Lo mejor de los diez días de festival, para mi gusto, se concentraba en el ecuador de la semana. Y es que el miércoles y el jueves venían cargados de buenísimas propuestas, entre ellas algunas de las películas más esperadas del festival como 31 o Raw. Así que volvimos a la carretera y de nuevo camino al paraíso.
El miércoles comenzábamos temprano el día con la proyección de The Greasy Strangler en el Prado. Llevaba tiempo detrás de ella, desde que la vi descrita como “el WTF del siglo”. Y desde luego que no iban muy desencaminados con esa descripción, porque nos topamos con una comedia ácida, absurda, escatológica, sucia y excéntrica que provoca lágrimas de risa. Hacía muchísimo tiempo que no me lo pasaba tan sumamente bien en el cine con una comedia, y es que The Greasy Strangler es mucho más que eso, incluyendo ligeros toques de terror en una historia sin pies ni cabeza cuyos decadentes personajes te llevan a una espiral de locura, muerte, grasa y disco. ¡POTATO!
Como el siguiente pase no lo teníamos hasta las 14, nos plantamos en Brigadoon para presenciar el homenaje a los ojos más bonitos del cine español: Emma Cohen, fallecida el pasado mes de julio. Se proyectó el musical ¡Bruja, más que bruja!, un clásico de la transición en el que participó junto a Fernando Fernán-Gómez, con quien estuvo casada. Personalmente no soy muy seguidor de los musicales, mucho menos de la ópera, con lo cual a momentos se me hizo algo pesada pero me resultó, en general, bastante simpática. Mención especial al papel crucial para la historia de la maravillosa actriz catalana Mary Santpere, la reina del Paralelo.
Corriendo nos fuimos hacia la Tramuntana para ver la ópera prima del realizador mexicano Emiliano Rocha, que se vino anunciando durante los días anteriores al festival como “una de las propuestas más extremas del festival”. Y, desde luego, que extrema en cierto sentido lo es, pero no en el que uno puede esperar en un festival como el de Sitges. A caballo entre las obras más psicodélicas de Mojica Marins, el onirismo sexual de Jean Rollin y el espíritu transgresor de Gaspar Noé o Lars Von Trier, Tenemos la Carne es un trabajo absolutamente críptico de aquellos que acabas con humo saliendo de la cabeza y buscando teorías que te permitan entender lo que acabas de ver. Los compañeros de Fotogramas dijeron que se trata de una representación carnal de la tensión entre Eros y Tánatos, lo cual nos parece una teoría válida después de informarnos al respecto, pero tras preguntarle al director sobre lo críptico de su obra y recibir como respuesta “para mí también es un misterio” lleva a uno a pensar si realmente la teoría es válida o Tenemos la Carne pretende únicamente escandalizar. Y, desde luego, lo consiguió con creces. Nunca había visto salirse a tantísima gente de una sala de cine. Malsana, explícita, como una pesadilla que se desarrolla en un útero gigante, donde la voluntad es vencida por el deseo y los instintos. Aún no sé muy bien por qué me gustó, pero me gustó.
El retraso en la proyección de Tenemos la Carne hizo que nos perdiéramos el homenaje a Terele Pávez, quien estuvo presente en Brigadoon para presentar el clásico 99.9 de Agustín Villaronga, pero Marga ya os cuenta sobre ello en su crónica, ya que ella sí que pudo acudir. Para mí se acabó el día, con lo que volví nadando hasta el coche, porque la Zodiac no me la había traído.
El jueves 13 volvimos a levantarnos antes que el sol para acudir a la jornada más interesante del festival, pero gracias al tráfico y a algunos problemas personales no llegamos a la primera sesión con Fear, Inc. Así que llegamos directamente para I Am Not a Serial Killer. Y menuda forma de empezar el día.
Destacando sobretodo su banda sonora y la originalidad de su guion, estamos hablando de una comedia cargada de humor negro en la que un chaval es diagnosticado como sociópata e intenta luchar contra sus instintos asesinos. Con giros de guion brutales e inesperados, el título es una especie de The Thing cachonda, muy correcta en contenido y continente pero a la que le falta alma. No acabó de convencerme ni me dejó con ganas de un segundo visionado, aunque igual cambio de opinión al verla en el festival de terror de Molins, esta vez a horas más decentes y con menos sueño en el cuerpo.
