Mientras escribimos estas líneas, hace
apenas una hora que ha finalizado esta segunda jornada del
decimonoveno Fantosfreak. De nuevo, una sesión equilibrada
pero con mayor presencia del terror respecto a la programación del
lunes, y también con un menor porcentaje de trabajos nacionales. El
nivel general ha resultado superior y, de la parrilla de este segundo
día de festival, podemos extraer potenciales candidatos a los
diferentes premios que se otorgarán el próximo viernes. ¿Cuáles y
por qué? Vamos a analizar los trabajos de esta noche, pieza a pieza.
Erik Gatby es un tío inquieto:
actor, guionista, director de cortometrajes, de musicales (llevó a
cabo el primer musical punk del estado con Mamá Ladilla) y
cabeza pensante del Festival de cortos de Carabanchel, entre
otros menesteres. No era su primera participación en el Fantosfreak
(el año pasado ya participó con su Sofá, Manta,
Palomitas) y estoy seguro al 200% de que no será la última.
Su psicotrónica sci-fi low cost de 2012, Neuronas
Elementales, abría la noche del martes de Fantos con su
cóctel de frases épicas, malas actuaciones, agujeros de gusano,
presidentes irascibles, zooms locos y tantas otras maravillas idóneas
para nuestro querido Fantosfreak. Serie Z de la que se hace
con más cariño y dedicación que medios, resultona pero quizás un
pelín alargada.
Desde los Países Bajos nos llegaba la
primera sesión de casquería de la noche con Netflix &
Chill, o la suscripción más sangrienta de la historia. Su
set y la iluminación del mismo dotan al trabajo de una estética
moderna y atractiva, eso es lo primero que llama la atención, junto
a la decisión de no incluir diálogos con tal de, imagino,
internacionalizar la propuesta. Su previsibilidad se perdona con el
giro de tuerca final, ese macabro detalle que pone la guinda al
pastel.
Hay algunos detalles en las delirantes
sinopsis del programa del Fantosfreak que probablemente
superen con creces las sinopsis oficiales. Ese es el caso de Midnight
Delivery, que resumen tal que así: “Una chica recibe un
paquete en su casa a medianoche”, claro y meridiano, a lo que
añaden la coletilla “el eslogan perfecto para Tinder”. Lo
que no sé si sería buena publicidad para Tinder el resultado de la
cita, porque este cortometraje estadounidense dirigido por Nathan
Crooker explora el terror mediante el uso de su magnífica banda
sonora, evitando los jump scares gratuitos a los que estamos
acostumbrados en el terror contemporáneo, con un resultado
escalofriante y un trabajo excelente en sus diferentes apartados. En
un mundo justo, semejante trabajo sería reconocido e imitado, pero
seguiremos tragando los mismos golpes de efecto de siempre.
El cuarto hueco de la noche estaba
reservado para un caso sumamente especial: el participante más joven
de las 19 ediciones del Fantosfreak. Recuerdo que, con 12
añitos, me hice una web de un grupo de metal, con el mítico
Frontpage, y varios de mis profesores fliparon de que un chaval de mi
edad hubiera desarrollado él solito una web. A día de hoy, ese
software resulta más simple que el mecanismo de un chupete. Por eso
me gusta imaginarme cuantísimo deben flipar los profesores de Pedro
Villarejo, director de Redder, con su uso de los
VFX a su corta edad (¡15 años!). Y es que Redder es
un breve y pequeño cortometraje en el que Pedro despliega su
arsenal de conocimientos y recursos. Portales espacio-temporales,
saltos imposibles, velocidad del rayo… todo ello interpretado por
otros dos jovencísimos actores y utilizando también recursos a
nivel de dirección que demuestran un brillante futuro para el joven
realizador. Si con 15 años este es el resultado de su trabajo, el
cielo es el límite.
Hablando de futuro, es importante no
olvidarse de vivir el presente. Y en ese presente hay dos nombres que
suenan con fuerza para ser futuros referentes del panorama
cinematográfico nacional, si es que no lo son ya. Con su estilo
propio, caricaturesco, ácido y accesible a la par, los catalanes
Albert Pintó y Caye Casas llevan un bonito año de cosechar éxitos
desde que se presentaran en la pasada edición del festival de Sitges
su primer largometraje (Matar a Dios) y su último
cortometraje RIP, el cual han compartido esta noche de
martes junto a cerca de 2.000 almas en Cerdanyola. Con el particular
toque del dúo, que ya podíamos observar en trabajos anteriores como
el multipremiado cortometraje Nada S.A., RIP es
una apuesta segura en festivales gracias a la interpretación de la
pareja protagonista formada por Itziar Castro y Josep Maria
Riera, que hacen aún más hilarante un guion que es por sí
mismo un despiporre en toda regla. A todo esto, en septiembre Matar
a Dios llega a nuestras carteleras y no podéis ni debéis
perdérosla.
