jueves, 7 de julio de 2016

CRYPTSHOW FESTIVAL: DÍA #1


Pues, un año más, el Cryptshow ha dado el pistoletazo de salida. Pero este no es un año cualquiera, no… es el décimo aniversario del festival. Un festival hecho por y para amantes del género que ha conseguido, por méritos propios, posicionarse como uno de los referentes del circuito festivalero catalán. Y es que cada año uno se da cuenta de qué ha llevado a la organización a llevar 10 años en la brecha con un festival que, más que probablemente (hablo con total desconocimiento de causa), no les aporta beneficio económico más allá de cubrir los gastos del mismo: son una gran familia que ama esta cita anual. Y eso se traduce en muchas cosas positivas de las que el público nos beneficiamos: buena organización, trato cercano y familiar, excelente selección de cortos y gran variedad de actividades de diversa índole, entre otros beneficios. Y esperamos seguir beneficiándonos de ello, como mínimo, otros 10 años más.

Este año la temática del festival se centra en el ecofuturismo, es decir (y de forma muy resumida) una teoría que defiende la vuelta a los orígenes, una involución que permita al ser humano y al Planeta Tierra poder evolucionar. Así que esta décima edición del Cryptshow no podía arrancar mejor que con el corto Graffiti de Lluis Quílez, ganador del Méliès d’Argent al mejor corto fantástico europeo en la pasada edición del Festival de Sitges, en el que se nos presenta una historia de amor desesperado en un entorno post apocalíptico.



Rodado en la tristemente célebre Pripyat (la ciudad más cercana a Chernobil), Graffiti nos muestra un escenario precioso y en ocasiones hipnótico. Y es que es la localización del rodaje la que da el toque de identidad a este corto en el que apenas hay diálogos, haciendo de la ciudad un personaje más, en la cual nuestro protagonista Edgar se adentra a diario buscando recursos y, sobretodo, un más que improbable y anhelado contacto humano… improbable hasta que, en la guarida de Edgar, aparece en la pared una firma de una tal Anna. Nuestro protagonista decide firmar en la misma pared y salir a realizar su exploración diaria. A la vuelta se encontrará con que la misteriosa Anna ha respondido a su mensaje, con lo cual da inicio una especie de chat rudimentario, vestigio de los viejos tiempos, en una especie de metáfora sobre la deshumanización de las relaciones humanas en la era de la tecnología. Poco a poco, Edgar se irá enamorando desesperadamente de una chica a la que jamás ha visto, para encontrarse al final del corto en una encrucijada en que los sentimientos ganan el pulso a la razón.

Un trabajo muy notable que está recibiendo premios y menciones a lo largo y ancho del planeta, y con razón. Técnicamente excelente, deja un regusto muy satisfactorio en el paladar. Tanto que uno acaba convencido de que debe seguir muy de cerca el trabajo del realizador catalán.

El plato fuerte de la noche (y probablemente también del propio festival) llegaba con la proyección del clásico soviético de Ciencia Ficción Aelita, también conocido como Aelita: Reina de Marte. Este clásico del cine mudo, considerada como la primera película que trataba sobre viajes espaciales, fue estrenado en 1924 y no gozó de excesiva popularidad en la Unión Soviética debido a su sutil trasfondo anti-revolucionario camuflado tras aparente propaganda, con lo cual fue difícil acceder a ella hasta el final de la Guerra Fría. Con un ritmo narrativo totalmente obsoleto, las dificultades de engancharse a la trama para los que no recurrimos demasiado a menudo al cine mudo es considerable, pero para ello estaban Agustí Busom y su banda que, en resumidas cuentas, provocaron en un servidor un estado de catarsis total en el que sólo importaba la historia de Los, Natalia, Ehrlich y compañía, provocando la abstracción total y haciendo que los más de 100 minutos de metraje pasaran en un abrir y cerrar de ojos.



Y es que lo que de verdad hay que comentar de esta proyección es el excelente trabajo de los ex-Abús y su reinterpretación psicodélica con trasfondo mediterráneo de la banda sonora de Aelita, porque todo el trabajo que tuvo que haber detrás para esta proyección es digno de mención. Sabemos que somos un blog de cine pero, como melómanos que somos, no podemos evitar analizar el trabajo de Agustí y los suyos, claramente influenciado por los Pink Floyd más psicodélicos de Meddle o Dark Side of the Moon pero con pinceladas de otros géneros como el post-rock más desnudo y orgánico (en más de una ocasión recordaban a Mogwai, especialmente una de las piezas finales que recordaba mucho al trabajo de los escoceses en la BSO de Les Revenants) y el folk mediterráneo mediante la utilización de instrumentos como la flauta travesera. Un trabajo tremendo que provocó que el público ovacionara efusivamente a la banda al final de la proyección. Y no es para menos.

Sobre el film en sí, cabe destacar la ambientación del escenario de Marte, en especial las oscuras y desgraciadamente visionarias escenas en las que la mano de obra se trata como meros objetos al servicio de sus mandatarios, y que influenciarían claramente a la obra maestra de Fritz Lang, Metrópolis.

Una primera jornada que nos dejó con ganas de más, así que esta tarde volvemos al ruedo.

¡Hasta la tarde, domingueros!  

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