A finales de los 80, en una Alemania
aún dividida, una panda de degenerados se hicieron con unas cámaras
trabajando de charcuteros, en el matadero o en alguna morgue. No,
esto no es información contrastada. Sí, es posible que sea
invención mía, pero con las burradas que llevaron a las pantallas
demostraban sobrados conocimientos de anatomía y un malsano gusto
por la casquería. Ellos no lo sabían pero, y aunque a alguno le
joda que le hagan partícipe, estaban iniciando una corriente que más
tarde se bautizó como ultragore alemán.
Buttgereit, Ittenbach y Schnaas. Tres
apellidos claves para el cine extremo alemán, con títulos como
Necromantik (y su secuela), Violent Shit,
Schramm, Burning Moon o el título al que
dedicamos este volumen 6 de Baño de Sangre: Premutos,
un auténtico pedazo de mierda con el que los amantes del gore
pasarán un buen rato asegurado mientras el resto de mortales
probablemente preferirían nadar en una piscina de guano a perder su
tiempo viéndola. Que luego no se diga que no avisamos de dónde os
metemos. Quien avisa no es traidor… es avisador.
En el año 1231aC, en la India, unos
guerreros se enfrentan a unas criaturas extrañas cuando, de entre
los muertos, hace su aparición Premutos, el primero de los ángeles
caídos.
En la actualidad, Mathias vive con su
peculiar familia en la que quien no está colgado, está comunicando.
Una hermana sadomasoquista, un padre con pinta de haber violado
muchos animales durante su adolescencia y él mismo, que sufre sueños
y visiones en las que se traslada a épocas remotas. A través de
esas visiones descubrirá que es el elegido, el hijo de Premutos,
destinado a allanar el camino a su padre para dominar la tierra.
La marca de la
casa está presente: actuaciones pésimas, un argumento estúpido y
decenas de litros de sangre. Con un body count de 228 muertos
en poco más de hora y media, el largo estrella de Ittenbach es un
festival de desmembramientos, decapitaciones, hachazos, puñaladas,
vísceras y sangre solo apto para estómagos preparados, pero que se
hace largo y tedioso a partes, con insulsas charlas y delirios varios
que se podrían haber ahorrado para reducir el metraje a unos más
que suficientes 80-90 minutos.
No será la película más sangrienta
del ultragore alemán, ni la más destacable, pero el tiempo
la ha convertido en un título de culto para los aficionados al
género y gozó de relativa repercusión en su día, alimentada
sobretodo por la popularidad que el chabacano realizador germano
obtuvo al ser censurada su anterior película, Burning Moon
(aunque finalmente se publicó con clasificación X).
Recordad, cinedominguers,
hidrataros con cualquier alcohol blanco de los baratos. Agua no, el
agua en verano solo para nadar en ella. Y, sobretodo, recordad salir
a hacer deporte después de comer, preferiblemente los días de más
calor, que así se queman más calorías. No hagáis caso a los
“consejos” que os den en las noticias, es una conspiración
illuminati para evitar que nos pongamos en forma.
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