jueves, 19 de julio de 2018

Crónicas Festivaleras: Fantosfreak - Día 2


Mientras escribimos estas líneas, hace apenas una hora que ha finalizado esta segunda jornada del decimonoveno Fantosfreak. De nuevo, una sesión equilibrada pero con mayor presencia del terror respecto a la programación del lunes, y también con un menor porcentaje de trabajos nacionales. El nivel general ha resultado superior y, de la parrilla de este segundo día de festival, podemos extraer potenciales candidatos a los diferentes premios que se otorgarán el próximo viernes. ¿Cuáles y por qué? Vamos a analizar los trabajos de esta noche, pieza a pieza.

Erik Gatby es un tío inquieto: actor, guionista, director de cortometrajes, de musicales (llevó a cabo el primer musical punk del estado con Mamá Ladilla) y cabeza pensante del Festival de cortos de Carabanchel, entre otros menesteres. No era su primera participación en el Fantosfreak (el año pasado ya participó con su Sofá, Manta, Palomitas) y estoy seguro al 200% de que no será la última. Su psicotrónica sci-fi low cost de 2012, Neuronas Elementales, abría la noche del martes de Fantos con su cóctel de frases épicas, malas actuaciones, agujeros de gusano, presidentes irascibles, zooms locos y tantas otras maravillas idóneas para nuestro querido Fantosfreak. Serie Z de la que se hace con más cariño y dedicación que medios, resultona pero quizás un pelín alargada.


Desde los Países Bajos nos llegaba la primera sesión de casquería de la noche con Netflix & Chill, o la suscripción más sangrienta de la historia. Su set y la iluminación del mismo dotan al trabajo de una estética moderna y atractiva, eso es lo primero que llama la atención, junto a la decisión de no incluir diálogos con tal de, imagino, internacionalizar la propuesta. Su previsibilidad se perdona con el giro de tuerca final, ese macabro detalle que pone la guinda al pastel.


Hay algunos detalles en las delirantes sinopsis del programa del Fantosfreak que probablemente superen con creces las sinopsis oficiales. Ese es el caso de Midnight Delivery, que resumen tal que así: “Una chica recibe un paquete en su casa a medianoche”, claro y meridiano, a lo que añaden la coletilla “el eslogan perfecto para Tinder”. Lo que no sé si sería buena publicidad para Tinder el resultado de la cita, porque este cortometraje estadounidense dirigido por Nathan Crooker explora el terror mediante el uso de su magnífica banda sonora, evitando los jump scares gratuitos a los que estamos acostumbrados en el terror contemporáneo, con un resultado escalofriante y un trabajo excelente en sus diferentes apartados. En un mundo justo, semejante trabajo sería reconocido e imitado, pero seguiremos tragando los mismos golpes de efecto de siempre.

  

El cuarto hueco de la noche estaba reservado para un caso sumamente especial: el participante más joven de las 19 ediciones del Fantosfreak. Recuerdo que, con 12 añitos, me hice una web de un grupo de metal, con el mítico Frontpage, y varios de mis profesores fliparon de que un chaval de mi edad hubiera desarrollado él solito una web. A día de hoy, ese software resulta más simple que el mecanismo de un chupete. Por eso me gusta imaginarme cuantísimo deben flipar los profesores de Pedro Villarejo, director de Redder, con su uso de los VFX a su corta edad (¡15 años!). Y es que Redder es un breve y pequeño cortometraje en el que Pedro despliega su arsenal de conocimientos y recursos. Portales espacio-temporales, saltos imposibles, velocidad del rayo… todo ello interpretado por otros dos jovencísimos actores y utilizando también recursos a nivel de dirección que demuestran un brillante futuro para el joven realizador. Si con 15 años este es el resultado de su trabajo, el cielo es el límite.

Hablando de futuro, es importante no olvidarse de vivir el presente. Y en ese presente hay dos nombres que suenan con fuerza para ser futuros referentes del panorama cinematográfico nacional, si es que no lo son ya. Con su estilo propio, caricaturesco, ácido y accesible a la par, los catalanes Albert Pintó y Caye Casas llevan un bonito año de cosechar éxitos desde que se presentaran en la pasada edición del festival de Sitges su primer largometraje (Matar a Dios) y su último cortometraje RIP, el cual han compartido esta noche de martes junto a cerca de 2.000 almas en Cerdanyola. Con el particular toque del dúo, que ya podíamos observar en trabajos anteriores como el multipremiado cortometraje Nada S.A., RIP es una apuesta segura en festivales gracias a la interpretación de la pareja protagonista formada por Itziar Castro y Josep Maria Riera, que hacen aún más hilarante un guion que es por sí mismo un despiporre en toda regla. A todo esto, en septiembre Matar a Dios llega a nuestras carteleras y no podéis ni debéis perdérosla.




