al hablar de un trabajo con un ritmo pausado) que la cinta sí tiene en su primera mitad. Con ecos a Haneke, Lanthimos e incluso a Kubrick, Black Hollow Cage destaca por su apartado visual y sus originales conceptos (la madre perro, el cubo…), pero pierde fuelle por culpa de sus excesos.


Para cerrar la jornada tocaba otra dosis de diversión sin pretensiones. Era el turno de la (por lo menos para nosotros) esperada Tragedy Girls, un fresco y original teen horror en el que vuelve a salir a la palestra, tras la premiere el pasado viernes de la catalana Framed, el concepto de la viralidad en redes sociales y los límites hasta los que puede llegar. Eso sí: sin absolutamente ningún tipo de reflexión o lección moral entre líneas, a diferencia del debut de Marc Martínez-Jordán. Estamos hablando de pura y dura diversión para (como odio este concepto) millennials que no es menos disfrutable para otras generaciones. Sus generosas dosis de casquería con algunas de sus memorables muertes, humor negro a diestro y siniestro, referencias constantes al cine fantástico tanto en los diálogos como en la acción y sus elementos paródicos (¿Quién coño se va a creer que Jack Quaid tiene 17 años?) la convierten en una apuesta segura para cualquier festival de género fantástico. Puro palomiteo sangriento.

¡Hasta mañana dominguers!

Óscar Lladó

miércoles, 15 de noviembre de 2017

Festival de Cine de Terror de Molins de Rei - Día 5

¡Dominguers! Llegó el quinto día del Festival de Cinema de Terror de Molins de Rei y, aunque el cansancio empieza a hacer mella, la programación que se están marcando este año no tiene desperdicio alguno, con lo cual no se puede dejar escapar ni un solo título mientras nuestros horarios laborales y personales nos lo permitan. El menú de ayer consistía en el found footage de extraterrestres Phoenix Forgotten, la violenta y desoladora Hounds of Love, la desconcertante Caché de Haneke, el coming of age Super Dark Times en su premiere española y, cerrando la noche, la hiperviolenta Mayhem.

A nuestro Cristian le encantó, a diferencia de la gran mayoría de los asistentes por lo que pudimos ver, la película que arrancó la jornada: Phoenix Forgotten, si bien dice que quizás no es del todo objetivo puesto que le encanta todo lo relacionado con el proyecto. Y es que la cinta nos cuenta su versión sobre la desaparición de tres jóvenes en Phoenix, EEUU, días después de uno de los mayores y más masivos avistamientos de ovnis.

  

Todo amante del found footage, del falso documental y del cine ovni en su versión más simplista y realista tiene una cita obligada con esta película. Te mantiene en tensión cuando tiene que hacerlo y expectante el resto del tiempo. Recomendada.

A continuación, y sin descanso, llegó el turno para la australiana Hounds of Love, debut del realizador Ben Young, a quien desde luego seguiremos la pista muy de cerca. Cruda sin ser excesivamente explícita, dura y sin concesiones. Hounds of Love a priori podría parecer el enésimo torture porn de lo que llevamos de siglo XXI, pero va mucho más allá de la simple violencia, generando un brutal relato psicológico de la depravación, la sumisión, la sexualidad, la humillación y, en definitiva, del dolor. Basado en una historia real, nos cuenta la historia de una pareja de maníacos sexuales y asesinos en serie que secuestra a una joven para usarla como esclava sexual hasta que se cansen de ella. 


Interpretaciones de 10 por parte de absolutamente todo el elenco, buenas ideas en la dirección (sobre todo en cuanto al uso de la cámara lenta y esos encuadres fijos que sitúan al espectador en una posición de voyeur que contempla las escabrosas escenas sin poder o querer intervenir) y un guion sólido cuyo fuerte reside en el desarrollo de la historia y de los personajes, y no en ofrecer grandes e imprevisibles giros. Esos tres elementos son los que hacen de Hounds of Love uno de los títulos más potentes de 2017 y una de las películas australianas más interesantes de los últimos años. Para quitarse el sombrero.

Tras la presentación del libro Michael Haneke: La Estética del Dolor en la Sala Gótica, la sesión de la noche fue la primera de las retrospectivas centradas en la figura del realizador austríaco con la incómoda y perturbadora Caché.

Caché es una de esas películas que, a priori, puede parecer que tengan un final insulso pero que, por alguna extraña razón, dejan un poso que dura días. Si bien las intenciones de Haneke me quedaron bastante claras la primera vez, en este segundo visionado más centrado en los detalles y el mise-en-scène me doy aún más cuenta de la poca importancia que tiene darle una respuesta a la pregunta principal que arroja la trama: ¿Quién envía las cintas? ¿Por qué? Solo Haneke podría hacer que lo aparentemente importante quede relegado a un segundo (o tercer) plano.


Porque aquí lo que importa es que Georges ignore constantemente las noticias, que en un mundo cada vez con más posibilidades de acceso y más repleto de información (esa enorme cantidad de libros que inundan las estanterías y que no podría leer en su totalidad ni dedicándole una jornada laboral durante cada día de su vida) nos sea tan fácil olvidarnos de hechos importantes de nuestra historia. Con el racismo como telón de fondo (o no tan fondo), todo culmina en ese final en el que no sabemos si se han reparado los errores del pasado (errores que jamás se reconocerán como tal) o si la venganza y el dolor no distinguen entre amigos, enemigos, familiares o desconocidos. 

Al mismo tiempo en La Peni, tenía lugar la segunda sesión doble de esta quinta jornada, arrancando con la premiere española de Super Dark Times

Ayer me prometí a mí mismo no puntuar ni hablar en redes de ella, por lo menos hasta que se enfriaran las sensaciones. ¿Que por qué? Pues porque existe una fórmula que me tiene ganado de antemano: es mezclar un buen coming of age con el terror, y la objetividad se me va de viaje. Algunas de mis películas favoritas de los últimos años incluyen títulos como Crudo, Found, Boys in the Trees, IT o I am Not a Serial Killer, títulos que prácticamente destacan y funcionan más y mejor como coming of age que como películas de terror. Super Dark Times se une a esa variopinta lista y, al igual que el resto de títulos comentados, me fascinó prácticamente desde el primer minuto.


En ella se nos plantea una trama sencilla en la que lo importante es la psicología de los personajes, con sus protagonistas adolescentes Zach y Josh envueltos en un accidente que les hunde en un pozo de paranoia y violencia... como si la adolescencia no fuera ya dura de por sí Si no fuera por su tercer acto, que me dejó un pelín descolocado tras el tono y ritmo del resto del metraje, estaríamos hablando de una película redonda con aroma a cine independiente en cada fotograma. Aun así, altamente disfrutable y recomendable. 

La traca final (y nunca mejor dicho) la puso el gamberro de Joe Lynch (The Kings of Badassdom, Wrong Turn 2…) con Mayhem, Un despiporre total con Samara Weaving (The Babysitter) y Steven Yeun (The Walking Dead) desatados en una espiral de ultraviolencia al más puro estilo de videojuego. Aquí lo único que importa es ir subiendo niveles para llegar hasta el final boss, llevándote por delante todo lo que haga falta. Y si además se trata de vengarse de esa subespecie humana tan odiosa que es la rata del mundo corporativo, pues cojonudo, ¿no?


Pura acción ultraviolenta con aroma a 80's, como un cruce entre Un Día de Furia, The Belko Experiment y una partida del Streets of Rage

El nivel de la programación de las sesiones dobles de entresemana está siendo altísimo y nos estamos llevando gratas e inesperadas sorpresas. ¿Y tú, a qué esperas? 

¡Nos vemos en Molins!