Bienvenidos, bañistas, al año de Perseguido. En
2017 era cuando sucedía la acción en ese clásico de la acción
ochentera protagonizado por el Chuache enfundado en un traje
Adidas dorado y apretado, llenito de sponsors. Por lo menos lo de las
muertes televisadas sí que lo tenemos, y también da la casualidad
que suelen ser posibles gracias a la ayuda de grandes empresas.
Esperemos que por lo menos no me cruce por la calle con un tío obeso
enfundado en un traje de luces.
Una vez pasadas las fiestas, con esa relación tan especial y
apasionada que uno acaba cogiendo con la comida, es como que apetecía
seguir hablando de ella. Hay múltiples opciones dentro del “terror
culinario”, pero si hay un país exportador de esa clase de
producciones dentro del gore en los que la comida tiene un
protagonismo especial, ese es Japón.
Cruel Restaurant podría parecer el enésimo splatter de tetas, sangre y destrucción… y en cierto modo lo es. Pero su encanto amateur y un argumento que encadena giros de guion a cual más bizarro la dota de un “no sé qué” que te mantiene pegado a la pantalla. Hay algunas escenas puntuales innecesariamente largas, pero aun así no son razón suficiente como para sacarte de la película.
El argumento gira entorno a un restaurante en el que se sirven unos dumplings (unas empanadas similares a las gyozas) que gozan de una popularidad enorme. El secreto reside en el sabor de su relleno, la carne preparada por la camarera y cocinera del restaurante; Lin, interpretada por Mihiro Taniguchi que es, cómo no, actriz porno. Por lo visto, en esta clase de producciones, si no cuentas con una en el reparto, mejor no rodar nada. Aunque es comprensible, sabiendo aunque sea un poquito de la cultura nipona, puesto que hay ciertas escenas que no cualquier actriz estaría dispuesta a interpretar. Sea como sea… el caso es que alguna gente comienza a sospechar que el secreto de su carne reside en que es de seres humanos.
Decapitaciones, histrionismo, desmembramientos, autofagia, un maestro que recuerda al Maestro Mutenroshi, violaciones culinarias y recetas peculiares es lo que os encontraréis con Cruel Restaurant, la clásica película cuya visualización óptima es aquella en la que te rodeas de amigos y cerveza. Las risas y los WTF están asegurados.
Recordad la moraleja de la historia: hay que regar la vida de jugos vaginales.
Cruel Restaurant podría parecer el enésimo splatter de tetas, sangre y destrucción… y en cierto modo lo es. Pero su encanto amateur y un argumento que encadena giros de guion a cual más bizarro la dota de un “no sé qué” que te mantiene pegado a la pantalla. Hay algunas escenas puntuales innecesariamente largas, pero aun así no son razón suficiente como para sacarte de la película.
El argumento gira entorno a un restaurante en el que se sirven unos dumplings (unas empanadas similares a las gyozas) que gozan de una popularidad enorme. El secreto reside en el sabor de su relleno, la carne preparada por la camarera y cocinera del restaurante; Lin, interpretada por Mihiro Taniguchi que es, cómo no, actriz porno. Por lo visto, en esta clase de producciones, si no cuentas con una en el reparto, mejor no rodar nada. Aunque es comprensible, sabiendo aunque sea un poquito de la cultura nipona, puesto que hay ciertas escenas que no cualquier actriz estaría dispuesta a interpretar. Sea como sea… el caso es que alguna gente comienza a sospechar que el secreto de su carne reside en que es de seres humanos.
Decapitaciones, histrionismo, desmembramientos, autofagia, un maestro que recuerda al Maestro Mutenroshi, violaciones culinarias y recetas peculiares es lo que os encontraréis con Cruel Restaurant, la clásica película cuya visualización óptima es aquella en la que te rodeas de amigos y cerveza. Las risas y los WTF están asegurados.
Recordad la moraleja de la historia: hay que regar la vida de jugos vaginales.
HAIL SEITAN!
Oscar
Lladó
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