domingo, 8 de octubre de 2017

50 Sitges Film Festival - Día 2

¡Dominguers! Volvemos a Sitges para la primera jornada intensiva, después de ver ayer solo al Guillermo del Toro más fresco desde El Laberinto del Fauno.

El día ha comenzado temprano con The Killing of a Sacred Deer el nuevo trabajo del siempre polémico (por generar disparidad de opiniones sus películas, más que nada) Yorgos Lanthimos, una de las apuestas firmes del festival desde el minuto cero, siendo uno de los primeros anuncios de la parrilla y, según Ángel Sala (director del festival), una película con la que quedaron cautivados tras su proyección en Cannes. Y lo cierto es que no es para menos, porque Lanthimos es sin duda un realizador que no deja impasible y que, cada vez más, crea su propio sello… aunque sea a base de homenajes y referencias a Haneke, Lynch o Kubrick. Cabe destacar la actuación de Colin Farrell, un actor que no es demasiado de mi agrado y al que hay que reconocerle el trabajo bien hecho esta vez.


Como hay épocas en las que vivo en la puta inopia, me acerqué a mediodía a Brigadoon pensando que iba a ver un documental sobre la vida y obra de Jose Mojica Marins en formato serie, y no la divertida dramatización con la que me topé. Y es que Zé Do Caixao tiene suficiente pulso dramático y unos personajes tan entrañables que es capaz de convencer a cualquiera, sea o no seguidor del extraño mundo de Mojica. No sé la otra persona que había en la sala (a parte del técnico), pero un servidor lo pasó en grande con los dos primeros episodios que, desde luego, dejan con ganas de más.


¿Qué se puede decir de El Exorcista que no se haya dicho ya? Es una absoluta obra maestra del cine, no solo del fantástico, si no en general. Espeluznante como el primer día, sigue teniendo garra suficiente para erizar cada pelo de tu cuerpo y, vivirla con su director (el maestro William Friedkin) presente no es algo que pueda hacerse todos los días. Tras la película Friedkin contestó a las muchas preguntas que el respetable le lanzó, con un humor, una frescura y una sabiduría palpable en cada palabra que convirtió la tarde (como suele ocurrir con los Q&A de mitos de tal calibre) en algo inolvidable para los presentes. Dejó clara su postura hacia la cuestión independentista con varias bromas, habló de su visión sobre el cristianismo, animó a los artistas del mundo a creer profundamente en aquello en lo que trabajen, contó que a finales de año saldrá a la luz su grabación de un exorcismo real y contó divertidas anécdotas acerca de la concepción y el rodaje de El Exorcista, como el primer contacto con Linda Blair y su madre, en el cual, al contarle que había leído la novela y que Regan se masturbaba con un crucifijo, Friedkin le preguntó si sabía lo que era la masturbación. Linda Blair contestó “Claro, es cascársela“, sin reparos. Friedkin le dijo que si sabía qué era exactamente, si lo había hecho. De nuevo, con toda naturalidad, la futura Regan contestó “Claro. ¿Usted no?”. Fue entonces cuando el maestro supo que ella era la adecuada. La única niña de 12 años, entre las decenas que había visto, que sabía que tenía el carácter necesario para que las cosas horrorosas que iba a ver, decir y experimentar no le “destrozaran y cambiaran para siempre”.

En una nube y con la convicción de que todo lo que viniera a continuación daba igual, enseguida cambiaría de opinión al llegar a la sala Tramuntana para presenciar la que ha sido hasta el momento (en relación a las bajas expectativas y el más que satisfactorio resultado) la sorpresa del festival: Mom & Dad, una gamberrada breve, intensa y con esencia festivalera protagonizada por un histriónico Nicholas Cage que provocó carcajadas y aplausos entre el público. No se ve todos los días a Cage interpretando a un cuarentón en crisis, sucumbiendo a una especie de hipnosis colectiva que provoca ira asesina hacia sus propios hijos. Ideal para esas sesiones golfas con amigos y cerveza. Por cierto, tuve a Gary Sherman delante durante la sesión y al hombre parece que no le hizo puñetera gracia la propuesta.


Pero la noche aún deparaba una última sorpresa, aunque en éste caso era bastante de esperar, teniendo en cuenta de quién venía. Hablo de Housewife, el nuevo trabajo del turco Can Evrenol, director de la sucia, oscura y retorcida Baskin. Y, al igual que ese descenso a los infiernos que fue su ópera prima, el realizador nos vuelve a ofrecer una película asfixiante, onírica y rompedora repleta de material pesadillesco de primera. Si Evrenol continúa así, pronto hablaremos de él como uno de los grandes del género. Tiempo al tiempo.


Ya saben: no cambien de canal. ¡Mañana más!

HAIL SEITAN!

Óscar Lladó

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