sábado, 21 de octubre de 2017

BAÑO DE SANGRE VOL. XXX: “CREEP 2”

A quien madruga, Dios le ayuda. Cría cuervos y te sacarán los ojos. A lo hecho, pecho. Si el río suena, agua lleva. Dale a tu cuerpo alegría Macarena, que tu cuerpo es pa’ darle alegría y cosa buena. Segundas partes nunca fueron buenas.

Si por algo se caracteriza la cultura española es por su amplio registro de refranes y frases impregnadas de sabiduría popular. Frases llenas de verdades que, en algunos casos, cuentan con excepciones. Porque al igual que uno puede madrugar y toparse con el peor puto día de su vida, hay secuelas que resultan ser la hostia en verso e incluso superan a sus predecesoras. Ahí está Terminator 2, por poner un claro ejemplo.  


Cuando me enteré de que Patrick Brice y Mark Duplass estaban preparando una secuela de la tan popular como modesta producción de Netflix, Creep, en la que redefinieron las bases del mumblegore, con su ética low-fi y su gran capacidad de generar tensión e incertidumbre ante el total desconocimiento de qué y por qué está ocurriendo, no pude si no echarme a temblar. Su primera parte, con una aparentemente sencilla fórmula (dos personajes, formato mockumentary y un excéntrico co-protagonista cuyas intenciones no quedan del todo claras), resultó ser un soplo de aire fresco en el cine de terror independiente. Dicho esto, sería recomendable que, si no has visto aún la primera parte, lo hagas antes de seguir leyendo. Comentar la segunda parte es imposible sin que el final de la original salga a la palestra.


¿Daba Creep para una secuela?

Lo cierto es que el final de la primera parte, en el que se nos despejaban todas las dudas respecto a si el personaje de Duplass era realmente un asesino o no, no daba lugar a continuar las peripecias de Josef (ahora Aaron) sin repetir fórmula y formato. Y, sí, su primera parte resultó interesante en ese sentido, pero no tendría sentido alguno estirarla y repetirla. Pero Duplass y Brice son unos tipos muy listos y, lejos de caer en redundancias, han decidido usar el humor de una forma muy natural y orgánica, dando la sensación de estar ante algo totalmente fresco y nuevo. Se trata de un nuevo cambio en las reglas del juego.


Si bien en la primera entrega el respetable se preguntaba constantemente qué estaba pasando y, sobre todo, qué iba a pasar, ahora ya sabemos que Josef es realmente un asesino en serie. De nuevo buscando quien documente sus peripecias en vídeo, una intrépida cámara profesional (magníficamente interpretada por Desiree Akhavan) responde a un anuncio en el que se solicita un cámara atrevido y sin miedo, sin dar muchos detalles del trabajo. En plena crisis creativa, el ya entrañable personaje de Duplass decide llevar a cabo junto a su nueva “colega” el primer documental sobre la vida de un asesino en serie. Así que, a diferencia de la primera parte, ahora la duda de si realmente se trata de un psicópata o solo es un bromista se traspasa a la co-protagonista y el espectador queda relegado a un plano secundario en el que lo único que puede hacer es partirse la caja con las ocurrencias de Aaron. Amplias dosis de humor negro rellenan prácticamente cada minuto de metraje, resultando una divertidísima opción para disfrutar con amigos o en una sala repleta, como la pudimos experimentar en Sitges. Sin duda, una de las sorpresas más gratas de esta edición. Y además le podréis ver la pilila a Duplass, en una escena que es un claro ejemplo de igualdad dentro de un género en el que parece que solo existe el desnudo femenino cuanto más gratuito mejor, lo cual seguro que para más de uno y más de una resulta una buena noticia. Pero vamos, que esa es la menor de las bondades de la cinta, creedme. ¡No la dejéis escapar!


HAIL SEITAN!
Óscar Lladó

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