Mehua, siguiente corto a competición de la jornada, es un trabajo colectivo de animación realizado en alguna escuela de diseño en Francia. Curiosamente, el año pasado ya se programó algún trabajo de las mismas características en Fantosfreak. ¿Casualidad o un tremendo talento del futuro de la animación francesa? Sea como sea, Mehua es un trabajo realizado con mimo en el que su trama quizás quede demasiado condensada por su brevedad, pero que se toma ese hándicap como una oportunidad para desatar todo su potencial visual prácticamente en cada segundo de su metraje. Bello, emotivo y místico, a ratos por separado, a otros todo a la vez. Uno de esos trabajos que te deja un buen regusto en el paladar.

A pesar de que entiendo las reacciones positivas, personalmente no me atrajo mucho la propuesta del primer largo del ahora universo Wyrmwood. De hecho, tengo que confesar que en Sitges me quedé frito viéndola, y en un revisionado posterior en casa no es que mejorara mucho mi concepción sobre ella. Pero algo que sí que me encantó es su estética post-apocalíptica sucia, árida y caótica. Por eso, cuando se comenzó a anunciar en redes una secuela, no me emocionó en exceso la idea, algo que cambió totalmente al ver anoche el teaser de lo que están preparando estos locos australianos. Porque Wyrmwood: Chronicles of the Dead funciona como cortometraje independiente, pero está claramente realizado para la búsqueda de financiación de cara al rodaje del largo. Y, sin lugar a dudas, han creado un excelente trabajo que te deja el hype por las nubes, en un violento festival de zombies, vísceras, sangre, tobillos rotos, armas y muchísima acción. ¿Será un presupuesto holgado el elemento necesario para compensar y corregir los errores de la primera entrega en esta futura secuela?




Uno de los pocos trabajos de la noche con realizadora femenina, The Whistler, daba inicio al tramo final de cortometrajes de la segunda jornada de Fantosfreak. Con su propuesta teen horror de componente folklórico y estética gélida, la canadiense Jennifer-Nicole Stang lleva a cabo de forma efectiva una historia espeluznante que se alimenta de los terrores infantiles y de esas leyendas locales que hay en casi todos los pueblos. Porque a veces nuestro escepticismo adulto nos hace olvidar que el ojo no todo lo ve.

No es habitual ver en la parrilla de los festivales un trabajo con 10 años de antigüedad, y mucho menos uno de acceso público que tuvo una época en que se tornó viral. Pero, señoras y señores… ¡Esto es Fantosfreak! Aquí se hace lo que le sale de sus partes íntimas (o públicas, según los gustos de cada cual, claro) al staff del festival. Y es que… ¿Quién se acuerda de “el falso tráiler aquel del asesino de la cuchara”? Porque es probablemente así como conocerás The Horribly Slow Murderer With the Extremly Inefficient Weapon, un descacharrante fake trailer en que un misterioso asesino (¿Es real? ¿Es fruto del subconsciente? ¿Es el primo del Tío Fétido?) acecha a un policía a base de cucharazos, persiguiéndole incansablemente alrededor del mundo. Again, and again, and again, and again, and AGAIN!

¿Y qué iba a ser una noche de Fantosfreak sin un “what the fuck” en toda regla? Este nos llegó gracias a Honey, un misterioso drama sobre los peligros de vivir en una casa grande. O igual era una comedia sobre los riesgos inherentes a quedarse demasiado absorto leyendo. No sé, aún me siento confuso, sin saber si me gustó o me pareció la mayor chorrada jamás realizada. O igual es todo a la vez y resulta tan maravilloso como desastroso.


La jornada la cerró una cachonda producción británica en la que quisieron sacar partido al cobertizo nuevo del jardín del director. Y vaya si dio de sí la cosa. Porque Blood Shed es una ensalada de bricolaje, vísceras, parafilias y humor 100% british regada con aderezo de terror videoclubero y cómics de los 80 que resulta de lo más entretenida e hilarante. El caramelito de la noche para los fans del fantástico más freak y festivalero, sin duda.

La fiesta sigue cada noche en Cerdanyola, y si te la estás perdiendo es: 

A) Porque te queda demasiado lejos
B) Porque estás en Vic
C) Porque quieres
D) Porque no tienes ni puta idea de la vida


¿Cuál es tu respuesta, dominguer

Y ya saben, no cambien de canal. ¡Mañana más!


Óscar Lladó
@SlasherOz

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