Mehua, siguiente corto a
competición de la jornada, es un trabajo colectivo de animación
realizado en alguna escuela de diseño en Francia. Curiosamente, el
año pasado ya se programó algún trabajo de las mismas
características en Fantosfreak. ¿Casualidad o un tremendo
talento del futuro de la animación francesa? Sea como sea, Mehua
es un trabajo realizado con mimo en el que su trama quizás quede
demasiado condensada por su brevedad, pero que se toma ese hándicap
como una oportunidad para desatar todo su potencial visual
prácticamente en cada segundo de su metraje. Bello, emotivo y
místico, a ratos por separado, a otros todo a la vez. Uno de esos
trabajos que te deja un buen regusto en el paladar.
A pesar de que entiendo las reacciones
positivas, personalmente no me atrajo mucho la propuesta del primer
largo del ahora universo Wyrmwood. De hecho, tengo que
confesar que en Sitges me quedé frito viéndola, y en un revisionado
posterior en casa no es que mejorara mucho mi concepción sobre ella.
Pero algo que sí que me encantó es su estética post-apocalíptica
sucia, árida y caótica. Por eso, cuando se comenzó a anunciar en
redes una secuela, no me emocionó en exceso la idea, algo que cambió
totalmente al ver anoche el teaser de lo que están preparando estos
locos australianos. Porque Wyrmwood: Chronicles of the Dead
funciona como cortometraje independiente, pero está claramente
realizado para la búsqueda de financiación de cara al rodaje del
largo. Y, sin lugar a dudas, han creado un excelente trabajo que te
deja el hype por las nubes, en un violento festival de
zombies, vísceras, sangre, tobillos rotos, armas y muchísima
acción. ¿Será un presupuesto holgado el elemento necesario para
compensar y corregir los errores de la primera entrega en esta futura
secuela?
Uno de los pocos trabajos de la noche
con realizadora femenina, The Whistler, daba inicio al
tramo final de cortometrajes de la segunda jornada de Fantosfreak.
Con su propuesta teen horror de componente folklórico y
estética gélida, la canadiense Jennifer-Nicole Stang lleva a
cabo de forma efectiva una historia espeluznante que se alimenta de
los terrores infantiles y de esas leyendas locales que hay en casi
todos los pueblos. Porque a veces nuestro escepticismo adulto nos
hace olvidar que el ojo no todo lo ve.
No es habitual ver en la parrilla de
los festivales un trabajo con 10 años de antigüedad, y mucho menos
uno de acceso público que tuvo una época en que se tornó viral.
Pero, señoras y señores… ¡Esto es Fantosfreak! Aquí se
hace lo que le sale de sus partes íntimas (o públicas, según los
gustos de cada cual, claro) al staff del festival. Y es que… ¿Quién
se acuerda de “el falso tráiler aquel del asesino de la cuchara”?
Porque es probablemente así como conocerás The Horribly Slow
Murderer With the Extremly Inefficient Weapon, un
descacharrante fake trailer en que un misterioso asesino (¿Es
real? ¿Es fruto del subconsciente? ¿Es el primo del Tío Fétido?)
acecha a un policía a base de cucharazos, persiguiéndole
incansablemente alrededor del mundo. Again, and again, and again,
and again, and AGAIN!
¿Y qué iba a ser una noche de
Fantosfreak sin un “what the fuck” en toda
regla? Este nos llegó gracias a Honey, un misterioso
drama sobre los peligros de vivir en una casa grande. O igual era una
comedia sobre los riesgos inherentes a quedarse demasiado absorto
leyendo. No sé, aún me siento confuso, sin saber si me gustó o me
pareció la mayor chorrada jamás realizada. O igual es todo a la vez
y resulta tan maravilloso como desastroso.
La jornada la cerró una cachonda
producción británica en la que quisieron sacar partido al cobertizo
nuevo del jardín del director. Y vaya si dio de sí la cosa. Porque
Blood Shed es una ensalada de bricolaje, vísceras,
parafilias y humor 100% british regada con aderezo de terror
videoclubero y cómics de los 80 que resulta de lo más entretenida e
hilarante. El caramelito de la noche para los fans del fantástico
más freak y festivalero, sin duda.
La fiesta sigue cada noche en
Cerdanyola, y si te la estás perdiendo es:
A) Porque te
queda demasiado lejos
B) Porque estás en Vic
C) Porque
quieres
D) Porque no tienes ni puta idea de la vida
¿Cuál es tu respuesta, dominguer?
Y ya saben, no cambien de canal. ¡Mañana más!
Óscar Lladó
@SlasherOz
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