lunes, 19 de junio de 2017

BAÑO DE SANGRE VOL. XXIV: “VERANO ROJO”

¿Recordáis esa época, a finales de los noventa y principios de siglo, en la que empezaron a surgir slashers por todas partes tras el éxito de Scream o Sé lo que Hicistéis el Último Verano? Hasta por estos lares se estrenaban títulos como El Arte de Morir, Tuno Negro, Más de Mil Cámaras Velan por su Seguridad y un larguísimo etcétera, inundando cada año las carteleras comerciales. Independientemente de su resultado en taquilla, echar la vista atrás provoca una sensación entre el alivio (odio esa manía de explotar algo hasta la saciedad además de que, seamos sinceros, la mayoría de las propuestas no destacaban precisamente por su calidad…) y la rabia. Y es que la gran mayoría de producciones nacionales de género fantástico cuentan hoy en día con un estreno limitado en cines, y la gran mayoría de veces ni eso. Pero en fin… nada nuevo bajo el sol.

Hablando de sol, ahora llega esa época en que la gran mayoría de los humanos ocupan su tiempo libre en remojar sus cuerpos lozanos en las playas del país. Los que la tienen, claro… los que no, abandonan el interior para invadir las ya de por sí repletas costas. Y claro, hay algunos locales a los que eso no les sienta nada bien… como a los antagonistas de Verano Rojo, largometraje inaugural de la presente edición del festival Sant Cugat Fantàstic. Un survival a la mediterránea llevado a cabo gracias al esfuerzo de su equipo y al crowdfunding que consiguieron sacar adelante, el cual cuenta con un resultado que evidencia su falta de presupuesto, pero que aprovecha sus recursos sabia y eficazmente para ofrecer un producto final convincente y muy entretenido. En él se nos cuenta la historia de dos parejas madrileñas que viajan a Mallorca donde, cansados de las aglomeraciones y de los guiris, deciden ir a buscar una pequeña y poco concurrida cala que uno de ellos conoce. Por el camino, en lo más remoto de la isla, se toparán con una familia que no tiene intención de dejarles ir. 


 Con un primer acto que podría haberse resuelto con la mitad de metraje y un acting flojito por parte de sus protagonistas (mis únicas pegas serían estas, sumadas al hecho de que me gustaría haberme encontrado con diálogos más trabajados y menos dejados a la improvisación), la película tarda en arrancar pero cuando lo hace es de forma convincente. Sin riesgos, siguiendo un esquema clásico repleto de referentes e influencias, la historia se desarrolla aumentando progresivamente el nivel de la cinta, incluidas las actuaciones de sus protagonistas, las cuales parecen mejorar considerablemente precisamente cuando la dificultad de sus papeles es mayor que en el primer acto.

  
Sus partes gore están muy bien aprovechadas, con efectos prácticos y un uso muy limitado de VFX que le da ese toque añejo el cual, junto a su fotografía con ese tono sureño quemado y varios pequeños homenajes, recuerda en más de una ocasión a La Matanza de Texas, solo que en esta ocasión en vez de acento de redneck, los antagonistas tienen un cerradísimo acento mallorquín que su director Carles Jofre aprovecha inteligentemente para ofrecer pinceladas de humor, además de darle con él ese enfoque local/regional que diferencia a Verano Rojo de las decenas de productos similares que surgen cada año. Porque sí, estamos hablando de “sa matança de Texes” en muchos sentidos, pero el equipo ha conseguido crear una identidad especial que la hace destacar por encima de propuestas que, homenajeando a los clásicos del género, se quedan en refritos de refritos.  


 Cabe destacar el magnífico trabajo que ha hecho el compañero Joan Vilà con la banda sonora, la cual suena tremendamente orgánica, sin olvidar su idoneidad para el proyecto. Joan la ha clavado con una banda sonora que nada tiene que envidiar a producciones que multiplican el presupuesto de este proyecto por 100, además evitando los odiosos jumpscares, usando golpes de efecto sutiles que no quedan forzados, demostrando una vez más que es uno de los jóvenes compositores de bandas sonoras más a tener en cuenta en este país.  

 Esta clase de proyectos solo se consigue que tiren adelante con dos cosas: un par de huevos/ovarios y muchísimo amor por el género. Se nota que al equipo de Verano Rojo esto les sobra. Toda la suerte del mundo para ellos en esta andadura. 

¡Nos vemos estos días por Sant Cugat, dominguers! Ni se os ocurra acabaros los frankfurts de tofu del bar de enfrente si no queréis sufrir mi ira asesina.  


HAIL SEITAN!

Óscar Lladó

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