viernes, 30 de marzo de 2018

BAÑO DE SANGRE VOL. XXXVII: “MUTANTES EN LA UNIVERSIDAD (CLASS OF NUKE ‘EM HIGH)”

¡Dominguers! Estamos en plena Semana Satán, con lo cual sería obvio que hoy os trajera una recomendación relacionada con esta maravillosa festividad en la que las calles se llenan de gente que llora cuando llueve… ¡PERO NO! Mejor vamos a romper con el inexplicable hecho de que, tras 36 baños de sangre, aún no haya reseñado nada de la factoría de la cara chistosa más entrañable del cine trash, nuestro querido Lloyd Kaufman, fundador y cabeza pensante de Troma Entertainment.

Como todas las películas de la Troma, el título que hoy os traemos también debe pasar por el filtro de la contextualización, en el sentido de saber en todo momento en qué jardín nos estamos metiendo. Es común ver/oír comentarios negativos de mucha gente respecto a películas como El Vengador Tóxico, dándole un tratamiento de película de primera categoría que demuestra que no pasan ese filtro que os comentaba anteriormente. Mutantes en la Universidad no iba a ser menos. Ya sabemos lo que nos encontraremos en los títulos propios (y en otros tantos bajo su distribución) de la Troma en aquella época, la fórmula de su éxito: gore, humor zafio (y a ratos estúpido), sexo y caos. ¡No podíamos pedir más para un Baño de Sangre!


La trama nos hace viajar, cómo no, a Tromaville. En su central nuclear (situada convenientemente al lado del instituto) ocurre un accidente que es cubierto por su director, el cual causa una filtración en el agua que acaba matando al gilí (gracias Homer) de la clase de nuestros querid(ísim)os protagonistas. En el instituto reina el caos gracias a una panda de punks que, aparentemente, se volvieron chungos por los efectos directos de la radioactividad: los Cretins, unos malotes que te cagas los cuales venden una hierba (¡A 10 PAVOS EL PORRO! ¡HIJOS DE FRODO!) cultivada en los jardines de la central. Así pues, nuestra querida pareja de vírgenes protagonista (interpretados por Janelle Brady y Gil Brenton) fuma de la hierba atómica del averno y se ponen irremediablemente cachondos. Tras la mágica noche, empiezan a tener alucinaciones que terminan siendo reales: esos cabrones de los Cretins les han envenenado.


Todo lo que viene después va de la vergüenza ajena a lo épico en cuestión de segundos: punks desatados, láseres, la aparición de un “casi Toxie”, motos en el instituto, un monstruo radioactivo, madres decepcionadas con sus hijas, profesoras de alemán que se convierten en punks por un beso, cráneos atravesados y algo más de hierba atómica. Y sangre, claro. Sangre y destrucción también. Aunque no en tanta medida como en otras producciones propias de la Troma.


En definitiva, el imprescindible inicio de una saga que se ha acabado caracterizando por los altibajos, una película de institutos problemáticos con el filtro de la Troma, con un alto porcentaje de comedia teen propia de la época. Una gamberrada irregular que, a día de hoy, tiene algunas escenas molestas (por aquello del consentimiento y tal), pero en general muy disfrutable en el contexto y momento adecuado. Un pilar básico para entender quién fueron y son ese par de locos llamados Lloyd Kaufman y Michael Herz


HAIL SEITAN!
Óscar Lladó

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