Y, por fin, le tocaba el turno a la que está siendo una de las películas más polémicas de este año, la vuelta de Rob Zombie con su 31. Tras los varapalos recibidos por crítica y fans durante las últimas semanas, íbamos con las expectativas a ras de suelo. Tal y como hemos comentado con varios compañeros estos últimos días, a Zombie no le pido más que una ambientación sucia y lúgubre, además de ese “espíritu sureño” que caracteriza sus películas. Y desde luego que hago bien en no pedirle más, porque estamos ante la película más floja de su filmografía en todos los sentidos posibles. Pero no por eso deja de ser un producto muy entretenido con cantidades ingentes de diversión, unos personajes caricaturescos y tremendamente grotescos. Continúa, en formas, el espíritu de La Casa de los 1000 Cadáveres, siendo 31 también un pasaje del terror en toda regla en el que lo único que importa es ir avanzando a través de los horrores que deparan a los protagonistas con tal de intentar sobrevivir, como si de Perseguido en clave de terror se tratara. Eso sí, a diferencia de la ópera prima del polémico realizador, en este caso la cinta se desinfla a marchas forzadas y hace que tenga la misma tensión que en un torneo de ajedrez. Sherri Moon sigue siendo insoportable como actriz, así que le pondremos velitas a la Santa Muerte para que Zombie prescinda de ella en sus próximas películas. Sabemos que nunca hará una película de 10, pero oye, seguro que con una actriz más creíble podría sacar algo mucho más potable. Mientras tanto, disfrutaremos sin prejuicios de sus trabajos.
Por la tarde, y tras una tormenta que amenazó con convertir las calles de Sitges en un Tutuki Splash improvisado, tocaba el turno de uno de mis puntos fuertes del festival: la proyección de Bubba Ho-Tep con la presencia de los míticos Don Coscarelli y Bruce Campbell.
¿Qué vamos a decir de la película a estas alturas? 14 años después de su estreno es ya un clásico de las comedias de terror, con un punto filosófico de trasfondo (aún a día de hoy me sigue sorprendiendo aplicar el término “filosófico” a un papel interpretado por Campbell) e incluso pinceladas dramáticas. Una joyita que nunca ha sido lo suficientemente reconocida y que, con los años y la experiencia, es como el buen vino: mejora con los años.
La sesión de preguntas y respuestas posterior fue absolutamente hilarante, con un Campbell en estado de gracia troleando al traductor, el cual pasa desde ya a ser nuestro nuevo héroe anónimo y que se integró a la maravilla en el espectáculo del humor que es el mítico actor. Tanto Coscarelli como Campbell soltaron anécdotas, consejos, vivencias, chistes, bromas varias… durante casi media hora, pasando posteriormente a una sesión de firmas improvisada a la entrada del Retiro. Una tarde de aquellas para enmarcar en la memoria. Menudos genios.
Por último llegaba, por fin, el título que más ganas tenía de ver en esta edición. Y es que, antes del hype que se generó en la prensa tras el supuesto desmayo durante su proyección en el festival de Toronto, su argumento me llamó muchísimo la atención y me invadió la curiosidad de ver cómo trataría el tema del vegetarianismo en una supuesta historia de caníbales. Lo que sí que tenía claro es que la reacción de la prensa sería probablemente exagerada y que no habría para tanto. Efectivamente, no me equivoqué: Raw es cruda y visceral, pero no tan explícita como cabría esperar tras esa publicidad gratuita de la prensa. En resumen, no estamos hablando de una película de casquería, sino de un coming of age brutal sobre el despertar sexual ante una vida de represión que utiliza el vegetarianismo y el canibalismo como mera metáfora. Estoy seguro de que comenzarán a llover las críticas de los que esperaban más sangre y de los que se quedan en la superficie de la historia, pero su realizadora Julia Ducournau presenta en su opera prima una historia potente, con guion sólido y actuaciones excelentes que la convierten en firme candidata a llevarse más de un galardón en esta edición del festival. Una pequeña joya que podríamos integrar en la corriente del nuevo extremismo francés junto a títulos como Martyrs o A L’Intèrieur y que, sin ser tan explícita, tiene tanto o más que decir que los ya clásicos modernos de Pascual Laugier y el dúo Bustillo/Maury. No sé vosotros, pero yo he quedado total y absolutamente prendado de ella y, a 2 meses para que se acabe el año, es firme candidata para encabezar mi top 10. Una maravilla escrita y rodada con una sensibilidad y un savoir faire poco habitual para ser el primer trabajo de su realizadora, a quien seguiremos muy de cerca (tal y como ella amenazó hacer con nosotros durante su discurso previo a la proyección) porque es, sin lugar a dudas, una de las jóvenes esperanzas del fantástico.
Ya vamos entrando en la recta final. Pero no os preocupéis, mantened lejos a la depre, que en poco menos de un mes seguimos en el Festival de Terror de Molins de Rei y, antes incluso, en el Cardoterror. Y obviamente en Cine Domingo no nos vamos a perder una. ¡Que no pare la fieshta!
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