lunes, 24 de octubre de 2016

FreeDomingo especial Halloween: La casa del terror (TRAPPED ASHES)

¡Qué pasó dominguers!

Justo en una semana llega Halloween, ese día en que cuatro niños van disfrazados picando a las casas diciendo “truco o trato” y recibiendo un sonoro portazo por respuesta. Y más si vives en Catalunya, donde la insulsa y aburrida Castanyada gana la partida en la gran mayoría de sitios. Para algo bueno que se nos pega… Y luego los niños vuelven a sus casas frustrados y con la cesta con cuatro putos caramelos de miel y limón con el papel pegado que algún despistado ha encontrado en el fondo de un bote lleno de polvo.
Y luego están las cadenas de televisión, que programan tres películas de terror al año, una de ellas en Halloween como una especie de ejercicio de limpieza de conciencia, que probablemente sea La Novia de Chucky (por enésima vez) y el resto del año siguen marginando y menospreciando el género.

Así que la alternativa acaba siendo la de siempre: tirar de videoteca para poder ver cosas decentes, y no los mismos especiales y películas por trigésimo-quinta vez.  


Personalmente hay algo que me encanta en Halloween y en las fechas que lo rodean: ver antologías de terror. Son días para revisar Cryptshow, V/H/S, Cuentos de Ultratumba, Doctor Terror, Bolsa de Cadáveres, etc… pero también para descubrir nuevos o viejos trabajos que todavía no hayas visto. Ese fue mi caso, y desprecinté (por fin) el DVD de la antología La Casa del Terror (Trapped Ashes), con fragmentos dirigidos por directores reputados del género como Sean S. Cunningham (Viernes 13, Profundidad Seis…), Joe Dante (Gremlins, Aullidos) o Ken Russell (Viaje Alucinante al Fondo de la Mente…). Con tales nombres uno espera encontrarse con un buen conjunto de historias, pero el film se queda en un mero entretenimiento muy apto para adolescentes sobrehormonados en busca de esa película tan apta para ver con los colegas en estas fechas tan señaladas. ¿Por qué parece enfocada a ese público? Sencillo: tetas, sangre y humor que pretende ser negro al estilo de Historias de la Cripta pero se queda en descafeinado. Como toda buena antología, vamos por partes… Y, ya sabéis, como siempre libre de spoilers. Eso sí, en esta ocasión comentamos el argumento de cada fragmento sin entrar en detalles reveladores que puedan afectar a su visionado.


La película comienza con un grupo de gente subiéndose a un carrito que realiza un tour por unos estudios de cine: dos parejas, un antiguo actor de serie B al que nadie da ya trabajo y una chica joven que es una especie de Lydia de Beetlejuice con una reciente adicción al crack. Todos ellos insisten al guía en que quieren ver la casa donde se grabó la película (ficticia) Histeria, una mansión a lo motel Bates que parece abandonada, y éste acaba cediendo. Una vez dentro, se separan y se reencuentran en una sala de la que no pueden salir, tal y como ocurría en la película. Al informarles el guía de ello se dan cuenta de que la única forma de salir es procediendo tal y como los protagonistas de Histeria: cada uno de ellos debe contar una historia de terror.

El primer fragmento es “The Girl With Golden Breasts” (La chica con los pechos de oro), dirigido por el maestro Ken Russell. Una historia cuyo título habla por sí mismo, en la que su protagonista sufre ciertos “problemillas” con sus implantes tras hacerse una operación de aumento de pecho a través de un novedoso método con el cual no es necesario el uso de silicona ni gel. Con un tono y estilo que cruza la serie B más videoclubera con la cienca ficción más psicodélica y barata, éste es sin duda el fragmento más gamberro de la antología, aunque peca de excesivamente histriónico y pretende tener un final con esa clase de impacto que provoca Campamento Sangriento pero sin conseguirlo en absoluto. El gore es bastante correcto, aunque más casquería habría hecho que el fragmento ganara muchos enteros.  


La historia de Sean S. Cunningham es la siguiente en la lista. “Jibaku” es el fragmento visualmente más interesante de la antología. Cuenta una historia de fantasmas japonesa occidentalizada que contiene una de las escenas de necrofilia más desagradables que recuerdo. Con un tono erótico muy bien llevado y la inclusión de escenas animadas, se trata de un trabajo fresco y efectivo pero de conclusión demasiado simplista.  


 “Stanley’s Girlfriend” es, sin lugar a dudas, la historia más original del compilado. Ambientado en el Hollywood de los años 50, narra la historia de Leo, un escritor de cine de serie B, y Stanley, una joven promesa de la dirección. Sí amigos, Stanley no es otro que Stanley Kubrick, sobre el cual se referencia su obra primeriza sin entrar en detalles. Pero no estamos ante un corto biográfico, ni mucho menos, ya que a esa situación realista se le da un tono sobrenatural al aparecer en la vida de Stanley una mujer que provoca que la amistad entre los dos protagonistas acabe desapareciendo. Quizás el principal problema de este corto es haber sido escogido para una antología en la cual no pega ni con Epoxy, porque tiene un giro de guion que es cuanto menos original pero no tiene, en absoluto, ese tono relativamente humorístico que tienen el resto de historias y, sobretodo, el wraparound.  


La última historia la cuenta la gótica yonki que no para de comer galletitas y fue el primer (y último… con razón) proyecto como director de John Gaeta, el especialista en animación que llevó a cabo los innovadores avances en tal campo a través de la trilogía Matrix, con lo cual cuesta comprender cómo es posible que haya llevado a cabo este esperpento tecnológico que es “My Twin, the Worm”, que cuenta con un CGI vergonzoso a la altura de un salvapantallas de Windows 98. De la historia y su previsibilidad mejor ni hablamos… ya os dejamos juzgar a vosotros mismos.


De vuelta al wraparound dirigido por Joe Dante, la película concluye sin ningún tipo de conclusión que una sus fragmentos en un espectáculo de previsibilidad bochornoso. Es lo que tiene gastarse el dinero de los productores en poner de LSD hasta el culo a directores clásicos para escribir y dirigir algo totalmente alejado de su propio estilo en lo cual es difícil reconocer su sello. Entretenimiento simplón, una de esas “películas puente” para que las nuevas generaciones den el paso a ver productos más arriesgados. Nada más.



Óscar Lladó

No hay comentarios:

Publicar un comentario