El cine gore gallego hizo su aparición estelar con este film low-cost dirigido por Antonio Blanco y Ricardo Llovo. Con un ínfimo presupuesto de 350.000 pesetas y jornadas de rodaje maratonianas estos dos locos consiguieron sacar adelante un proyecto demencial no apto para estómagos sensibles.
Unos chavales regresan de un concierto de heavy metal muy perjudicados y acaban sufriendo un accidente de coche. Buscan ayuda y topan con la familia de los Machado que les acoge en su casa y ahí es donde se meten en un buen lío. Y es que los Machado son gente muy de campo que se dedica a la producción de embutidos caseros, una auténtica familia disfuncional en la línea de La Matanza de Texas.
Manuel Manquiña como líder desquiciado deja en paños menores al mismísimo Charles Manson con sus discursos idos de la olla. Juanillo Esteban es un Bill Moseley de tercera regional con camiseta de Naranjito incluida que lleva siempre consigo un cadáver en descomposición. Julián Hernández y César Strawberry ( líder de Def con Dos ) son unos desenterradores de cadáveres con tendencias necrófilas y Belén Negreira es la hermana ninfómana más puta que las gallinas. ¿Qué puede salir mal con estos seres tan adorables?
Con un tono gore festivo que recuerda a los mejores films de Herschell Gordon Lewis, la película es tremendamente divertida y jocosa. Su atmósfera sucia y malsana viene acompañada de un humor negro socarrón buenísimo. Eso sí, tiene notables altibajos en lo que a ritmo se refiere ( Manquiña llega a hacerse muy pesado ) pero tampoco le vamos a pedir peras al olmo. Con este tipo de propuestas sabes que lo mejor es un visionado en comunidad con pizza, birra y muchas ganas de pasarlo bien. No hay más.
Lamentablemente el director Antonio Blanco falleció a los 30 años a causa de una sobredosis. Quién sabe cómo podía haber sido la segunda parte que se anuncia al final con el título La matanza caníbal de los garrulos lisérgicos II Parte - La ciudad no es para nosotros.
Estamos ante una “rara avis” dentro del cine español de género. Una propuesta gore costumbrista realizada sin pretensiones y con claras influencias del cine trash estadounidense. La falta de presupuesto se suple con la intensidad y entrega que desprende cada plano del film. De obligado visionado
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